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Los pequeños ganaderos advierten: si baja el precio de la leche, el consumidor pagará más a la larga
Con una caída de la rentabilidad, muchas granjas desaparecerían, por lo que el coste en los lineales terminaría aumentando
En el supermercado, un litro de leche entera Pascual cuesta entre 1,10 y 1,20 euros. El de Central Lechera Asturiana ronda los 1,09 euros, mientras que el de marca blanca está cercano a los 90 céntimos. En un momento en el que el precio de los alimentos no deja de subir, los consumidores miran con lupa sus tickets y priorizan unos productos sobre otros. Pero, si la situación de los hogares es tensa, la de los productores de leche no lo es menos: los pequeños ganaderos consideran que los grandes de la industria láctea están estirando demasiado la cuerda, y les acusan de bajar artificialmente los precios.
Román Santalla es el responsable de Ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) y, además, productor de leche en Lalín, Pontevedra. Explica a este medio que los ganadores y la UPA están pidiendo “unos contratos que al menos cubran los costes de producción”, que en España siguen “por las nubes”: salariales, de alimentación, los de servicios, que en algunos casos han subido hasta un 70%… “Por lo tanto, nosotros denunciamos que no hay margen”, expone.
Menos ganaderías, leche más cara
A principios de octubre, la Federación de Industrias Lácteas (Fenil) caldeó los ánimos asegurando que las industrias lácteas españolas no eran “competitivas” porque los ganaderos estaban percibiendo precios por encima de la media europea (algo que ocurre por primera vez en más de quince años, puntualizan desde UPA).
La asociación reaccionó con un duro comunicado tras el que, según parece, las industrias han movido ficha. Ahora ellos confían, dice Santalla, en que se planteen unos nuevos contratos que escuchen sus demandas y “vayan sin bajadas”. “Nosotros creemos que hay que subir los precios, pero a la industria láctea le parece que tiene que bajar”, reconoce abiertamente este ganadero. No es fácil hablar de encarecer cuando hace unas semanas el INE confirmó que el coste de los alimentos mantuvo en octubre su crecimiento interanual en el 10,5%, y encadenaba 18 meses subiendo a tasas de dos dígitos.
Desaparición de ganaderías
No obstante, de lo que Santalla habla es de mirar al futuro y de ser consciente de que, si la industria se pasa de frenada, el equilibrio puede irse a pique: si los grandes continúan “de forma unilateral” apostando por la bajada de precios, dice, la falta de rentabilidad de los productores desembocará en “la desaparición de ganaderías, y creemos que eso no puede pasar”.
Es decir, que si se instiga o se impone desde arriba una "rebaja artificial” de los importes y las ganaderías se ven obligadas a bajarse del barco, serían las grandes empresas las que acumularían más parte del pastel en menos manos, y, en busca de beneficios, podrían verse tentadas a traer leche de otros países. Contando, además, con que el relevo generacional no está asegurado. “A corto plazo, a lo mejor el consumidor no lo notaría en el precio final, a medio plazo sí se percibiría y a largo habría un incremento muy fuerte. Y eso es lo que hay que evitar, y es lo que estamos trasladando desde UPA”, razona.
Aumento en el supermercado de un 13 %
Según los datos del INE publicados en octubre, en septiembre de 2023 la leche entera era un 13 % más cara que en el mismo mes de 2022, mientras que la desnatada había subido un 11,3 %. Con todo, según publicaron varios medios haciéndose eco de las quejas de los gigantes de la industria, Pascual, Puleva, Central Lechera Asturiana y Leche Río son las empresas que están pagando el precio de la leche en origen más alto de toda Europa, solamente por detrás de Malta y Chipre.
Santalla asegura que no son ajenos a la delicadísima situación de los hogares. “Ahora mismo son muy sensibles a cualquier vaivén del mercado. Están muy pendientes de si la leche vale en un sitio uno o dos céntimos menos, o si baja o no baja. Somos conscientes. Y para nosotros el consumidor es lo más importante”, detalla.
Apreciar el producto
Pero el ganadero insiste en que, si las cosas empeoran para los pequeños ganaderos, a la larga empeorarán para el cliente final. “Llevamos unos meses, casi me atrevería a decir un año, de estabilidad. Lo que le tenemos que trasladar al consumidor es que los costes de producción se cubren siempre y cuando la Fenil y las industrias lácteas no bajen los precios, y que el consumidor aprecie y valore también un producto de calidad de origen español, me da igual si es de Galicia, Castilla y León o el País Vasco. Origen nacional”, relata.
“La apuesta tiene que ser por un producto de nuestro país, porque eso es lo que nos garantizará lo de hoy, pero sobre todo lo de mañana: nos garantiza tener en el futuro un abastecimiento suficiente, un producto de calidad que se venda a un coste razonables”, remarca el responsable de UPA.
Que las partes cumplan la ley de la cadena
En estos momentos se está dando una situación de impasse. Los productores tienen un margen de costes de producción que es asumible “si la industria no baja los precios”. Si lo hace, “los ganaderos ya no cumplirían la ley de la cadena, porque entrarían en pérdidas”.
Con lo cual, Santalla asegura que, si en lo que resta de año se estabilizan las tarifas o se mueven ligeramente al alza, el mercado continuaría estable, tanto a nivel interno como para los compradores. “Desde luego, si los precios siguen descendiendo en el campo, no tiene ninguna lógica que los precios al consumidor se sigan manteniendo”, reconoce.
Descenso de la demandaS
Según Statista, en el año 2022, cada español consumió una media de aproximadamente 65,4 litros de leche líquida. Son cinco litros menos que el consumo por persona registrado en 2021, y diez menos que en 2013. Desde principios de siglo, la tendencia ha sido descendiente, con caídas paulatinas acompañadas de picos muy puntuales (por ejemplo, el registrado durante 2020 por la pandemia). De hecho, en el año 2002 cada español consumió 94,81 litros de este producto.
A pesar de estos datos, Santalla se muestra optimista: “Bien es verdad que siempre se habla de caída del consumo y hay que hacer un análisis crítico, porque hay nuevos productos, como las bebidas vegetales, que compiten duramente, pero si hablamos de mercado interno, de un producto de calidad y de precios razonables, creo que tenemos que ser optimistas. En el sector de leche de vaca, en el de cabra y de oveja, sobre todo especializados en quesos, tenemos que ser optimistas”, expone.
Nuevos nichos de mercado
Si bien es innegable que el consumo de leche líquida baja, hay otras que aumentan, por ejemplo, la sin lactosa, la en polvo o las leches enriquecidas. Estos son, dice Santalla, nichos de mercado que hay que abrir.
“No tememos tanto eso. Tememos más a que el mercado internacional acabe, vía queso barato y de mala calidad, invadiendo y deteriorando nuestro mercado interno. Así que ahí también le decimos a los consumidores que no piensen solo en hoy, sino que reformulen el refrán de pan para hoy y hambre mañana. Que piensen que quizá hoy las cosas no andan muy bien, pero hay que prevenirse para mañana, porque pueden andar peor si faltan productores y falta leche”, concluye.
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