Josep Pedrerol va vestido con un traje blanco que incluye chaleco y, debajo, un jersey de cuello vuelto naranja que contrasta con su cabello plateado. Suelta su célebre “mírame, mírame” al tiempo que chasquea los dedos y, a pesar de lo que podría sugerir su aspecto, no arranca con una canción de country ni con un monólogo, sino que ofrece un consejo: “Para comprar o vender tu coche, primero, en flexicar.es”. El anuncio es breve, divertido y efectivo. Sin embargo, no todos los usuarios que han traspasado o adquirido un vehículo con esta empresa han tenido experiencias divertidas ni efectivas.
Entre ellos figura Alejandro Reyes, quien explica a este medio que compró un Audi Q3. En el momento de adquirirlo, se lo vendieron “como fantástico y maravilloso”. Lo quería como coche de trabajo, pero se llevó una desagradable sorpresa cuando, “a los 3 o 4 meses”, se averió. El pasado 27 de julio lo llevó al concesionario de Zaragoza donde lo había comprado, y desde esa fecha hasta el 20 de octubre estuvo esperando. “Me dieron largas y me dijeron en el servicio posventa que no se hacían cargo de la avería, a pesar de que, en teoría, estaba en garantía hasta marzo del año 2023. Tenía un coche recién comprado por 22.000 euros y una avería de 8.000 que pagué de mi bolsillo en Audi”, denuncia. Este medio ha visto el informe en el que se recoge que el coche “se paró circulando” y que el fallo se debió a un problema con la correa de distribución. Según cuenta Reyes, la atención de Flexicar no fue la que esperaba. “Ellos no me informaron de nada en ningún momento. Lo he tenido que hacer yo todo. Estoy hablando con mis abogados para hacer la correspondiente denuncia”, asevera.
Coches que no pasan la ITV
Francisco Fernández-Beltrán también tuvo problemas con un vehículo que compró con Flexicar. En diciembre de 2021 adquirió un Peugeot 208, pero en septiembre de 2022, cuando le tocaba pasar la ITV, no superó la prueba por un problema de emisión de gases. En un primer momento le pidieron 250 euros porque, según afirmaron, los filtros no entraban en la garantía. Pagó dicho importe, porque desde Flexicar dijeron a Fernández-Beltrán que con eso superaría el test de la ITV, pero no fue así.
“Eso no resolvió el problema y me dijeron que había que cambiar los inyectores, algo que tampoco cubría la garantía”, recuerda. Entonces, relata, le ofrecieron una garantía premium por 500 euros más. Y esos no los pagó. Consecuentemente, desde Flexicar dijeron que en ese caso no arreglarían el coche, “así que lo retiré de allí y lo llevé a otro taller donde lo están revisando ahora”, expone Fernández-Beltrán. Él también ha puesto el tema en manos de una abogada que le ha explicado que “no existen dos garantías, como ellos pretendían hacerme creer (una básica y una premium), y les vamos a pedir que asuman los gastos de reparación”.
Un porcentaje de casos pequeño
Este medio ha preguntado a Flexicar por estas incidencias. Sus responsables argumentan que no puede darse el caso de que un cliente pague por dos garantías, pero sí puede haber (“raramente”) un error de concepto con otro tipo de servicios, ya sea por un fallo de comprensión del cliente o de la compañía. Además, defienden que afrontan unas 6.000 operaciones mensuales entre compras y ventas, por lo que es lógico que haya algunas reclamaciones, pero, a su juicio, se trata de un porcentaje muy pequeño. Sus datos, explican, indican que sus clientes tienen un grado de satisfacción del 97 %. Si se calcula el 3 % restante de 6.000, el resultado es un número nada desdeñable de quejas, aunque pequeño en proporción. Además, de esa cifra, dicen desde la empresa, no todas las quejas son sólidas ni están totalmente justificadas.
Lo cierto es que en foros de valoraciones como Gowork o Truspilot las opiniones sobre la compañía no son muy buenas. Al respecto, desde Flexicar también defienden que hay clientes con expectativas irreales sobre los coches. Además, añaden, los vehículos son máquinas, por lo que, en ocasiones, a pesar de que se hagan muchas revisiones, no es imposible que aparezcan pequeñas fugas seis meses después de una compra que resultan imposibles de detectar en sus “exhaustivos” análisis. “Hay algunas personas que sí han tenido incidencias. Nuestras intenciones siempre son buenas: si la incidencia es real, se soluciona. Pero, si no lo es, se denuncia”, cuentan desde la compañía, contundentes.
Un polémico grupo de Facebook
Asimismo, en Facebook hay un grupo con más de 1.000 miembros que se titula Afectados por Flexicar. Este medio ha hablado con una persona que forma parte de dicho grupo; y afirma que quiso retirar una reserva de 350 euros tras renunciar a un coche porque se echó para atrás tras ver malas reseñas. No fue fácil lograrlo, dado que, en un principio, rechazaron hacerle el reembolso. “Unos 4 meses me costó que me devolvieran unos míseros 350 euros involucrando abogados, adjuntando mis mensajes sin respuesta y la prueba de que aprovecharon una denuncia mía para aumentar el precio de un coche”, relata.
Desde la empresa afirman que se tomaron la molestia de entrar en ese grupo de Facebook para ver qué ocurría y atender a los posibles afectados. Enviaron un comunicado y facilitaron un mail, que, cuentan, prácticamente nadie utilizó. En ese grupo que supera el millar de afectados, dicen desde Flexicar, hay hasta gente de la competencia. “Creemos que hacemos las cosas bastante bien. Y si realmente hay alguien que esté sufriendo incidencias, somos los primeros interesados en resolverlas”, sostienen. Con todo, reconocen que van a modificar los filtros del departamento de calidad para agilizar el trato con los clientes cuando haya posibles incidencias.
Datos diferentes sobre los propietarios
Eso podría mejorar la percepción de algunas personas sobre la empresa. Por ejemplo, Luis Arjona cuenta que los datos que le dieron los comerciales de Flexicar sobre el coche que le interesaba no eran reales. Le explicaron que el vehículo que le gustaba era de un particular y único propietario. Lo reservó con un pago de 300 euros. Sin embargo, tras pedir un informe a Tráfico, descubrió que había tenido 2 propietarios y había sido un coche de empresa. Esto ya le mosqueó, pero, además, los modos en la financiación no le convencían. Reclamó la señal “al tercer o cuarto día, cuando aún no había firmado ningún contrato”, cuenta. Pero desde la empresa le dijeron que no era posible. Lo reclamó por la vía legal y puso una reseña en Google, y ahí sí le prestaron más atención. No obstante, la “única” oportunidad que le dieron fue la de elegir otro coche previo pago de 300 euros y quitando la reclamación.
El caso de Jesús Viñales es uno de los más llamativos. Narra que acudió a vender su coche a un centro de Flexicar. “Cuando llegamos al concesionario, la atención fue perfecta y con mucho mimo. La tasación también fue buena”, rememora. El trato al que había llegado con Flexicar contemplaba que le ofrecían un dinero por su coche y él, además, se llevaba otro. Lamentablemente, a los pocos días le detectaron una enfermedad a su madre, por lo que Viñales pidió que aceleraran los trámites para poder disponer de él cuanto antes con el objetivo de poder ir y venir del hospital. Pronto, en la empresa le dijeron que el coche ya estaba listo. Lo recogió, pero, a las dos semanas, el coche se quedó parado en la autovía. “Parado de revoluciones y sin potencia”, precisa Viñales. Lo llevó al taller de un amigo porque en Flexicar, dice, no le daban cita; y allí le explicaron que el problema era del filtro de partícula.
Coche desaparecido
Tras conocer el problema, llevaron el coche con la grúa a Flexicar. Una semana más tarde, Viñales llamó para preguntar. “La primera sorpresa que me llevo es que nadie sabe dónde está ni quién lo ha recogido”. Empezó a ponerse nervioso, llamó a la central, y consiguió hablar con un alto cargo que, dice, mantuvo “una cierta actitud chulesca”. Eso provocó que terminaran discutiendo. Este responsable le dijo a Viñales que no tenía manera de localizar al mecánico jefe del taller. Entonces Viñales decidió buscarlo por su cuenta, y lo logró: habló con el comercial que le había vendido el coche, quien, a su vez, le dio el teléfono del mecánico. “Me dice que mi coche sí está, pero no me dice dónde”.
En total, su coche estuvo perdido un mes entero, “con las complicaciones que eso conlleva, porque tenía que ir y venir al hospital todos los días”, relata Viñales. En el momento de la entrega, “lógicamente, la cosa estaba muy tensa con ellos”, reconoce. Y no fue a mejor. “Al poco”, afirma, el coche empezó a hacer ruido en las ruedas. “Lo llevo al mecánico de confianza, y resulta que el coche prácticamente no tenía pastillas de freno. Me lo habían dado sin ellas. Vuelvo a llamar y vuelvo a discutir”, repasa.
“Nunca he sentido tanto desprecio por un cliente”
Desde Flexicar, considera, le vinieron a decir que su prisa había sido la causante del problema. “Por mucha prisa que tú tengas, un coche no se entrega si no está bien. Puede significar un accidente mortal”, apostillan. Finalmente, logró concertar una cita en la que cambiaron las pastillas. Pero, según afirma, sólo fueron las de detrás, no las de delante. Por hastío, no quiso volver a discutir. “No he sentido nunca tanto desprecio por un cliente como lo sentí con ellos”, lamenta.
El coche de María Gámez también se malogró. “Al mes de comprarlo, se le rompieron los discos de freno, y el coche me dejó tirada. Afortunadamente, fue aparcando en mi casa”, dice. Se suponía que el automóvil tenía un año de garantía, pero cuando lo llevó al taller de Flexicar le cobraron por el arreglo, “y también cambiaron la bomba de agua y la correa de distribución, cuando en principio el único problema eran los frenos”, asegura. Le pasaron la factura y ella pagó, pero el vehículo no estuvo listo de inmediato, sino que tardó un mes. “Tardaban tanto en contestar como en arreglarlo”, dice. El servicio postventa le mandó un mail a la afectada en el que decía que el departamento de garantías había denegado la intervención al ser piezas de mantenimiento, pero también le dice a Gámez que había conseguido que cubrieran “la mitad de la intervención”.