Nació en 1868 e ilustró la historia de España hasta finales del siglo XX, cuando la dieron por muerta. Se equivocaron. Sobrevive olvidada en un cajón o en el bolsillo del pantalón, guardada en una vieja cartera o lanzada con deseo a una fuente italiana, atesorada como pieza de coleccionismo o extraviada en una alcantarilla. Sea como fuere, casi 20 años después de la entrada en circulación del euro, la peseta todavía sigue viva, pero le queda poco tiempo.
A causa de la pandemia, el Consejo de Ministros amplió el plazo --del 31 de diciembre de 2020 al 30 de junio de este año-- para canjear las pesetas por euros en cualquier sucursal del Banco de España. A escasos tres meses para que la antigua moneda deje de tener valor, los españoles todavía conservan en sus casas 1.589 millones de euros, o lo que es lo mismo, 265.000 millones de pesetas --el 3 % del valor de los billetes y monedas en peseta que estaban en circulación a finales de 2001--, según datos facilitados a Consumidor Global. Por ello, estos días muchos españoles se acercan a las sucursales a darle el último adiós a la rubia, y, de paso, se llevan unos euros a casa.
Con la peseta ya no se puede hacer negocio
“Está a tiempo: cambie sus pesetas por euros”, se puede leer en un cartel colgado sobre la puerta de entrada de la sede del Banco de España en Barcelona. Son las 9 de la mañana y el termómetro gigante de Puerta del Ángel marca ocho grados. Un vigilante de seguridad gestiona como puede la cola que se ha formado. Hay particulares con cita previa y curiosos que se paran a preguntar. Una vez en el hall, el encargado de que cada uno esté en la fila que le corresponde intenta justificar la lentitud del proceso: “tengo todas las horas ocupadas”. Mientras, un hombre de edad avanzada deposita una maleta en el suelo y espera a que la máquina contadora haga su trabajo. El aparato, cansado de contar pesetas desde 2002, se atasca una y otra vez.
Hecha la conversión, el usuario recibe un papelillo y toca hacer una cola más larga todavía. La fila no avanza. “Esto no vale nada. Las monedas que no estaban en circulación en enero de 2002 se pagan a peso. Un kilo de cobre vale cuatro o cinco euros”, explica en la cola Carlos Miguel Piqué, el hombre de la maleta, que fue el cofundador de la Agrupación de filatélicos y numismáticos --monedas y medallas-- de la Plaza Real.
Tiendas y comercios que todavía permiten el cambio
Ir a una tienda y pagar con pesetas puede parecer cosa del pasado, pero todavía hay algunos comercios en España que utilizan la antigua moneda como reclamo comercial. “Ayer me llamó un hombre que se había encontrado 100.000 pesetas en un cajón y me dijo que vendría esta semana”, detalla Jordi Teixidor, propietario de la tienda barcelonesa El Patufet Coleccionista. “Ahora sólo vienen dos o tres personas con pesetas a la semana”, añade Fernando Losada, dueño de la mítica papelería madrileña que lleva su nombre.
Estos comerciantes, después, tampoco se libran de las colas del Banco de España para deshacerse de esas pesetas que los usuarios les ofrecen. Así, Montse Sala, propietaria de Casa Saleta, una tienda en el pueblo Santa Cristina de Aro en la provincia de Gerona, se lamenta de que en la institución le dan hora para al cabo de dos o tres meses, por lo que dejará de aceptar pesetas en mayo. “Los que traen pesetas suelen ser gente mayor, pero también vienen jóvenes que han heredado, o a los que les ha tocado vaciar la casa de sus padres y se las han encontrado olvidadas en un rincón”, añade Sala.
Otras formas de gastar o invertir con la vieja moneda
Existe también otro modo de invertir las antiguas pesetas. Se trata de acercarse a una tienda de coleccionismo. “Bienvenido al caos. Tíramelo todo. Compro duros de plata al peso”, explica Fran Peiró, propietario de la Numismática Peiró de la calle Diputación de Barcelona. “Desde que el Banco de España anunció que la peseta dejaría de tener valor en cuestión de meses, no ha parado de venir gente. Pero hay mucha moneda almacenada que no vale nada y muy pocas piezas únicas, que son un sueño inalcanzable”, advierte.
Asimismo, algunas organizaciones, como la Fundación Pasqual Maragall, también se han apuntado a la recaudación de pesetas. En este caso, sin embargo, el dinero va destinado a la investigación del alzhéimer. “Hasta la fecha hemos recaudado más de 1.800 kilos de pesetas y seguimos recibiendo visitas de gente que quiere donar las suyas”, exponen a Consumidor Global desde la Fundación. Se trata de otra forma de invertir o gastar esas últimas pesetas que algunos ya daban por perdidas.