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Las farmacéuticas y los pacientes crónicos: los reyes del despilfarro de medicamentos
Un gran número de personas que toman fármacos de manera regular no cumple con los tratamientos prescritos y el tamaño de la cajas no se ajusta a las dosis necesarias
Pastillas en el salón, en la encimera de la cocina, en los cajones del baño e incluso debajo del sofá. Este desorden de cápsulas de colores llamativos esconde, en realidad, el dolor de una enfermedad. Así viven los pacientes crónicos que cada día consumen varios medicamentos. Algunos de ellos, por voluntad propia, no cumplen a rajatabla con sus tratamientos, mientras otros, de edad más avanzada, se olvidan de las dosis que necesitan cada día.
Estas prácticas propician que, año tras año, se produzca en España un despilfarro de medicamentos. Además, a estas conductas se suma el hecho de que las cajas que elaboran las farmacéuticas no se ajustan a las indicaciones de algunas recetas y se venden más dosis de las que el usuario necesita.
Un derroche de fármacos
“El medicamento más caro es el que no se toma”, reconocen a Consumidor Global desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos. Por ello, el principal motivo del derroche de medicamentos en España es el poco compromiso de algunos pacientes, confiesa el organismo.
Pero no es la única razón.“El tamaño de las cajas muchas veces es desorbitado en comparación con las dosis que el usuario necesita”, apunta Joan Francesc Mir, investigador del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona. Y la fiebre por algunas terapias altruistas que rehúyen de la medicina tradicional tampoco ayuda en este sentido, insisten fuentes del sector.
El gasto anual
Cada vez se viven más años y de ahí que, con una población más envejecida, el presupuesto de medicamentos se eleve con el tiempo. Según la última radiografía elaborada por la Asociación de Empresarios de Farmacia de Madrid, el coste farmacéutico se elevó en España en 2020 hasta los 11.077 millones de euros y el gasto por habitante pasó de 231,85 euros en 2019 a 237, 94 euros un año después. Sin embargo, la subida no fue elevada para un año de pandemia.
De hecho, el Consejo General de Farmacéuticos recuerda que España se encuentra en la media europea en lo que al consumo de fármacos se refiere. Pero señala la falta de adherencia, es decir, el rigor por acabar con los tratamientos y cumplir con las recetas, como el mayor desafío de la sanidad publica nacional. ''El incumplimiento de tratamientos médicos en España genera un gasto de alrededor de 11.250 millones anuales y 18.400 muertes'', añaden fuentes de la institución. Asimismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países desarrollados, más de la mitad de pacientes con enfermedades crónicas no cumplen adecuadamente con el tratamiento prescrito.
Fórmulas más eficientes
Asimismo, otro apunte que influye en este despilfarro de medicamentos es el tamaño de algunas cajas de fármacos, que no se ajustan a la cantidad de dosis que marcan las recetas médicas. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad en 2013 propuso reducir algunas de las cajas de fármacos y hasta fomentar las monodosis, “pero las farmacéuticas se desvincularon del tema. No les interesaba”, asegura Mir.
Algunos pacientes sí que disponen en España de este tipo de fórmulas para someterse a una medicación más reducida. Recibe el nombre de Sistema Personal de Dosificación (SPD) y se basa en el suministro, por parte del farmacéutico, de un número concreto de pastillas que necesita el paciente y que se incluyen en un botecito, en lugar de en un blíster, como se envasan la mayoría de medicamentos. Este sistema en España, a pesar de tener buenos resultados, sólo es apto para aquellos usuarios con problemas cognitivos que, por lo general, tienen una edad avanzada. Y además, no está subvencionado. Por ello, muchos profesionales del ámbito farmacológico y sanitario exigen, ante el despilfarro y mal uso de los medicamentos, un mayor apoyo de la Administración para perpetuar sistemas como éste, más personalizados y controlados. De esta manera, se evitaría que los armarios y rincones de muchos hogares españoles se llenen, como hasta ahora, de pastillas de todos los colores y tamaños posibles.
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