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Las farmacias, sobre vender cannabis medicinal: “No hay suficientes evidencias científicas"
La comercialización de fármacos con esta sustancia preocupa a algunos especialistas que apuntan al hecho de que los estudios sobre sus beneficios aún no son concluyentes
Después de varias polémicas con las mascarillas y los test de antígenos, hay un nuevo runrún en las boticas. Dentro de seis meses, las farmacias españolas podrán vender medicamentos con cannabis medicinal a los pacientes con dolor oncológico, endometriosis o a los que sufran patologías como esclerosis múltiple. De momento, lo harán las farmacias hospitalarias. Algunos boticarios creen que es una medida errónea, y destacan que aún no hay suficientes evidencias científicas sobre los beneficios del CBD. Sea como fuere, la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso ya ha dado luz verde, pero la aprobación ha salido adelante con 20 votos a favor, 2 abstenciones y 14 votos en contra, lo que refleja lo polémico del asunto.
Hablar de cannabis es hablar de un complejo cóctel de investigaciones, prejuicios, riesgos y beneficios, ya sea en un gel íntimo o en un aceite para perros. Pero, para los expertos, muchas de las teóricas propiedades de la sustancia aún están en el aire. Por eso, que el cannabis llegue a los fármacos preocupa a algunos farmacéuticos.
El cannabis y sus efectos secundarios
Noelia Tejedor, farmacéutica comunitaria, expresidenta de Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac) Madrid, y de la Junta Directiva de la Asociación Profesional Futuro, se muestra “preocupada” por la nueva regulación. “No hay nadie que pueda demostrar que el cannabis ayuda, de forma segura, a los pacientes sin otra alternativa”, detalla a Consumidor Global. A su juicio, sí existen tímidas evidencias de que puede aliviar determinados dolores muy específicos, pero "autorizar la comercialización de una sustancia farmacológicamente activa y potencialmente peligrosa (con consumos crónicos) puede suponer un problema". Además, recuerda que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ya dispone de dos fármacos con cannabis en los que sí se ha demostrado la eficacia.
Por ello, considera que dar este paso supone “saltarse la normativa por intereses que van más allá de lo sanitario”, y cree que lo que se busca, en última instancia, es “llegar al uso recreativo generalizado”. Tejedor también resalta la incoherencia de que el texto contemple su venta sólo en farmacias hospitalarias, cuando los farmacéuticos comunitarios son profesionales que conocen los medicamentos y podrían dispensarlos sin problemas. Esta experta añade que el cannabis se percibe como una droga menos perjudicial que otras porque la toxicidad aguda no existe (es decir, una persona no muere aunque fume varios porros seguidos), pero apunta que sus efectos secundarios son muy graves.
Mejor como último recurso
En la misma línea, la boticaria Susana Gregorio, diplomada en Salud Pública, declara que no está “para nada” a favor de la regulación. “Este tipo de pacientes tiene autorizado ese producto vía hospitalaria. Y desde el hospital se maneja bien una vez agotadas las alternativas terapéuticas”, indica. Por eso, si los medicamentos con cannabis se generalizan, cree que pueden darse “abusos de prescripciones y mal uso”.
Por ello, esta boticaria opina que la regulación es desacertada. “Por desgracia, he tenido compañeros en Rehabilitación con ictus y otras patologías a quienes se les ha ayudado con THC, y han estado bien tratados y con todo bajo control en hospitales. Pero los rehabilitadores “los utilizan como último recurso, que es lo que hay que hacer”, remarca.
Dar respuesta a una demanda social
En cambio, Guillermo Bagaría, farmacéutico y vocal de farmacia comunitaria del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (COFB), explica que es una medida “fundamental y positiva” que acoge “con satisfacción y gran esperanza”. Tal y como explica, la normativa da respuesta a una realidad social que hasta ahora había sido ignorada: “Existe una demanda, hay un uso no regulado de productos con cannabis en el mercado, porque hay personas que buscan desesperadamente estas soluciones, pero las alternativas no tienen garantías sanitarias”, relata. Por eso, cree que la regulación supone “abordar el problema mirándolo a los ojos”.
Ahora, según este galeno, la Aemps debe asumir el liderazgo para determinar cuáles son los medicamentos útiles a la luz de la evidencia científica y cuáles no. Los que lo sean “pasarán a formar parte del arsenal terapéutico del que disponemos, como un medicamento más”, expone. En cuanto a las personas que se beneficiarán, Bagaría pone el doloroso ejemplo de una mujer que acude a una hipotética farmacia en busca de medicamentos para la epilepsia de su hijo, “pero desde la farmacia no se le puede dar nada a día de hoy”. Así, Bagaría opina que esta normativa es “una medida acertada que da cobertura a un desamparo”.
“No será una barra libre”
Con todo, Bagaría apostilla que “nadie espera que esto sea una barra libre en la que todo valga”. En la misma línea, Guille Martín, farmacéutico, divulgador y autor del libro Esta farmacia necesita una receta, recuerda que, a la hora de juzgar la normativa, lo primero es distinguir entre los dos principales componentes del cannabis. Por un lado el THC, que es psicoactivo (“el que coloca”, aclara) y por el otro el CBD, que es el que centra el interés de las investigaciones.
“Tiene lógica que, si se demuestra que la planta tiene propiedades beneficiosas, se utilice para uso terapéutico”, expone Martín, “pero no se debe interiorizar que el cannabis es bueno”. Este boticario indica que, en teoría, “el objetivo es potenciar tanto la venta como la formación”. Además, cree que, si funciona para los supuestos que recoge el texto, se podrá ampliar a otras patologías. Lo que no está tan claro es si serán medicamentos subvencionados. “Si consiguen resultados y lo aprueba la Aemps, sí”, dice Martín.
Falta de estudios de calidad
Al igual que Bagaría, el farmacéutico asistencial y presidente de la asociación FarmaCiencia, Carlos Alonso, se muestra a favor de una regulación, pero también recuerda los peligros. En primer lugar, apunta porque es algo que “todavía está muy en el aire”. En segundo lugar, remarca, aún no hay estudios de calidad que avalen los beneficios del cannabis para estos pacientes. “Eso no significa que no funcionen, sino que los estudios no son lo suficiente extensos. Quizá esta ley abra la puerta a que se hagan más”, señala. A partir de ahí, cree Alonso, habrá que ver qué indican.
Además, arguye que la regulación puede desembocar en una banalización del consumo recreativo, es decir, en que se fume más porque la percepción del riesgo disminuya. Algo así como si está en farmacias, no puede ser tan malo. Y eso implica problemas muy serios: aumento de la esquizofrenia, de la psicosis o, si es fumado, del cáncer de pulmón. “A día de hoy, ya se comercializan aceites que a veces se toman por vía oral, con unas gotas por debajo de la lengua. Son productos de una calidad y un origen muy dudoso. Si todo esto se legaliza, se daría un paso atrás”, relata el experto.
Incremento del consumo ilegal
Bagaría también subraya que, en este contexto, “no hablamos de uso lúdico, ni de fumarse un porro. Hablamos de una planta con un enorme potencial terapéutico”, resalta.
No obstante, Alonso va más allá y destaca que, si se observa a lo que ha ocurrido en países que han regulado la sustancia, el panorama tiene muchas sombras. “La apertura de facilidades para su cultivo ha derivado en un aumento del mercado ilegal: las empresas lo cultivarán, pero la vía regulada significará más controles e impuestos. Por eso, venderlo en el mercado ilegal les reportará más beneficios y podría haber un repunte en ese sentido”, concluye.
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