Nos hemos acostumbrado a lo extraordinario, a lo explosivo. El 2021 ha sido el año del volcán, de una nueva ola de contagios, de criptomonedas… y del precio de la luz. En agosto, el coste de la electricidad abrió titulares al marcar un récord histórico de 116 euros por kilowatio/hora. Desde entonces, ese valor ha ascendido hasta cifras nunca vistas: pulverizó la barrera de los 200 euros, superó la de los 300 y el 22 de diciembre ascendió hasta los 383,67 euros. En las últimas semanas, el importe de la luz ha llegado a multiplicar por siete la tarifa que se pagó el mismo día del año anterior.
Con una escalada de precios sin precedentes en el mercado mayorista, debida, entre otras razones, al aumento del coste del gas y de los permisos del CO2, ¿qué opciones quedan? ¿Hay fuga de clientes entre unas empresas y otras? ¿Nos hemos resignado? ¿Y este encarecimiento, cuánto durará?
Soluciones a corto plazo
Según Eduardo Delgado, director del comparador Roams, “las tarifas de mercado libre cada vez se contratan más”. Si a eso le unimos el hecho de que las empresas cada vez ofrecen más tarifas planas, la sensación es que los consumidores buscan pagar menos estos meses de picos máximos sin pensar tanto en el largo plazo.
A nivel social, Delgado habla de que, agotados mentalmente por el coronavirus y atados a la tecnología por un enorme grado de dependencia (que genera, a su vez, falta de paciencia), el consumidor medio prioriza el resultado inmediato y la paz mental. “No nos planteamos horas de consumo ni cosas por el estilo”.
Aún falta un máximo histórico por registrar en la factura de la luz
Delgado pronostica, además, que aún no hemos tocado techo. “Parece previsible que las tarifas suban hasta marzo. Aún falta un máximo histórico por registrar, seguramente cuando venga una segunda Filomena, una borrasca que no afecte sólo a España, sino a Europa”, apunta el experto. Por su parte, Roberto Gómez-Calvet, profesor en la Universidad Europea de Valencia, señala que es de esperar que los precios se mantengan altos en los dos próximos meses, pero que, a partir de febrero o marzo, meses buenos para la producción de energía eólica, la situación se alivie un poco.
No obstante, con la factura de la luz hay poca memoria. Quizá en febrero se paguen unos 150 euros pensando que resulta barato, teniendo en cuenta que se ha superado la barrera de los 300 euros varias veces, pero en 2020 la luz se pagaba a precios mucho más bajos. “Las grandes eléctricas tienen muchos recursos para que su imagen no se vea afectada en este sentido”, añade Gómez-Calvet.
El papel de las grandes eléctricas
Las grandes compañías eléctricas se ven penalizadas porque tienen que acudir al mercado mayorista al no ser capaces de generar suficiente electricidad para cubrir su demanda. Por ello, esta situación no supone un beneficio para las grandes eléctricas, en contra de lo que podría parecer a priori.
No obstante, si la factura de la luz ya es de por sí opaca, fruto de un mercado enrevesado, dependiente de muchos factores y difícil de entender para el consumidor, ahora la sensación general es de hastío. Basta darse una vuelta por Twitter para ver la desazón que se está generando: “La factura de la luz me ha dado el día y bien. Unos 228 euros no pueden gastar dos personas sin apenas poner electrodomésticos y sin calefacción...”, se lamenta un tuitero. Otros hablan de “broma”, “barbaridad” o “locura”. Y eso en el mejor de los casos.
Gran apagón, ¿doctrina del shock?
Roberto Gómez-Calvet explica a Consumidor Global que, en cuanto a la percepción social, la teoría del gran apagón ha posibilitado que los consumidores se vuelvan más resignados. A pesar de ser un bien de primera necesidad, se prefiere pagar un dineral a que todo salte por los aires.
A veces, la resignación se antoja como la única salida. “Hay compañías pequeñas que no pueden ofrecer a sus clientes lo que prometieron que podrían ofrecer, y están cortando el contrato directamente”, explica el experto de Roams. Antes de quebrar, algunos de estos pequeños comercializadores han sido absorbidos por empresas más grandes.
La postura del consumidor
Según la plataforma Roams, las tarifas de luz más baratas con precio fijo son la One Luz de Endesa, la Online de Repsol y el Plan Estable de Iberdrola. No obstante, en los últimos años no todos han apostado por ellas. Tal y como señala Eduardo Delgado, entre 2017 y 2020 Iberdrola, Endesa, Naturgy y Total (los cuatro comercializadores con mayores cuotas en el sector eléctrico) perdieron un 8 % de cuota de mercado.
¿Seguirán perdiendo clientes? Es decir, ¿tendrá el subidón de la luz algún tipo de castigo? Gómez-Calvet cuenta que no un castigo en el sentido estricto, porque algunas comercializadoras pequeñas, que podrían ser la alternativa, están quebrando. Además, puntualiza que el consumidor empieza a sentir desconfianza por el hecho de que los precios oscilen tanto. En general, la persona que paga no quiere que la mareen. Está dispuesto a rascarse el bolsillo, pero si varían de una forma tan llamativa, de un día para otro, “su sensación es que lo están maltratando”, sostiene el profesor.
Previsiones de futuro
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió que, a pesar de todas las subidas, a final de año los consumidores pagarían una factura similar a la de 2018. Estas declaraciones levantaron una polvareda (o una tormenta eléctrica) de críticas. Al respecto, Eduardo Delgado considera que no está claro. “Todo dependerá de la comercializadora con la que esté cada cliente y de su tarifa, pero la mayoría de consumidores pagarán más”.
Asimismo, cabe pensar que este tipo de promesas escapan de la capacidad de maniobra de cualquier Gobierno: que Argelia o Rusia cierren o no el grifo del gas no se puede decidir en un Consejo de Ministros.