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¿Está Shein en peligro en Europa por su moda poco sostenible?

Los expertos analizan el Pacto Verde de la Comisión Europea para luchar contra la moda rápida y la basura textil

Juan Manuel Del Olmo

La página web de Shein con una señal de prohibido / CG

El rumor de que Shein cierra en Europa recorre las redes sociales, trae pánico y suena a encarecimiento. Según estas especulaciones, el negocio del gigante chino de ropa barata peligra, sobre todo, por un motivo medioambiental. Y la causa sería el Pacto Verde Europeo, un documento de la Comisión Europea que recoge propuestas encaminadas a profundizar en materia de sostenibilidad. Este documento vio la luz a finales de marzo, e incluye varias frases contra la moda rápida y la basura textil que han encendido las alarmas.

En este documento se dice que, para 2030, “la moda rápida debería estar pasada de moda”. Y también se indica que el objetivo de la Comisión es que las empresas “reduzcan el número de colecciones al año, asuman su responsabilidad y actúen para minimizar su huella de carbono”. No se menciona a ninguna compañía en concreto, pero si hay una que está en la diana de muchos, sobre todo de los ecologistas, y esa es Shein, por su volumen de negocio, su modelo empresarial y las condiciones laborales de sus trabajadores.

Shein no cierra en Europa, de momento, pero está bajo la lupa

Gema Gómez, directora de la plataforma de formación en moda sostenible Slow Fashion Next, explica a Consumidor Global que el riesgo de que Shein cierre en Europa no es inmediato, pero una regulación más estricta está en marcha. Y, con ella, la existencia europea de esta compañía sí se vería comprometida.

La tienda Shein de Barcelona / CG

 “Más allá de la Estrategia Europea de Economía Circular y la de Tejidos Sostenibles, en España ya tenemos aprobada una Ley de Residuos que incluye la responsabilidad ampliada del productor”, especifica. Con esta norma, todas las empresas que vendan productos que requiera una gestión posterior “tendrán que pagar una ecotasa modulada al tipo de producto que pongan en el mercado”. Sobre esto, Gómez explica que más contaminación y más producto equivaldrá a mayores tasas e impuestos. Y, en ese sentido, Shein es la campeona del producto. 

Un modelo de negocio “voraz de recursos y contaminante”

Por ello, Gómez considera que el tiempo de Shein se agota, así como el de otras empresas de fast fashion. Bajo su punto de vista, con los actuales retos medioambientales que ya afronta la sociedad, que dispone asimismo de más información, “no creo que se tarde mucho tiempo en ver como algo obsoleto este tipo de modelos de negocios tan voraces de recursos y tan contaminantes”, expresa. A su juicio, los consumidores europeos comienzan a ser realmente conscientes “de los impactos sociales y medioambientales” de lo que se compra en general y de la ropa en particular.

Así, parece que el cierre no será inminente, pero el debate que se ha abierto sí es profundo y real. En Twitter, muchos consumidores han defendido a la plataforma, en tanto que, a su juicio, otras cadenas como Inditex realizan prácticas similares. En este caso, la experta de Slow Fashion Next matiza que el foco está en la cantidad. “El mayor impacto se debe al gran volumen de novedades diarias que Shein promueve en su web, es decir, es el volumen lo que genera una diferencia y no tanto dónde se produce la ropa o cómo lo hace”, detalla. No es el cómo, sino el cuánto, porque es muchísimo.

Una consumidora hace una compra 'online' / PEXELS

La sostenibilidad para Shein 

Como la mayoría de empresas, Shein no renuncia a sacar pecho de sus actuaciones en materia de sostenibilidad. “Mientras que otros van a lo grande, nosotros lo hacemos a lo pequeño. Eso significa que sólo producimos de 50 a 100 piezas por producto nuevo para garantizar que no se desperdicien materias primas. Sólo cuando confirmamos que un estilo tiene una gran demanda, implementamos la producción a gran escala”, se lee. No obstante, no parece que una empresa valorada en 92.000 millones de euros, que lanza cada día entre 700 y 1000 artículos nuevos, sea una compañía que lo haga “a lo pequeño”.

En su web, también se enorgullecen de utilizar vehículos con energía solar para transportar sus prendas (lo que parece difícil si el paquete tiene que recorrer miles de kilómetros y cruzar un océano) y de su compromiso animal, al utilizar sólo piel y cuero sintéticos.

Europa teme quedar relegada

El experto en retail, analista y consejero de negocio Jacinto Llorca apunta que “está por ver” si la Unión Europea tomará medidas más contundentes para favorecer la sostenibilidad, pero cree que, a día de hoy, el cliente de Shein “no debe temer” por un cierre que, de momento, no llegará. Según Llorca, lo que más le preocupa al consumidor es conseguir ropa bonita a buen precio, y que la calidad y el proceso de producción quedan en segundo plano. “El consumidor siempre encontrará la forma de encontrar lo que desee comprar”, apunta. 

Una tienda de la compañía en China / EP

Además, Llorca vincula estas medidas a otras actuaciones de Europa y desliza que el trasfondo del asunto está en un “cierto temor” de Europa a “quedar relegada” en algunas industrias, entre ellas, “los e-commerce de moda”. Ya se ha visto, cree el experto, que no hay nada parecido a un Amazon o un AliExpress europeo, así que la medida, de llevarse a la práctica, tendría cierto sentido proteccionista.

La importancia del precio bajo

Algunos van más allá y sugieren incluso que la cantinela de un teórico cierre de Shein está auspiciada por su competencia. Es decir, que detrás de todo el ruido estarían las trompetas y los bien afinados violines de otras compañías poderosas, europeas, que no quieren ver su negocio amenazado. En este sentido, H.M. Zubieta, jurista y novelista, ha señalado en un tuit muy compartido que el “runrún” sobre lo dañina que es la compañía en términos medioambientales y laborales “responde, principalmente, a los intereses de la industria de la moda establecida, no a una preocupación genuina”.

Zubieta expresa a este medio que el debate estaría adulterado porque “no se ha visto algo similar con otras marcas o empresas de prácticas similares, y que es particularmente sangrante porque se trata de una de las pocas marcas que ofrecen un rango de tallas mínimamente decente a un precio asequible para mucha gente”. Por ello, considera “hipócrita” señalar a Shein.

Una clienta en una tienda de ropas / UNSPLASH

“No se puede culpar al consumidor”

En cambio, Llorca no cree que haya grandes compañías que hayan alimentado este revuelo, pero admite que es evidente que a los rivales de Shein les interesa que pierda fuelle. “El refrán lo dice: a río revuelto, ganancia de pescadores, ¿no?”, comenta. Con todo, defiende que comprar en esta marca se ha convertido, para muchas personas, en la manera de estar a la moda a un precio razonable. “No se puede culpar al consumidor”, defiende.

A su juicio, la gente no tiene la culpa de lo que implica Shein. “Hay que ver cómo se puede facilitar el acceso a productos fabricados en condiciones laborales dignas”, añade, porque a todo el mundo “le gustaría comprar ropa más ética”. El problema es que el bolsillo no siempre lo permite. Así, deja una pregunta al aire: si finalmente Europa lograse obligar a Shein a cerrar en su territorio, ¿la gente que no tiene dinero para otra cosa compraría automáticamente en compañías europeas?