Si hay algo que preocupe a la gran mayoría de personas, es la salud. El pasado año, los españoles gastaron un total de 75 millones de euros en productos probióticos en las farmacias, según los datos ofrecidos por la consultora IQVIA. Una cifra que, efectivamente, prueba que hay cierta preocupación por cuidar la flora intestinal.
Generalmente, los millones de microbios que pueblan el organismo suelen convivir en paz y perfecta armonía. Sin embargo, hay veces que es inevitable sufrir algún revés. Desde una gastroenteritis hasta una enfermedad crónica. Hay diversos motivos por los que la entente cordiale de nuestro organismo puede verse alterada.
Vías naturales vs alternativas artificiales
Existen múltiples alimentos que mejoran de forma natural la presencia de probióticos en nuestra flora bacteriana. El yogur y el kéfir son los ejemplos más populares. La gastroenteróloga Anna María Accarino, del Hospital HM Nou Delfos de Barcelona, suma a esta lista "algunos encurtidos y quesos fermentados. Por ejemplo, la mozzarella o el provolone", tal y como explica a Consumidor Global.
Más allá de estas vías naturales, el mercado ofrece otras alternativas más artificiales. Por ejemplo, aquellos productos que destacan en su etiquetado el término "probióticos" o los complementos alimenticios que se venden en forma de cápsulas o pastillas. "Los probióticos son bacterias vivas y, dependiendo del proceso al que se somete el alimento, muchos mueren", anticipa la doctora Accarino.
Yogures con probióticos, "en entredicho"
Las estanterías de los supermercados están repletas de yogures. Diferentes marcas, sabores, tamaños, propiedades y precios forman un abanico de posibilidades adaptadas a las necesidades de cada consumidor. Algunos de estos productos resaltan en el envase la palabra "probióticos". Una forma de llamar la atención de aquellos que padecen de colón irritable, estreñimiento y problemas similares. "Para que podamos decir que es un probiótico tiene que haber sido demostrado en ensayos clínicos que, el producto en cuestión, es beneficioso para el ser humano. Tiene que ser seguro y eficaz", destaca a Consumidor Global, el doctor José Walter Huaman, especialista en aparato digestivo del Hospital Universitario General de Cataluña.
"Cuanto más manipulado está el yogur, en cuanto a edulcorantes, sabor o colorantes, la cantidad de probióticos está un poco en entredicho. Eso no quiere decir que no lleven, pero el yogur natural o el kéfir son más ricos en probióticos", explica la gastroenteróloga. "Los yogures que son más portadores de probióticos son los naturales, ni los desnatados ni los edulcorados", insiste la doctora Accarino.
Cuándo usar el término probiótico
Marcas populares ofrecen yogures con "probióticos naturales". Una definición que se añade en yogures que no son totalmente naturales. Se le han añadido sabores y edulcorantes. En estos casos, es "probable que puedan llevar algunas cepas. Si esa cantidad y tipo de cepas producen un efecto realmente significativo en el ser humano, es algo que no se puede probar hasta que no se demuestre en estudios bien hechos”, detalla el doctor Huaman. "Actualmente, para que un yogur pueda llevar en su etiquetado ‘con probióticos’ debe demostrar que contengan Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus [bacterias ácidas lácticas utilizadas frecuentemente en la fermentación de la leche]", explica a Consumidor Global Clara Aguado, farmacéutica y nutricionista en Kobho Labs.
La normativa indica que "deben contener un mínimo de 10^8 unidades formadoras de colonias por gramo, de acuerdo con el Reglamento (CE) Nº 1924/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de diciembre de 2006", explica la farmacéutica. "El yogur básico, que es leche fermentada, lleva los probióticos correspondientes. Cuanto más elaborado está el yogur, posiblemente más difícil sea que las cepas de los probióticos sobrevivan", explica la gastroenteróloga del hospital barcelonés. "Hay que tener mucho cuidado con todos estos productos que se venden porque realmente no todos cumplen la definición de probiótico", concluye el doctor Walter.
Los complementos alimenticios: ¿mejores que los alimentos?
Los yogures naturales son más eficaces que aquellos que han sido alterados en sabor o azúcar, pero ¿qué ocurre con los complementos alimenticios? "A diferencia de los alimentos que contienen probióticos, como el yogur natural o el kéfir, los suplementos con probióticos permiten saber con exactitud qué cantidad de cepas bacterianas se están administrando y ofrecen un espectro mayor de cepas bacterianas con efectos probióticos", defiende la nutricionista de Kobho Labs. Una opinión que comparte Alicia Navas, fundadora de El Búho Verde. Esta experta indica a Consumidor Global que "hay suplementos multiprobióticos que contienen una gran variedad de cepas, que no se suele encontrar en los alimentos todas juntas".
"Además de qué cepas contiene, también obtendremos otro tipo de información específica, como las Unidades Formadoras de Colonias (UFC), para asegurarnos de que tiene un número alto de probióticos y, por lo tanto, de que podemos obtener un beneficio con su toma", zanja Navas. En este sentido, el digestólogo del Hospital General de Cataluña insiste en que "los complementos alimenticios probióticos deberían cumplir el mismo rigor que un producto farmacéutico". "Esto quiere decir que en su etiquetado debe estar la especie, cepa, cuántos llevan y que nos digan cuáles son los estudios que demuestran que son buenos. De lo contrario, estaremos vendiendo productos que dicen llevar probióticos y ser beneficios pero, realmente, no hay ningún sustento científico que lo demuestre", concluye el doctor Huaman.
La toma de probióticos: "Útil en algunas circunstancias"
La nutricionista Elena Pérez, del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, afirma a este medio que con una alimentación variada "no es necesario utilizar más probióticos que los que nos encontramos en los alimentos". Ahora bien, hay casos puntuales en los que hay que recurrir a la ingesta. Unas circunstancias como puede ser la toma de antibióticos. En este tipo de casos "se pueden prescribir los probióticos adecuados, recomendando además reforzar con los naturales", explica la especialista.
La gastroenteróloga Accarino también defiende que una persona sana y con una dieta equilibrada no tiene necesidad de tomar probióticos. Esta experta reconoce que la toma de estas bacterias es “útil en algunas circunstancias como puede ser una gastroenteritis o unas circunstancias en las que el individuo no consigue hacer una dieta saludable”. Navas sostiene que "los yogures son un producto alimenticio ‘de mantenimiento’ con eficacia poco comprobada". "Cuando una persona necesita un tratamiento a base de probióticos, lo recomendado es buscar suplementos específicos con las cepas necesarias y de marcas de calidad que garanticen la eficacia de su producto", añade.
Apuesta por una dieta equilibrada
"Hay más evidencia científica de que la microbiota intestinal influye enormemente en la salud del sistema digestivo, y de todo el organismo. Para ello hay que asegurarse de que existe un equilibrio en nuestra flora intestinal. Los suplementos probióticos cumplen esta función, además ayudan en enfermedades como el estreñimiento, el colon irritable, la candidiasis, etcétera", explica Navas. "Las líneas de investigación con probióticos están actualmente en auge y son numerosas las potenciales indicaciones terapéuticas de estos productos", concluye Aguado, la farmacéutica y nutricionista de Kobho Labs.
Frente a una amplia oferta de productos para mejorar la microbiota, los expertos parecen decantarse más por las vías naturales para tratar la flora intestinal. Así, Elena Pérez, nutricionista de Quirónsalud Madrid, destaca a Consumidor Global que “una alimentación variada y equilibrada es la mejor recomendación para cuidar la flora bacteriana”. “Lo que ha demostrado ser un beneficio en la microbiota intestinal es la dieta mediterránea, con productos con fibra”, defiende el doctor Huaman. “Lo más importante para mantener la flora bacteriana en unas condiciones óptimas es mantener una dieta equilibrada. Si una persona está sana y come bien, no sería necesario hacer nada más”, zanja la digestóloga Accarino.