El último estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación constata que el desperdicio alimentario se dispara durante las vacaciones. En concreto, un 36% de las compras veraniegas de los españoles acaba en la basura. Un problema que no solo repercute en el bolsillo, sino también en la sostenibilidad y, en ciertos casos, hasta en la salud.
La seguridad alimentaria es una asignatura pendiente para gran parte de la población, que ignora los riesgos a los que se enfrenta con algunos de sus hábitos. Y desconoce, así, los peligros que conlleva, por ejemplo, olvidar carne, pescado y fruta en la nevera al marchar de vacaciones. A pesar de que cada electrodoméstico cuenta con zonas concretas para mantener la frescura de muchos alimentos, pocos se paran a pensar en ello y los colocan sin ton ni son.
Productos peligrosos ante el abandono
Unos días antes de abandonar la residencia para empezar las vacaciones se recomienda hacer un listado de los alimentos que quedan en la nevera y anotar su perecibilidad. Elena González, bióloga y experta en seguridad alimentaria, señala que las carnes y los pescados son los productos más frágiles ante el paso del tiempo. Por lo tanto, lo ideal sería comerlos o bien congelarlos, eso sí, de forma correcta y cuanto antes. De esta manera, tanto carnes como pescados habrán perdido menos propiedades y aguantarán mejor el frío.
Por otra parte, la fruta y la verdura aguantan un poco más si están bien tratadas. “La fruta, si ya está algo madura, sería bueno trocearla y sellarla en un recipiente con papel film en la nevera”, explica González. Y en la medida de lo posible, al igual que ocurre con la verdura, guardarla en los cajones del frigorífico, ya que la temperatura no es tan baja como en la zona superior, algo que permitirá que se mantenga algo más fresca y alejada de otros alimentos.
Cuidado con los hongos
Sin embargo, en lo que respecta a la fruta, la bióloga insiste en un problema que no se suele tratar en la mayoría de los hogares. Y este problema recibe el nombre de micotoxina. “Estas sustancias venenosas las producen los hongos. De normal, la gente corta la parte con pelillos más visible y se come el resto, pero no se puede saber hasta dónde han penetrado estas sustancias”, señala la experta en seguridad alimentaria.
La mejor solución ante estas situaciones es tirar toda la pieza y todas aquellas hortalizas o frutos que hayan podido estar en contacto directo con ella. También es importante comprobar que la fruta no haya perdido agua, ya que este líquido podría contener toxinas que hayan permeado otros elementos cercanos.
Fecha de caducidad relativa
Por otro lado, desde el equipo de Phenix, compañía especializada en el reaprovechamiento de los alimentos de negocios y restaurantes, advierten de que en determinados productos la fecha de caducidad no implica que un alimento pierda propiedades ni se convierta en algo incomestible. “La leche puede aguantar cerca de dos meses tras su fecha de consumo preferente, siempre que permanezca bien cerrada. Con el chocolate pasa lo mismo, pero resiste hasta dos años. Y así con productos como la miel, la pasta o las legumbres secas”, indican desde la empresa.
Para aquellos alimentos con menos esperanza de vida, también hay trucos que pueden alargarla un poco más. Los huevos, mientras estén refrigerados, pueden aguantar cerca de un mes tras su fecha de caducidad. Algo similar ocurre con los quesos que, según la variedad, y con los quesos frescos como excepción, pueden soportar entre dos semanas y un mes tras su supuesta caducidad. En todo caso, se recomienda comprobar su aspecto, olerlo por si se detecta algún cambio en sus propiedades convencionales y, en todo caso, probar una pequeña porción del alimento en sí. Si en las tres pruebas no se nota una diferencia significativa, casi siempre querrá decir que dicha comida aún se mantiene en condiciones.
Una congelación correcta
La congelación es la alternativa más segura para conservar comida, aunque no siempre se sabe cómo hacerlo correctamente. “No todos los alimentos requieren la misma forma de congelación. Frutas y verduras deberían estar lavadas, peladas y cortadas en pequeños tacos. Y la carne o el pescado es muy importante que estén separados en porciones individuales”, indican desde la firma de reparto de comida.
Por su parte, Elena González señala que la nevera también tiene sus trucos para aumentar la durabilidad de algunos alimentos. La leche y los huevos se suelen guardar en las baldas de la puerta, a pesar de que esta zona es la que mayor intercambio de temperaturas sufre, algo que puede afectar a alimentos sensibles como estos. O carnes y pescados, que deberían estar en la zona superior --la parte donde disminuye más la temperatura-- y en envases separados que recojan los fluidos que sueltan. Así, no se produce contaminación cruzada y se evita que este líquido pueda salpicar a los productos que se encuentran debajo.