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Esto es lo que cobran Santander, BBVA o Unicaja por duplicar una tarjeta deteriorada

Este servicio, que se hace necesario cuando el plástico está desgastado, tiene un coste diferente en cada entidad, y algunas solo lo aplican en determinados casos

Juan Manuel Del Olmo

Una persona sostiene su tarjeta duplicada / PEXELS

El roce con otras de su especie dentro de la cartera, la entrada y salida de la ranura de los cajeros, el contacto con los datáfonos… Las tarjetas de crédito y de débito pueden sufrir desgaste (físico, el trajín de gasto que lleve cada una es cosa aparte) con la fricción, especialmente del contactless o de la banda magnética. Así, pasado un tiempo, la tarjeta puede dejar de funcionar como debería.

Dado que la tarjeta bancaria no es un artículo que pueda repararse, muchos bancos cobran una comisión a sus clientes cuando les toca renovarla (es decir, imprimir un nuevo rectángulo de plástico de apenas unos centímetros), aunque el desgaste haya sido natural y no algo forzado o provocado por el usuario.

Desgaste del plástico

“En el día a día, el cliente realiza diferentes actividades con sus tarjetas de débito y crédito. Entre otras, hace compras, paga servicios, efectúa operaciones financieras o estrictamente retira efectivo en cajeros automáticos, ocasionando el desgaste del plástico debido al uso, por lo que es necesario solicitar una nueva tarjeta para evitar el rechazo en los comercios”, reconoce BBVA en su web.

Tarjetas y billetes en una cartera / PEXELS

A preguntas de este medio, fuentes de BBVA indican que aplican una comisión de 4 euros por emisión de duplicado de tarjeta. Es una cifra que se ha modificado recientemente, puesto que hace solo unos meses (en noviembre de 2023) eran 6 euros, un 33% más. Ahora bien, no se cobra siempre: hay cierta comprensión (que no es poca cosa al tratarse de un banco) y la compañía trata de determinar por qué se ha estropeado la tarjeta, de modo que el cargo llegará solo en aquellos casos en los que “la causa de la emisión sea atribuible al cliente".

Robo o extravío

"En el caso del deterioro de la tarjeta, la comisión nunca se cobra. Se cobra sólo en caso de que la solicitud de duplicado sea por robo o extravío. Tampoco cobramos el duplicado si el cliente tiene que pedirlo porque no le ha llegado una tarjeta recién contratada o renovada”, afirman fuentes de BBVA. 

Para los clientes de Caixabank, obtener un duplicado resulta algo más caro: 5 euros. En su web, la entidad no habla de dirimir responsabilidades ni de nada parecido.

Sabadell, más barato

Banco Sabadell, por su parte, detalla en un documento donde desglosa una serie de condiciones que cobra 3 euros por realizar un duplicado de tarjeta, de modo que resulta más barato hacerlo aquí que en los dos bancos anteriores. Eso sí, tampoco hay ningún asterisco que sugiera que en determinados casos será gratuito.

Una persona saca dinero de uno de los cajeros de un banco / FREEPIK - @Drazen Zigic

Algunos comentarios publicados en redes sociales de clientes insatisfechos parecen confirmar esta cifra. “Tres euros me cobran en Sabadell por un duplicado de tarjeta dada de baja por indicación de ellos mismos. Hay que ser cutre y ruin para cobrar tres míseros euros por algo que ellos te han pedido que hagas”, se quejaba un cliente.

Bankinter y Santander

En Bankinter, este servicio tiene el mismo coste: 3 euros. Eso sí, se dice que esta es la “comisión por duplicado de tarjeta por causa atribuible al cliente”, de modo que muchos usuarios deberían poder obtener su duplicado a coste cero.

Por su parte, el banco Santander se desmarca de esta tendencia y ofrece el servicio de forma gratuita. Al menos para algunos de sus clientes: “No tiene coste para el cliente de la Cuenta Santander”, explican a este medio, sin especificar si los clientes de la Cuenta de Pago Básica, los de la Cuenta Mini o los de la Cuenta Mundo sí deben pagar por un duplicado.

Una persona sostiene su tarjeta / PEXELS

Unicaja: pagas sí o sí

Con Unicaja el coste vuelve a ascender: el banco con sede en Málaga cobra 4 euros por duplicar la tarjeta, aun cuando el desgaste no sea responsabilidad estricta del cliente.

Se trata de importes escasos, anecdóticos, pero hasta cierto punto incómodos cuando el usuario no es el responsable del deterioro. Asimismo, cabe ponerlos en perspectiva con la época dorada que viven las entidades, con unos beneficios de miles de millones de euros.