Las polémicas palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en el diario británico The Guardian, donde atacó a la ganadería intensiva y las macrogranjas de carne, no son una anomalía: están en sintonía con los planes a largo plazo del Gobierno. Y concuerdan con la línea a seguir de la Unión Europea.
La intención es cambiar el patrón industrial de producción de carne: promover la ganadería extensiva y las razas autóctonas. Con ello, se pretende ganar tanto en calidad de la carne como en sostenibilidad medioambiental. El mayor obstáculo sería el precio.
Del 'chuletón imbatible' a la apuesta por la ganadería extensiva
La polémica por la carne no es nueva. En mayo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, respondió a Garzón hablando del ya célebre “chuletón imbatible”. No obstante, su Gobierno elaboró un documento (el proyecto España 2050) que recogía la necesidad futura, para la población española, de “reducir la ingesta de alimentos de origen animal”. En definitiva, la necesidad sustituir el modelo actual es una asunción con base científica compartida en Europa.
Por su parte, Alberto Garzón se ha ratificado en su apuesta por la ganadería extensiva en detrimento de la industrial que, insiste, contamina el suelo, las aguas y produce más gases de efecto invernadero. A su juicio, esta carne no tiene la misma calidad que la producida en la ganadería extensiva y tradicional, con independencia del país de origen. Mientras, la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, ha vuelto a manifestar que el Gobierno es "contundente" en el apoyo al sector ganadero de este país en referencia a las palabras de Garzón.