El desperdicio de platos cocinados aumenta durante los meses de verano un 35,8 por ciento, según ha informado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) que constata una tendencia crecimiento en 3 de cada 4 hogares españoles. Por este motivo, el Ministerio ha puesto en marcha en junio la campaña 'Aquí no se tira nada' y prepara una ley específica para combatir el desperdicio en toda la cadena alimentaria.
Los datos de las diferentes oleadas del Panel para la cuantificación del desperdicio alimentario en los hogares españoles reflejan que en la temporada estival se produce una peor gestión en el uso de los alimentos debido a factores como el calor, que influye en una menor durabilidad de los mismos, las vacaciones y el mayor tiempo de ocio. Según los resultados del último panel, en la oleada de primavera-verano de 2020 se produjo un incremento del 1,1 % en el volumen de alimentos tirados a la basura con respecto a la de otoño-invierno 2019-2020.
Estacionalidad en el despilfarro
Las diferencias son más significativas en el caso de los alimentos cocinados, cuyo volumen arrojado al cubo de la basura fue en los seis meses cálidos de 2020 un 35,8 % superior al registrado en el otoño-invierno anterior. Por el contrario, la cantidad de alimentos y bebidas sin procesar, las arrojadas al contenedor tal y como se compraron, descendió un 6 %, aunque su peso en el conjunto de los desperdicios es muy mayoritario.
El 23,1 % de los alimentos arrojados a la basura entre primavera y verano son cocinados, porcentaje que en otoño e invierno desciende al 17,2 %. Según los datos del panel, el 42,1 % de los hogares arroja a la basura platos preparados en la temporada estival, frente al 38,1 % que lo hace en el semestre de otoño e invierno.
Planes de futuro
Ante estos datos, el Gobierno proyecta dar más pasos adelante en su compromiso contra el despilfarro y prepara un proyecto de ley que tendrá carácter pionero en España para prevenir y combatir el desperdicio tanto en el hogar como en la cadena de producción alimentaria.
Para prevenir el desperdicio se establecerán una serie de usos prioritarios de los alimentos entre los que tendrán preferencia la alimentación humana. Para ello se fomentará la donación y la distribución, garantizando la seguridad y la trazabilidad.