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Décimas (y otras tiendas) rajan las prendas con taras para que nadie las pueda reaprovechar

La cadena de moda deportiva, y otros locales como la zapatería valenciana Ulanka, realizan está práctica contraria a la ley de residuos, que prohíbe la destrucción de lo que no se venda

Ana Carrasco González

Varias botas rajadas de la zapatería Ulanka, una práctica también habitual en Décimas / TWITTER

“En la tienda de Décimas donde trabajo, a finales del mes pasado, el encargado le pidió a mi compañera que rajara las prendas que tenían una tara para que nadie las pudiera aprovechar. Es una vergüenza”, revela a Consumidor Global un empleado de esta cadena de moda deportiva que, por razones obvias, prefiere permanecer en el anonimato.

Décimas ni come ni deja comer. Si no se puede vender, nadie más lo puede utilizar. “Esto se hace con prendas que se consideran defectuosas. Pero hay taras y taras”, señala la misma fuente. “Es verdad que una vez, intentaron robar una camiseta y al sacar la alarma la agujerearon. Pero, hemos tirado unas zapatillas que devolvió un cliente porque un pie le apretaba más que otro. Rajado y en la basura acabó”, relata.

Es una práctica “diaria”

“Es que se podrían donar o quedárnoslas nosotros. No, tenemos que romperlas con una tijera y tirarlas a la basura. Es increíble”, se queja el trabajador que explica que este polémico procedimiento se efectúa antes de hacer el inventario, pues es cuando se retiran las prendas que no se puedan contar en el stock. “Pero se podría decir que es una práctica diaria ya que siempre que llega una tara y la metes en la caja, se queda hasta que se raja”, subraya.

 
Este medio se ha puesto en contacto con Décimas, pero al término de este reportaje no ha recibido respuesta sobre su postura al respecto. Sin embargo, no se trata de la única cadena de moda que tiene este controvertido hábito. El pasado 19 de enero, David L. compartió en Twitter unas fotografías de una calle de Zaragoza donde se ve una caja llena de botas de la zapatería Ulanka, en buen estado, pero con una enorme raja en el centro para evitar que alguien las viera y se las quisiera llevar.

Las otras tiendas

“Qué generosos, que dejan zapatillas para que la gente las coja. Ay no, que las rajan para que nadie pueda llevarse artículos a casa que están en perfecto estado. Esto es una barbaridad y ya os adelanto que no he sido el único que lo ha visto porque había varias personas alucinando con la situación”, explica el joven en su cuenta personal. En una de las respuestas, otra de las usuarias destaca que “en cierta multinacional francesa de deportes también nos mandaban rajar zapatos y pelotas que no servían por defectos”.

Por otro lado, Amazon destruye cada día en España miles de productos sin vender que proceden de devoluciones, con alguna pequeña tara, tal y como desveló EPE. De hecho, la compañía estadounidense reconoció entonces que la gestión de devoluciones y productos no vendidos es "un desafío", al tiempo que fuentes solventes de la industria reconocieron que la destrucción es muy habitual.

Generan peor imagen

Neus Soler, profesora de marketing en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica a Consumidor Global que estos establecimientos no quieren que estas prendas lleguen al mercadillo, pues desprestigia la marca. “Pero, no hay excusa. Con la economía circular han llegado opciones que permiten aprovechar o dar una segunda vida al producto sin que llegue al mercadillo”, puntualiza la experta.

Una bota rajada de la zapatería Ulanka / TWITTER

“En este sentido, a estas empresas les convendría darle una vuelta al asunto, porque si lo hace por un tema de imagen, a estas alturas de la película en que la sociedad exige unos mínimos a las empresas, generan peor imagen con esta política interna”, argumenta Soler.

La ley de residuos

Por otro lado, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, aprobada por el Congreso el pasado mes de abril, obliga a establecer sistemas separados de recogida de residuos textiles antes de 2025 y prohíbe la destrucción de excedentes.

La nueva norma establece que “queda prohibida la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos tales como textiles, juguetes, aparatos eléctricos, entre otros”. Estos excedentes deberán destinarse primero a canales de reutilización, como la donación, y “cuando esto no sea posible, a la preparación para la reutilización”.