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Los cristales de gafas que General Óptica vende por 600 euros y a los dos años están inservibles

La clienta Aina Díaz acusa a la compañía de aplicar obsolescencia programada en productos de precios desorbitados y lamenta la falta de ayuda económica por parte del Gobierno

Establecimiento General Óptica / JESÚS HELLÍN - EP
Establecimiento General Óptica / JESÚS HELLÍN - EP

Aina Díaz sufre de miopía magna, es decir, aquella que supera las ocho dioptrías. Para ella, vivir con plena normalidad requiere estrictamente de llevar gafas o lentillas, y no valen cualquiera. Sus gafas deben portar unos cristales progresivos y con veinte tratamientos para proteger su precaria salud visual. General Óptica se encarga de ofrecerle su indispensable artículo, sin embargo, realizando una práctica “habitual” de obsolescencia programada. 

Hace tres años, cuando Díaz adquirió unas gafas, el cristal le costó 600 euros. “En General Óptica hacen descuentos del 50 % en progresivos durante el mes de octubre, así que en vez de pagar 1.200 euros, pagué 600 euros. Fuera de este mes, cuesta 1.200”, explica la afectada. Por consiguiente, el precio de los cristales no es asequible para toda la población y hay que destacar que la Seguridad Social no cubre este gasto, pese a que se trata de un producto imprescindible para la salud y no un “capricho puntual”.  

Justo acabada la garantía

“Lo otro es el precio de la montura que obligan a comprar para aplicar el descuento y dar dos años de garantía”, cuenta Díaz. “Por suerte tres años después no me ha empeorado la vista con lo que podría seguir haciendo uso de mis gafas, que utilizo solo en casa, pues a la calle salgo con lentillas”, señala la clienta de esta óptica. 

Las gafas deteriodas de Aina Díaz   TWITTER
Las gafas deteriodas de Aina Díaz / TWITTER

No obstante, justo al acabar la garantía, a los dos años y tres meses, los cristales de las gafas de Díaz empezaron a perder sus tratamientos y a degradarse. “Al principio muy poco, pero hace dos meses ya estaban inservibles”, resalta. De hecho, en la imagen se puede apreciar la perceptible degradación. “No son rayaduras, es cristal pelado por el simple paso del tiempo”, apunta la usuaria al respecto. 

La “surrealista” respuesta de General Óptica

Dado el precio que tienen sin descuento –1.200 euros–, Díaz decidió esperar al mes de los "progresivos" para que General Óptica se los vendiese a otro coste al comprobar y asumir que le había otorgado un artículo “defectuoso o con obsolescencia programada”. La respuesta desde la compañía no se hizo mucho de rogar y la clienta la tacha de “surrealista”. 

“Me dijeron que ya no hay garantía con ellos. Que tengo que asumir que los cristales tienen una vida de dos o tres años. Que el fabricante confirma que tampoco hay garantía con ellos. Que si quiero descuento tengo que, sí o sí, comprarme otras monturas. Que si no me las compro me hacen el favor del descuento pero no me dan garantía”, expresa Díaz, quien añade que al tener miopía magna, el no uso de gafas y lentillas de calidad no es una opción.

La SS no cubre ni apoya ni desgrava

La compradora denuncia públicamente a General Óptica por el trato, a los fabricantes y “su obsolescencia programada” en un artículo de salud y a la Seguridad Social por “no cubrir ni apoyar ni desgravar” este tipo de productos. Jordi Navarro, responsable académico de Deusto Formación, explica que “la obsolescencia programada afecta a la mayoría de bienes que podemos adquirir en España. Sólo el Real Decreto 110/2015 sobre aparatos eléctricos y electrónicos incluye dentro de las obligaciones para los fabricantes, que estos aparatos sean diseñados y producidos de forma que se prolongue lo máximo posible su vida útil”. 

La factura de hace tres años que recibió Aina Díaz   TWITTER
La factura de hace tres años que recibió Aina Díaz / TWITTER

“Más allá de esta obligación para los productos electrónicos, el resto de productos se rige por la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. Esta, desde el año 2022, amplía el plazo de garantía legal de los productos de 2 a 3 años y los fabricantes estarán obligados a ofrecer piezas de recambio durante 10 años desde la descatalogación, entre otras novedades”, argumenta el experto. “Más allá de estas garantías nada se puede hacer ante estos casos de obsolescencia óptica programada. La Seguridad Social no cubre las gafas desgraciadamente”, zanja Navarro.

La postura de General Óptica

“Obviamente, nosotros no vendemos productos con obsolescencia programada”, se apresuran a responder a Consumidor Global desde General Óptica. “Estos tipos de productos sufren frecuentes desgastes debido a su uso. No decimos que sea normal que duren dos o tres años, sencillamente, este tipo lentes igual que otros artículos se desgastan y se puede ir deteriorando por el propio uso”, se limitan a decir. 

Desde la empresa señalan que todo ello depende del uso que se le da. “Si las tienes durante tres años metidas en un cajón, pues no se van a desgastar. Según el cuidado y el uso que se le ha ido dando, puede haber más o menos deterioro”, subrayan. “Por suerte, nosotros tenemos una antigüedad relevante y contamos con una gran clientela. Si tuviéramos un producto con obsolescencia programada, no tendríamos los clientes que tenemos”, presumen desde General Óptica. 

Los materiales

Tradicionalmente, las lentes para gafas eran de vidrio, un material que presenta inconvenientes tales como su fragilidad y densidad, que se traducía en unas gafas que se rompían fácilmente y eran muy pesadas. Con el propósito de mejorar, ahora se tiende a utilizar materiales plásticos, más ligeros y con más resistencia al impacto. Actualmente, más del 90 % de las lentes para gafas son de este tipo de material. En cambio, una de las vulnerabilidades de los materiales plásticos es su mayor dificultad para fijar tratamientos superficiales", señalan desde la Facultad de Óptica y Optometría de Terrassa (FOOT)

Por estos motivos, FOOT  explica que los procesos industriales de producción están en constante evolución para garantizar su durabilidad cuando las gafas se utilizan para usos comunes. "Sin embargo, como en cualquier proceso de fabricación, dicho tratamiento puede sufrir alguna alteración inesperada que introduzca algún defecto. Atribuir al fabricante la voluntad de reducir la vida útil del tratamiento, programando así su obsolescencia, no se corresponde con la realidad", matizan.

“Es avergonzante”

Por su parte, Gabriel Rodríguez, cofundador de Sin Comisiones, describe la situación como “avergonzante”. No solo esto, el experto señala que, “como mínimo, esto se podría catalogar de práctica fraudulenta”. “Desde luego sí que, si yo fuera la clienta, pondría una hoja de reclamaciones en el establecimiento e incluso me informaría en Consumo sobre este asunto en particular. Aunque si nos basamos exclusivamente en un tema de garantía, no creo que haya mucho de donde rascar”, reconoce.

“Por otro lado, en relación a la cobertura de este tipo de asuntos por parte de la Seguridad Social, creo que va un poco en la misma línea que la cobertura del dentista o el psicólogo, algo que considero también fundamental pero que a día de hoy solo puedes asumirlos de manera privada”, concluye Rodríguez.

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