La industria de la cosmética está en constante evolución, siempre dispuesta a remediar uno de los mayores desafíos de la humanidad: la vejez. De ahí, que tenga que recurrir a ingredientes tan exóticos como la sangre de dragón, el veneno de serpiente y la baba de caracol.
Estas sustancias están presentes en algunas cremas que se venden en supermercados, tiendas de cosmética y hasta en las farmacias. Sin embargo, los expertos piden cordura ante el alud de este tipo de remedios novedosos que se promocionan como milagrosos.
Sin base científica
En el caso de los extraños ingredientes citados, el de baba de caracol es uno de los pocos que cuenta con estudios que avalan sus propiedades regenerativas. Mientras, el veneno de serpiente, algo más controvertido en el mundo científico, ofrece un efecto lifting en la piel, según insisten algunas marcas y distribuidoras. Pero, en los últimos años, la sangre de dragón es la que se ha colado con fuerza en numerosos estantes, sobre todo de la mano de la cadena Mercadona, convirtiéndose en todo un fenómeno de ventas.
Su nombre, aunque parece sacado de la serie Juego de Tronos, atiende a una razón: la fórmula está hecha con un 4 % de resina del árbol de Croton Lechleri, también conocida como sangre de dragón. A esta sustancia algunos le atribuyen propiedades antioxidantes, cicatrizantes y antiinflamatorias.
Muchas incógnitas por despejar
La sangre del dragón, pese a su éxito, todavía es una incógnita para la comunidad científica. Algunos estudios aseguran que es uno de los ingredientes de origen vegetal con mayor número de antioxidantes, pero los expertos consultados por este medio desconocen cómo aplicarlo para conseguir un buen resultado. “Prefiero recomendar el uso de antioxidantes con una eficacia más demostrada como la vitamina C”, subraya el doctor Pedro Rodrigo Jiménez, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). En la misma línea, la doctora en Biología Molecular, Maite Herrera, señala en la publicación Guía de la Piel, que “si bien se han probado sus propiedades cicatrizantes en la medicina convencional, no se sabe cuáles son los efectos de la sangre de dragón sobre el envejecimiento de la piel”.
Asimismo, los farmacéuticos también ven con recelo el uso de este tipo de componentes en la cosmética. Mónica Gras, de la farmacia barcelonesa Lidia Gilabert, considera que las cremas que se venden en las boticas presentan más garantías que las que se pueden encontrar en los supermercados o grandes cadenas cosméticas. “En nuestro caso, detrás de cada producto que ofrecemos existen unos estudios científicos que lo aprueban”, subraya. Sin embargo, según Gras, las grandes cadenas de supermercados que venden este tipo de cosmética se preocupan más por “la venta que por la calidad del producto en sí”.
La importancia de leer bien el etiquetado
Carla Escuder, de la Farmacia Escuder de Tarragona, asegura que, al final, los controles de calidad son los mismos para todos, es decir, los supermercados, las tiendas de cosméticos y las farmacias. Además, a su parecer, la diferencia está, más que en los ingredientes usados, en el asesoramiento, casi tan importante como el producto en sí. “En una farmacia te sabrán descifrar el INCI (the International Nomenclature of Cosmetic Ingredients), es decir, los ingredientes que componen cada crema, pero en un supermercado no”, añade.
Por ello, según Escuder, no hay que fijarse sólo en el principio activo, sino en la fórmula completa. “Que contenga un ingrediente más destacado no significa que sea un buen producto en su conjunto”, explica. Asimismo, esta farmacéutica se queja de que algunas marcas utilizan como gancho publicitario el principio activo de la fórmula que, en general, es más atractivo para captar la atención del consumidor.
No es oro todo lo que reluce
Sobre el fenómeno concreto de la crema superventas de Mercadona, la doctora Herrera asegura que “tiene derivados del petróleo, filtros solares químicos, así como antioxidantes sintéticos”. No obstante, todos estos ingredientes, pese a lo que se puede creer, están avalados por la Unión Europea, tal y como matiza esta experta.
Según apuntan varios profesionales médicos, el problema es que conocer bien la composición completa de un producto de este tipo todavía es una asignatura pendiente para la mayoría de consumidores. Por ello, recomiendan obtener una buena atención en tienda y utilizar productos con una eficiencia científica comprobada. Aunque, por muchos efectos milagrosos que prometan algunas cremas, “la cosmética no va más allá de la piel y, por tanto, nunca ofrecerá un resultado inmediato”, concluye la farmacéutica Escuder.