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Las Aston Martin de las bicicletas: 10.000 euros y esperar más de un año para estrenarlas
Las tiendas que ofrecen productos personalizados experimentan un considerable aumento de la demanda de estas piezas de coleccionismo hechas a medida
Con la llegada de la pandemia las bicicletas empezaron a venderse como churros --en 2020 se vendió una cada tres minutos en España–, y algunas de ellas, pocas, cuestan más que un coche. “Hay gente que ha invertido el dinero que tenía para hacer un viaje en una bicicleta personalizada y premium hecha a medida”, es decir, la Aston Martin de las bicis, explica Javi Campllonch, director de la tienda Velòdrom Barcelona.
Lo primero que hizo el canadiense Christian Meier al dejar el ciclismo profesional fue autorregalarse la bicicleta con la que había soñado toda la vida. Hasta ese momento, siempre había rodado con la que le proporcionaba el equipo. Por fin podía elegir, y así abrió en 2016 The Service Course (TSC) en Girona --también están en Niza, Oslo y Wilmslow--, otra tienda que trabaja con los mejores artesanos y los más altos estándares de calidad para proporcionar a sus clientes auténticas joyas de dos ruedas a unos precios prohibitivos para el común de los mortales.
Las Aston Martin de las bicicletas
El público que acude a cualquiera de estas dos tiendas especializadas, además de tener un nivel adquisitivo alto, es aquel que se ha cansado de las marcas comerciales y busca una experiencia diferente en el ciclismo. El símil más fácil sería el de los coches. “Es como pasar de un Audi a un Aston Martin”, apunta Campllonch.
“Suelen ser de acero, y, cuando eres un poco friki de la bici, es como que sientes más la carretera. Es como conducir un clásico”, explica Lluís Hortet, apasionado del ciclismo y cliente de TSC, quien asegura que al acudir a estos establecimientos busca la personalización al máximo y la seguridad de llevarse una pieza única de coleccionismo, hecha a la medida de su geometría, para toda la vida. Pero, ¿a qué precio?
Un producto elitista a precio de oro
Tanto en TSC como en Velòdrom coinciden a la hora de establecer el precio mínimo de estas bicis hechas de forma artesanal en talleres especializados: de los 7.000 euros no baja. “La mayoría cuestan entre 10.000 y 15.000 euros”, apunta el director de marketing de TSC, Nil Camarasa, quien apunta que, en función de los componentes de construcción que elija el cliente, el precio “siempre puede subir”.
Antes este tipo de bicicletas personalizadas estaban reservadas a un público de élite, “pero ahora son un poco más asequibles” porque cada vez trabajan con más artesanos y colaboradores de todo el mundo “que aportan un valor añadido”, asegura el ex ciclista Christian Meier. Por lo general, se suele hacer una paga y señal al encargar las piezas y el resto se abona en el momento de la entrega. Para pedidos superiores a 200 euros, TSC, que está más especializado en el público extranjero, hace envíos gratuitos a todo el mundo.
El secreto está en el cuadro
El cuadro, ese marco personalizado, “es el corazón de cualquier bici”, coinciden los expertos. “No funcionamos por tallas, sino que le pedimos al artesano que tú elijas que construya una geometría del cuadro específica acorde a tus medidas”, explica Campllonch sobre el proceso de customización.
Tras elegir el corazón, toca asesorarse y seleccionar, pieza a pieza en un catálogo de posibilidades infinitas, el resto de componentes. Desde los cambios, los frenos, el manillar y la potencia, hasta los neumáticos, los asientos y la pintura. Una serie de componentes y marcas que pueden resultar difíciles de reunir en los tiempos del Covid.
Todo lo bueno se hace esperar
El ciclismo ha vivido “un boom tremendo” en el último año y medio, coinciden tanto en TSC como en Velòdrom, que en junio abrirá en Bilbao su tercera tienda en España tras las de Barcelona y Gerona. Sin embargo, el aumento de la demanda tiene algunos inconvenientes para el consumidor, lo que sumado a la falta de suministros se traduce en un tiempo de espera que se ha duplicado.
A veces, aseguran, al depender de cada artesano es difícil dar un tiempo de espera concreto al cliente. “Un cuadro de Kiko Belle o de Bastion puede tardar alrededor de un año. Tienen lista de espera”, apunta Camarasa, quien explica que Shimano, marca con la que también trabajan, tiene muchos problemas de stock. Antes, el tiempo de entrega en Velòdrom de una bici personalizada era de entre dos y tres meses, mientras que ahora es de medio año. “Hace poco empecé un proceso para hacerme una bici, pero tardaban nueve meses y desistí. Me la haré más adelante”, sentencia Hortet, quien asegura que antes del Covid todo era más ágil.
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