Los huevos de los supermercados pueden ser blancos o marrones, más grandes o pequeños, camperos, ecológicos y, también, de macrogranjas. A veces, hay tantas variedades que el consumidor se pierde y no sabe muy bien cuál es la diferencia entre un huevo u otro. El precio es un condicionante de la decisión de compra, pero no es el único. Hay otros elementos a tener en cuenta y detalles que nos ayudarán a saber qué tipo de huevo nos llevamos a casa y nos comemos después.
Es posible saber qué grado de libertad han tenido las gallinas gracias a un número identificativo en el producto.
Las macrogranjas de gallinas existen
Cuando se dice que para hacer una tortilla hace falta romper algunos huevos, se pone el foco en ese pequeño crash. En esa acción de cascar. En esos costes o daños colaterales que se asumen como inevitables para alcanzar un resultado. Para comer carne barata y tenerla disponible en todas las tiendas, es posible que se haya asumido que el precio a pagar es la existencia de macrogranjas. Tras las palabras del Ministro de Consumo, Alberto Garzón, se puso el foco en las de cerdos, pero también las hay de gallinas.
Ricard Espelt, experto en consumo de cooperativas agroecológicas y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica que la producción intensiva de este alimento existe y que “se indica en los propios huevos”, dice. Además, subraya que “es importante que las grandes superficies incentiven el consumo de alternativas ecológicas”. Mariano Bueno, experto que lleva 40 años investigando y divulgando sobre agricultura y horticultura ecológica, coincide. El especialista cuenta a Consumidor Global que las macrogranjas avícolas existen en España, pero están en el punto de mira porque la sensibilización de los consumidores está creciendo. “En países como Francia ya tienen fecha de caducidad”, relata.
En España hay cuatro tipos de huevos
De acuerdo con la normativa actual, en España existen cuatro tipos de huevos en función del bienestar de la gallina. Estos se especifican en los primeros dígitos que deben aparecer en el huevo: del 0 al 3. El nivel 0 es el más alto y corresponde a los ecológicos. Tal y como detalla Bueno, significa que las gallinas tienen espacio para correr y que, además, el pienso que se les da es procedencia ecológica, sin transgénicos. “Lo ideal es que las gallinas tengan tierra y puedan picotear. Ellas comen insectos, escarban, cogen minerales…”, relata.
A continuación, el nivel 1 corresponde a los llamados huevos camperos: proceden de gallinas que también están al aire libre, pero cuyo pienso es de peor calidad: “Es pienso transgénico, fundamentalmente elaborado con soja y maíz que recorre miles de kilómetros”, detalla el experto. Después, el nivel 2 es para las gallinas “criadas en suelo”. Significa que están en recintos cerrados, pero con cierto espacio para moverse. Aunque “con un hacinamiento enorme”, dice Bueno.
Gallinas enjauladas: más estrés, comida y medicamentos
Por último, el nivel 3 hace referencia a los de aquellas gallinas criadas en jaulas o “en batería”. Sin espacio para moverse. Según describe Bueno, se trata de celdas de apenas unos palmos de ancho, “con un agujero para la cabeza y otro para que caiga el huevo”.
Eso abarata enormemente los costes: uno o dos operarios pueden manejar miles de gallinas. “Para los empresarios, sale más a cuenta encerrarlas, se gana en rentabilidad. Pero eso les crea mucho estrés a las gallinas, y ese estrés les obliga a comer más. Asimismo, enferman más, por lo que necesitan de más antibióticos”, añade Bueno. Es una cadena en la que las malas condiciones acaban afectando al consumidor.
La importancia del precio
La especificación debe aparecer en cada huevo y también en el envase. No obstante, suele figurar en letras pequeñas, por lo que no es fácil distinguirla a simple vista. Otro aspecto a tener en cuenta es el precio. Los huevos de marca blanca de Carrefour, Dia, y Mercadona son de gallinas enjauladas. La docena cuesta entre 1,40 y 1,65 euros.
En cambio, la docena de camperos Pazo de Vilane cuesta 3,19 euros. En la cadena BM hay opciones aún más caras: la media docena de ecológicos Euskaber cuesta 2,39 euros. Con los criados en el suelo (es decir, algo mejores, pero no demasiado) no hay tanta diferencia: 12 huevos de la marca Dagu cuestan 1,89 euros.
¿Los huevos de gallinas enjauladas tienen los días contados?
Por su parte, Aldi y Lidl ya tomaron la decisión de no comercializar huevos de gallinas enjauladas. En España, tal y como especifican los informes del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, el porcentaje de explotaciones con sistemas de cría camperos o ecológicos ha aumentado desde 2013, pero las granjas grandes son aún más grandes.
Además, algunos macroproyectos siguen saliendo adelante. El Gobierno de Castilla-La Mancha tiene previsto aprobar en un pueblo de Cuenca (cercano a un paraje natural) la construcción de una explotación avícola que acogería a más de un millón de gallinas. Según los datos de Greenpeace, en los últimos ocho años la producción de huevos en España ha aumentado un 12 %. Es decir, que aunque hayan crecido las alternativas sostenibles, las grandes empresas no han quitado el pie del acelerador. Y, según Equalia, el 77 % de las gallinas ponedoras en España están enjauladas.
Mejor sabor y más sanos
Ante la inevitable pregunta de si hay diferencias a nivel nutricional entre unos y otros, la respuesta no es del todo contundente. Algunos especialistas señalan que los ecológicos pueden tener menos colesterol porque la comida de la gallina es de mejor calidad. No obstante, Bueno reconoce que “un huevo siempre es un huevo” y que hay que poner el foco en las diferencias cualitativas más que en las cuantitativas.
Por su parte, Espelt explica que lo que sí es palpable es una correlación directa entre el sabor y las condiciones de vida del animal: cuanto más libre esté la gallina, más sabroso será el huevo.