La poeta Diane Ackerman escribió que “nada es más memorable que el olor”, a pesar de que éste se puede manifestar de manera inesperada, momentánea y fugaz. Algunos expertos aseguran, en esta misma línea, que la capacidad evocadora del olfato es superior a la de la vista y a la del oído, y que el aroma de un perfume o de un guiso puede trasladarnos más lejos que un paisaje o una canción.
Desde siempre, los perfumes se han asociado con la sofisticación. Sugieren cosas, deslizan detalles. No obstante, los más exitosos (de firmas que disparan ventas cada campaña de Navidad) cuentan con largas listas de imitadores. Y en ocasiones, esas versiones (o directamente plagios) seducen por sus bajos precios, pero el consumidor olvida los riesgos que entrañan. Así lo denuncia la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa): “los perfumes de imitación no sólo causan pérdidas económicas, sino que pueden provocar problemas de salud”.
El coste de las marcas ‘de equivalencia’
Un perfume de Loewe o de Calvin Klein de 100 mililitros puede costar unos 60 euros. Si subimos hasta marcas como Dolce&Gabbana, el precio puede ascender hasta los 90 o los 100 euros. Por su parte, un frasco de la española Saphir no pasa de los 12 euros. Se trata de una de las empresas de colonias de imitación (o ‘de equivalencia’, como suele decirse cortésmente) más populares en España. En 2017 fueron los patrocinadores de la gala de los Premios Goya, lo que provocó un revuelo notable en el sector de la perfumería. Lo cierto es que llevan más de medio siglo en la industria y que, a pesar de acumular algunas condenas, emplean a 175 trabajadores.
El mercado español es amplio y este tipo de productos también tienen su público. Según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), en 2019 el consumidor español gastó de media 170 euros al año en productos de belleza, 30 más que la media europea. A pesar de estos buenos números, la patronal ha denunciado que las falsificaciones suponen la pérdida de más de 2.200 millones de euros solo en España en los sectores de cosmética, medicamentos y productos farmacéuticos, bebidas alcohólicas y juguetes.
Del problema económico al de salud
Más allá de las pérdidas económicas, Stanpa alerta del riesgo para la salud, incidiendo en que los perfumes falsificados tienen una composición diferente a los originales, en la que se cuelan “disolventes industriales, componentes tóxicos o directamente prohibidos”. Dado que estas colonias no pasan los test exhaustivos a los que sí se someten el resto, la patronal advierte que pueden provocar problemas serios, desde dermatitis irritativas o reacciones acneiformes hasta intoxicaciones por inhalación o manchas en la piel.
El año pasado, el Grupo Español de Investigación en Dermatitis de Contacto y Alergia Cutánea (GEIDAC) realizó un estudio que determinó que las fragancias de determinados productos podían generar una gran variedad de dermatitis. Por ello, son variados los movimientos escépticos o naturistas que apelan a la necesidad de eliminar químicos, así que se combinan los estudios científicos con las sospechas de los más alarmistas.
La dermatitis alérgica de contacto existe
Por su parte, el dermatólogo L. F. cuenta a Consumidor Global que lo más importante es saber si, entre los componentes, la colonia cuenta con irritantes. "Algunos perfumes llevan potenciales sensibilizantes, lo que significa que son componentes que aumentan el riesgo de que la persona se vuelva alérgica". El experto considera que es una cuestión de seguridad: si una colonia es "buena" y está más certificada, el riesgo será menor.
No obstante, el dermatólogo señala que "está claro que, desde el punto de vista de la piel, la dermatitis alérgica de contacto a perfumes existe", por lo que convendría enfatizar los controles sanitarios.
“El alcohol es lo que más irrita la piel”
Tras preguntar en varias farmacias del centro de Madrid si han tenido clientes que llegasen buscando una crema por una reacción alérgica derivada del uso de perfumes de imitación, la respuesta unánime ha sido que no. Pero esto puede significar dos cosas: que, aunque exista un riesgo, la alarma de Stanpa quizá sea excesiva; o bien que los consumidores no responsabilizan a estas colonias de sus posibles efectos negativos sobre la piel.
Sí es cierto que en dichas farmacias, algunos responsables han explicado a Consumidor Global que la piel no se cuida todo lo que debería. “Cada persona tiene unas características distintas, y lo que a una le provoca una reacción alérgica puede no afectarle lo más mínimo a otra”, apuntan. Desde la farmacia de Calle del León, en pleno barrio madrileño de Las Letras, señalan que para algunas personas puede ser conveniente aplicarse el perfume sobre la ropa y no directamente en la piel. “También es muy importante leer bien la composición de cada colonia. Por ejemplo, algunas llevan un contenido demasiado alto de alcohol, que es lo que más irrita la piel”, detallan.
La importancia del control sanitario
“Si no pasa los controles sanitarios previos, ese perfume ya es peligroso”, apuntan desde la farmacia. No obstante, en portales de Internet es posible comprar perfumes que se anuncian como extraordinarios cuando en realidad pueden ser dañinos. Entre los más inocuos, aquellos que llevan menos alcohol, “como Nenuco”, apuntan desde la farmacia.
Las fragancias que provocan más alergias o reacciones cutáneas varían en función del sexo y la edad. En la web del Comité Científico de Sanidad de la Comisión Europea también abordan el problema, argumentando que es necesario profundizar en la sensibilización respecto al contacto con las fragancias en todos los productos cosméticos (como cremas). En esta línea, especifican que la alergia por contacto a los ingredientes de las fragancias es relativamente común: afecta entre un 1 % y un 3% de los europeos.