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La colección de ropa de Mery Turiel para Carrefour, moda low-cost poco sostenible
La reputación ‘verde’ de la ‘influencer’ queda en entredicho al promocionar prendas de poliéster, elastano y viscosa, elementos muy perjudiciales para el medio ambiente
“El que esté libre de influencias que tire la primera metáfora”. Lo escribió el poeta mexicano Efraín Huerta, reflejando que nadie es del todo original. Es imposible. La influencia es un concepto complejo: la desean los gobernantes y las empresas, pero la responsabilidad de tenerla también genera rechazo. La valenciana Mery Turiel es, con casi 900.000 seguidores en Instagram, una de las personas que más influye a miles de jóvenes españolas a la hora de comprar su ropa. Proyecta una imagen afable y sincera, siendo capaz de abrirse sentimentalmente y haciendo gala de un estilo accesible y cómodo sin renunciar a la elegancia. En algunas ocasiones ha apostado por productos sostenibles, algo que indudablemente ayuda a mejorar la reputación de cualquier marca. Y Turiel, de algún modo, también es una marca.
La joven sacó en octubre una colección de ropa de invierno con TEX, la marca textil de Carrefour. Era la tercera vez que colaboraba con la cadena. Jerséis, pantalones, una camisa y un abrigo a precios muy bajos, pero sin especificar el origen de los mismos, lo que suele significar que están fabricados en Asia. Así, tienen que recorrer miles de kilómetros hasta llegar a su punto de venta. No es, en absoluto, una disyuntiva a la que sólo se enfrente Turiel: influencers y colección de ropa es una combinación exitosa que beneficia a ambas, pero cuando los materiales y los procesos no son sostenibles pueden poner en entredicho la reputación verde de ambas.
“Mirar hacia el futuro”
Turiel no es ni mucho menos un estandarte de la sostenibilidad, pero sí ha recurrido a ella. En octubre de 2019 promocionó la marca de champú sólido Valquer. “Llevaba mucho tiempo pensando en usar champú en pastilla como una manera de reducir el consumo de plásticos de un solo uso”, escribió entonces en Instagram. Más tarde ha realizado sorteos con Freshly Cosmetics, de los que ha destacado sus “valores sostenibles y naturales”. Igualmente, la hemos visto en Instagram con un vestido de una colección sostenible de H&M. También ha apostado por la carne vegetal de Heura y subió una foto con el bralette ecológico de Intimissimi en marzo del año pasado. Según decía en Instagram, era una buena manera “mirar hacia el futuro”. La prenda, enmarcada en la Green Collection de la firma, está fabricada “con tejidos sostenibles de bajo impacto medioambiental”. La influencer añadió en su post: “Es suave, transpirable y aporta un granito de arena al cuidado del medio ambiente. Mejor imposible”. Un granito de arena minúsculo.
Turiel se dedica fundamentalmente a compartir sus looks, así que colabora con un enorme abanico de marcas. Entre las que promociona, las sostenibles son minoría. Una de las grandes firmas con las que ha trabajado es Lefties. Y entre las respetuosas también está Meyme, de quien vistió una camisa con sello ecológico de algodón orgánico. Saliendo del ámbito textil, la instagramer sacó un vino ecológico y vegano con la firma Mute Win. En el texto de presentación de la bebida exponía que “vivimos en un mundo híper conectado en el que nos olvidamos de frenar y poner modo silencio”. Ese frenesí es, precisamente, una de las características más elementales de la sociedad de consumo actual, capaz de generar constantemente deseos (como los que ella produce) que cristalizan en beneficios económicos (que ella recibe).
Aprovechar el tirón
Ana Jiménez-Zarco, profesora de Economía en la UOC y experta en marketing, sostiene que el de influencers y marcas “es un binomio que debe cuadrar”. La docente señala que las empresas tratan de buscar portavoces que casen con los valores, la filosofía de la marca: “Las marcas se expresan a través de ellos, y cuanto más sintonizados estén, la vinculación emocional con los clientes será mayor”.
Por lo tanto, deben tener “personalidad”. Y la de Mery Turiel, en cuanto a colaboraciones, no está clara: “Da la sensación de que, con esa variación entre productos sostenibles y no sostenibles, lo que hace es aprovechar el tirón. A corto plazo puede funcionar, pero luego puede revelar que la embajadora de la marca no tiene identidad”. Además, la experta considera que la ropa de Carrefour no tiene suficiente nivel de madurez para desmarcarse, “pero eso no es malo en sí mismo: no todo el mundo escoge comprar sostenibilidad”, puntualiza.
Materiales baratos y contaminantes
La colección de Turiel con Carrefour está hecha de materiales poco sostenibles: manda el poliéster, un derivado del petróleo que resulta muy elástico y barato pero que contiene componentes no biodegradables. Por ejemplo, el abrigo gris de Turiel está hecho con un 100 % de poliéster. El elastano, presente en sus vaqueros, también tiene un impacto ambiental muy grande. La viscosa, que aparece en su vestido estampado o en su pantalón largo, es igualmente dañina. En cuanto a las botas militares, que también están en la colección, ni siquiera se especifica el material. “Otros Materiales”, se dice genéricamente en la web.
Según afirma el informe Moda sucia, en el que colaboraron entidades como Ecologistas en Acción, algunas marcas de ropa recurren a fábricas de viscosa asiática que vierten “aguas residuales tóxicas en los cursos de agua locales, destrozando la vida marina y exponiendo a trabajadores y población en general a sustancias químicas perjudiciales para la salud”. Una situación bastante alejada de la imagen simpática que proyectaron tanto la joven como la marca en las fotos promocionales.
El compromiso de Carrefour
La postura de la cadena francesa también es contradictoria. El supermercado ha realizado acciones encaminadas a reducir los plásticos o a evitar el despilfarro de comida, pero olvida este compromiso sostenible a la hora de promocionar su línea textil con una influencer. Consumidor Global ha interpelado a Mery Turiel y a Carrefour sobre estas contradicciones, pero no ha obtenido respuesta.
Tal y como señala Jiménez Zarco, Turiel “es una marca”, y apela a un público amplio, pero que debe compartir ciertas características. Por eso, subirse a todos los carros puede significar descarrilar.
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