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Los tapones sostenibles de Coca-Cola “no tienen efectos sobre el reciclaje”, según los expertos

La compañía se cuelga medallas por una “innovación” con las botellas de plástico que en realidad solo supone adelantarse a la legislación y reducirá los residuos

Juan Manuel Del Olmo

Varias botellas de Coca-Cola con sus tapones / EUROPA PRESS - DPA - JENS KALAENE

A mediados de octubre, Coca-Cola anunció que fabricaría, hasta finales de este año, 75 millones de botellas con el tapón adherido al envase en sus plantas de Barcelona y Sevilla. En dichas botellas la tapa quedará unida, de modo que, una vez que se desenrosque, la sensación será como si colgara. No es muy estético (de hecho, tiene cierto aire a cantimplora), pero sí valorable si la compañía quiere transitar por el camino de la sostenibilidad. Aunque sea con pasos cortos y a marchas forzadas.

La empresa no escatimó en triunfalismo a la hora de dar el anuncio. Defendió que, con este lanzamiento, se adelantaba a la normativa europea y apostaba “por la innovación en sus envases para hacerlos más sostenibles”, a la par que la medida “incentiva el reciclaje entre sus consumidores”. Sin embargo, los expertos en reciclaje creen que, aunque la medida es positiva, no tiene mucho de innovación, y aún menos de reciclaje. Sí ayudará a reducir los residuos, pero mezclar eso con el reciclaje es como hacerlo con churras y merinas. O, más exactamente, como meter todo en el mismo contenedor.

Adelantarse a la ley

Celia Ojeda, doctora en biología por la Universidad de Alicante y portavoz de Greenpeace, explica a Consumidor Global que lo del tapón adherido es una obligación de la nueva regulación de plásticos europea, así que el movimiento de Coca-Cola supone, simplemente, adelantarse a la ley. “Está bien, pero no es más que una anticipación a la norma. Y cuando un ciudadano cumple las normas, tampoco le damos palmas”, detalla.

Para calibrar la dimensión de la medida, habría que conocer el número de botellas que Coca-Cola pone en el mercado español. Este medio ha preguntado al respecto a la compañía, desde donde defienden que los 75 millones de envases que tendrán el tapón adherido “corresponden al 100 % de los envases PET distribuidos desde las plantas de Barcelona y Sevilla a fecha de hoy. Estas dos plantas son las que mayor volumen de envases producen de las que tenemos en España”. Es decir, que serán casi todas. Además, indican que “en próximos meses se irán incorporando otras plantas, y con ello el 100 % de los envases también se comercializarán con el tapón adherido a la botella”.  Pero eso ya no es primicia ni compromiso. Es la ley.

Disfraz de innovación

Misma opinión que Ojeda tiene Andoni Uriarte, director técnico de la plataforma Recircula y expresidente de la Asociación Española de Recicladores de PET. Este experto afirma que ya le sorprendió que Central Lechera Asturiana recurriese a un marketing similar en un eslogan en el que decía “si lo natural es que nuestras vacas y nuestros prados estén juntos, lo natural es que el tapón y nuestro brik también”. Esta ocurrencia fue anterior al “dislate” de Coca-Cola, pero proponía lo mismo. Y es que, bajo el punto de vista de Uriarte, hablar de “hito de innovación” supone magnificar algo “que es obligatorio, una imposición”, pero la marca intenta “barrer para casa” y convertirlo en “marketing verde”.

Un cartel de la compañía / PEXELS

“Esto surge de una directiva europea de plásticos de un solo uso, que fue sonada por prohibir, entre otras cosas, el uso de pajitas de plástico”, recuerda. La clave está en el cuándo. “La directiva es de 2019, y tiene varias fases para que las compañías se vayan adaptando, hasta julio de 2024. En ese momento, ya no será posible ni fabricar ni poner en el mercado botellas como las de antes, si es que alguna empresa las tiene en stock”, describe Uriarte. Por eso, cree que “iremos viendo como muchas marcas, no sólo Coca-Cola, disfrazan esto de innovación. Pero debemos saber que hay una obligatoriedad”. 

Evitar que los tapones acaben en la playa

En dicha directiva, Europa hablaba de tomar medidas de prevención de residuos y de ecodiseño. Pero lo de ecodiseño, cuenta Uriarte, se entendió regular. “El fabricante a veces se cuelga medallas con el ecodiseño, cuando lo que hacía en realidad era ahorrar costes. El ecodiseño debe contribuir a la reciclabilidad. Europa vio que se hacían muchas trampas, así que propuso adherir el tapón al cuerpo del envase”, cuenta Uriarte.

De este modo, la medida combate el abandono de envases en el medio natural. “Europa hizo una prospección en montes y playas y encontró que el 50 % de la basura la conformaban plásticos de un solo uso, y entre los ítems que más aparecían figuran botellas y tapones. Pero el material del tapón no es el mismo que el de la botella, se desgasta mucho más rápidamente, lo que hace que se fragmente en multitud de partes, entre ellos los famosos microplásticos”, arguye Uriarte. Ahí está el truco. Pegar el tapón a la botella evitará que haya menos tapones pululando, pero no hará magia.

Un chico encuentra residuos en la playa / PEXELS

No hay mejoras en el reciclaje por culpa de Ecoembes

“Coca-Cola utiliza el eslogan ‘juntos reciclamos mejor’, que es un eslogan muy poco práctico. El hecho de que el tapón esté pegado al cuerpo de la botella no repercute en la mejora del reciclaje, es algo totalmente independiente de la reciclabilidad posterior. Es un tiro al aire”, indica Uriarte. Y lo es porque “el sistema de reciclaje que está instaurado en España no cambia”: Ecoembes. Como en Ecoembes, que son los gestores, “no se prima una recogida de calidad”, afirma el experto, después “no se prima un producto de calidad”. Este medio ya dedicó un reportaje a las polémicas prácticas de Ecoembes.

En la misma línea, Ojeda afirma que en el trómel (que es como se llaman los enormes tambores rotativos por los que pasan los residuos en su proceso de clasificación mecanizado) “se cuelan cosas, desde yogures hasta partes de juguetes”. Eso impide que el plástico de la botella, superior a otros cualitativamente, se separe y se diferencie. Aun más, Uriarte explica que en España no hay recicladores para producir PET reciclado con calidad suficiente para ir incorporándolo de nuevo al mercado.  De hecho, “menos del 10 % del total de las botellas que se procesan vuelven a ser botellas”. Se convierten en otras cosas. Tejidos para la industria textil, por ejemplo. ¿Por qué? Porque en el contenedor amarillo entra “de todo”.

Un hombre tira una botella en el contenedor amarillo para reciclar / EP

“Aprovechar lo que son obligaciones”

En definitiva, el sistema no está suficientemente afinado. “En Finlandia, por ejemplo, hay sistemas de depósito mucho mejores para reincorporar las producciones. Coca-Cola necesita material para sus envases, como es lógico, así que es un perjudicado por esto, pero es un perjudicado voluntario porque está dentro de Ecoembes”, opina Uriarte. A juicio del director técnico de Recircula, la medida de Coca-Cola “tiene lo justo de innovadora”. En cambio, quienes sí innovaron fueron algunos fabricantes de botellas de agua, hace años, cuando desarrollaron los envases “tipo chupete” para los deportistas. “Eso sí fue una innovación. Una línea de producto destinada a un consumidor concreto”, asevera.

Aunque ahora se celebre, al principio hubo reticencias por parte de las empresas. “No fue una medida que la industria aceptase fácilmente. Hasta ahora, ellos vivían muy felices con este tema”, indica Uriarte. Ahora, los costes de la marca se incrementarán, porque se verá obligada a fabricarlo todo, tapón y botella, en sus instalaciones, y no importará los primeros. “No creo que sea green washing, porque eso implicaría mentir, pero sí es barrer para su casa. La estrategia consiste en aprovechar lo que son obligaciones”, dice Uriarte.

La planta de Coca-Cola en Martorell / EP

Repartir las culpas

Desde Coca-Cola defienden que la introducción de este nuevo cierre “nos ayudará a acercarnos a nuestro objetivo de recoger el 100 % de los envases que ponemos en el mercado.  En general, una mayor recolección de tapones contribuye a que haya menos basura en los océanos y en las comunidades. Con este sistema podemos reciclar juntos tapón y botella, además, podemos avanzar hacia un sistema de economía circular”. ¿Juntos? Otra cuestión peliaguda es el reparto de las culpas. “Si el consumidor es un incívico y tira las botellas y los tapones por ahí, desde luego que tendrá responsabilidad en que no se recicle, pero, ¿quién pone esos millones de envases en el mercado y quién gestiona los residuos? Es la industria la que está detrás, no considero justo culpabilizar al consumidor”, razona Uriarte. “La pregunta es si Coca-Cola hace todo lo posible”, añade.

Sería difícil contestar que sí. Entre el 6 y el 18 de noviembre tendrá lugar la Conferencia Mundial de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP27) en Egipto. El Gobierno egipcio ha anunciado que uno de los patrocinadores del evento será, precisamente, Coca-Cola. Al conocerse la noticia, Greenpeace salió al quite, calificó el patrocinio de “vergonzoso” y publicó un comunicado en el que juzgaba “desconcertante” que “el mayor contaminador con plásticos según todas las auditorías” patrocinase un evento así. Según los datos de la entidad, Coca-Cola produce 120.000 millones de botellas de plástico desechables al año.