Bizum ha sido una revolución. 20 millones de personas lo utilizan en España, una cifra superior a la población de Bélgica o de Grecia. Una expansión de tal calibre no se consigue sin dejar unos cuantos cadáveres a su paso. El último ha sido Twyp, la aplicación de pagos del banco ING. Cuando a mediados de junio ING anunció que dejaría de estar operativa el 17 de agosto, explicó a sus clientes que incorporaría sus funcionalidades en la propia aplicación del banco. Pero muchos clientes se quejan y se tiran de los pelos porque algunos populares servicios se han perdido, como lágrimas en la lluvia, entre ellos, la tarjeta virtual prepago.
Este recurso permitía hacer desembolsos en sitios web de forma segura, con lo que evitaba que los ciberdelincuentes pudieran acceder a la tarjeta de crédito. Pero esa pérdida no es la única: ahora, los clientes tienen menos bonificaciones a la hora de pagar en determinadas gasolineras.
Adiós a la tarjeta virtual de ING y otros servicios populares
“Nos mandaron un correo en el que explicaban que se cerraba el servicio de Twyp, y nos daban instrucciones para sacar el dinero que tuviéramos. Nos dijeron que la mayoría de las funcionalidades seguirían activas en la aplicación de ING, pero no es totalmente cierto”, cuenta a este medio Ana González, usuaria de la plataforma. Esta clienta estaba “muy satisfecha” con el servicio de la tarjeta virtual. La tiene incluida en su cuenta de Google Pay.
Ahora, la solución propuesta por ING no le convence. “Nos han dado la alternativa, que me parece un poco rebuscada, de abrir una segunda cuenta asociada. Con ella, se pediría una tarjeta donde se traspasaría el dinero que se necesite para los pagos online”, expone. “La mayoría de bancos tienen ya opciones prepago o virtuales, así que tener que hacer este encaje de bolillos para sustituir a Twyp no me parece práctico”, agrega González, con cierto tono de decepción. Sobre ello, este medio ha preguntado a ING por las razones de la defenestración de Twyp, pero, al término de este reportaje, no habían ofrecido ninguna respuesta.
El descuento en las gasolineras mengua
González apunta también a otro recorte doloroso: “Había un descuento del 4 % en algunas gasolineras. Con la aplicación de ING lo conservamos, pero sólo de un 3 %, por lo que perdemos un 1 % de bonificación que, con el precio al que está la gasolina en la actualidad, venía muy bien”, resalta. A Fran Domínguez, la idea de recurrir a Bizum o a las transferencias tampoco le entusiasma. “Con eso, y hablo en mi caso particular, no soluciono la molestia e inseguridad que me produce pagar en medios digitales con la tarjeta bancaria. Me fastidia bastante la eliminación de la tarjeta virtual”, reconoce.
“Me dijeron que podría utilizar la tarjeta normal, ya que es totalmente segura, pero yo ya he sufrido pagos fraudulentos con ING”, agrega este usuario. Con todo, su malestar no llega al extremo de plantearse cambiar de entidad bancaria. “Estoy bastante contento con ellos. No me cobran comisiones por nada. Y las gestiones, a pesar de ser 100 % online, son muy fáciles. Me fastidia lo de la tarjeta virtual, pero no cambiaré de banco por eso”, expone.
Un paso atrás
Elisabet Ruiz-Dotras, profesora del área de finanzas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y directora del Máster en Instrumentos y Mercados Financieros, explica que muchos bancos aún no tienen tarjeta virtual, pero cada vez son más los que sí. “Esta opción virtual reduce ciertos costes y para el consumidor supone un ahorro”, recuerda. En términos generales, cree que la digitalización del sector de la banca es imparable (aunque pronostica que el dinero en efectivo no desaparecerá), por lo que este movimiento le parece un paso hacia atrás.
Entre las alternativas, la profesora Ruiz-Dotras cita Revolut, una de las compañías que ofrece la posibilidad de hacer la compra con una única tarjeta desechable. “La gente joven está muy habituada a tenerlo todo en Internet, y para ellos lo importante es tener esta comodidad”, expresa la experta.
Una app menos intuitiva
Gabriel Trujillo, ingeniero, va más allá y opina que el cierre de Twyp ha sido la culminación de en un estropicio generalizado. A su juicio, la aplicación del banco de ING es “de las peores que hay en España”. Admite que siempre ha sido muy crítico con ella y que nunca le ha gustado, “ya que es simplemente la web embebida en una aplicación. La verdad es que usaba poco la aplicación de Twyp, pero en comparación con la aplicación del banco, estaba mucho mejor construida, era más rápida”, cuenta.
Por su parte, Juan Manuel Corchado, catedrático en el área de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial y profesor de la Universidad de Salamanca, cree asimismo que la digitalización es imparable, pero que, en última instancia, son los gustos de los consumidores los que determinan qué triunfa, y no el esfuerzo de los desarrolladores. Bizum es una prueba de ello. “Para un banco, admitir que sus usuarios utilicen otra unidad de transacción no es sencillo”, expone. En lo relativo a la seguridad, desde su punto de vista, hay poco que hacer más allá de resignarse. “Hoy por hoy no nos queda otra que confiar en los bancos. Sin ellos no podemos vivir, así que, de alguna forma, estamos atados”, admite.
Recorte de los servicios
Otro de los clientes a los que ha perjudicado el cierre de Twyp es Rafael Méndez. A su juicio, la decisión de cerrar esta plataforma sí se puede considerar un recorte de los servicios, y tampoco cree que las alterativas sean eficientes. “Se escudan en el argumento de que ofrecen mucha seguridad y protección de por sí en sus tarjetas, pero eso no es un sustitutivo de una tarjeta prepago”, detalla.
Los hay asimismo que van a echar de menos la aplicación, a pesar de casi no haberla conocido. Fernando Moreno cuenta que su experiencia con Twyp fue breve y desafortunada. “Instalé Twyp hace tiempo por primera vez, pero no le vi utilidad, puesto que Bizum en BBVA me funcionaba bien y estaba mucho más extendida entre la gente, así que la borré”, cuenta. “Hace poco leí que Twyp también tenía tarjeta virtual y volví a instalarla... justo cuando la cierran”, lamenta, antes de añadir que, bajo su punto de vista, “un banco como ING, precisamente basado en las operaciones online, debería de contar con ese servicio de tarjeta virtual prepago”.