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¿Qué pasa con los clientes de gas que Holaluz deja colgados?: “Es injusto”
La compañía justifica esta decisión tan drástica asegurando que persigue la sostenibilidad, pero los usuarios se ven abocados a la incertidumbre
Las despedidas existen, las cosas acaban, las vivencias se superponen. Alguien deja Netflix para contratar la suscripción a Disney+, otro abandona Samsung para dar el salto a Apple y hay quien corta con Vodafone porque Orange le hace una oferta mejor. En este último paso, es posible que Vodafone ofrezca una contraoferta y pelee para que su cliente se quede. Lo que no suele ocurrir es que una empresa le diga a un usuario “vete con otra, que vas a estar mejor que conmigo. Yo ya no puedo darte lo que necesitas”. Algo parecido es lo que ha hecho Holaluz con los clientes que tenían el gas contratado con ellos, unos 70.000. “El mercado eléctrico europeo ha colapsado”, asegura Carlota Pi, la presidenta ejecutiva y cofundadora de la compañía.
En este momento negro para el mercado energético, la decisión se ha vestido de verde. Se hace “para estar alineados con nuestro propósito de lograr un mundo 100% sostenible”, dice Holaluz. No obstante, resulta, como mínimo, curioso que la empresa tome esta decisión después de que varios clientes (más de un centenar) hayan recibido facturas de gas elevadísimas que no se correspondían en absoluto con su consumo de gas real. Como Luis Fonsi, Holaluz dice "adiós, me fui y no me importa”.
Holaluz pasará a sus clientes a la Tarifa Último Recurso
Holaluz avisó a sus clientes de que, en este escenario, “la TUR (Tarifa de Último Recurso)” era “la mejor opción”, ya que su precio está regulado por el Estado. De hecho, se trata de una tarifa que prestan cuatro compañías cuyo precio se revisa cada tres meses. “Por ello, el próximo 3 de noviembre pasaremos todos los contratos de gas a la comercializadora de último recurso (CUR) respectiva de cada zona y tu contrato quedará resuelto”, se dice en el correo. Sólo hay cuatro empresas que operen en la tarifa TUR, y son las filiales de cuatro gigantes (EDP, Endesa, Iberdrola y Naturgy). La que le toca a cada uno varía según la zona.
En su correo, Holaluz utiliza un tono tranquilizador y asegura a sus clientes que en ningún momento se quedarán sin gas en casa. Pero si antes del 3 de noviembre el cliente no ha movido ficha, Holaluz trasladará todos sus datos (todos quiere decir, evidentemente, también los bancarios) a la CUR que corresponda. Por supuesto, no a punta de pistola: los clientes también tienen la opción de irse a la que crean más conveniente, aunque Holaluz subraya que la TUR es la mejor idea. La apariencia es la de una transición fácil, suave como la seda y sin dramas. Pero hay incertidumbre.
Falta de coherencia
Andrea Peñaranda es una de las 70.000 personas que tenían contrato de gas con Holaluz. “Me parece fatal que dejen de comercializar el gas. En menos de un mes he de elegir quién me lo suministra, y me derivan a Naturgy. Los conozco y no quiero irme con ellos, lo mismo que Iberdrola y Endesa. Si tan ecologistas son, no creo que esperen que calentemos el agua con leña. No tienen más solución que nos vayamos a las TUR”, cuenta a este medio.
A Javier Vega tampoco le parece bien. Detecta, sobre todo, una falta de coherencia. “Me parece injusto, porque cuando las cosas van bien para ellos se lanzan al mercado para sacar beneficios, les da igual ser verdes o no. Entonces es una opción más que pueden explotar, pero cuando empiezan a surgir problemas no dudan en salir escopeteados, porque pueden perder dinero. Lo que más me fastidia es que usen la excusa de que están concienciados con el planeta. Si esto fuese así, lo habrían hecho desde el minuto uno”, resalta.
Incremento del precio “inaceptable”
Vega todavía no ha decidido a qué compañía se cambiará. “Estoy buscando por internet y comparando precios, pero no resulta fácil de entender”, reconoce. No circunscribe su crítica con Holaluz y afirma que utilizar la sostenibilidad como excusa es algo muy extendido. “Desgraciadamente, no son los únicos. Todas las compañías hacen lo mismo: mirar por los beneficios. Trabajé en una compañía que dice que es la más verde del mundo, y sin embargo tiran productos sin usar simplemente porque sale más barato que devolverlos”, apostilla este usuario.
César Díaz cuenta que es la primera vez en su vida que “un proveedor de un servicio tan importante” le dice “venga, hasta luego”. Hace un tiempo, él tenía tanto el gas como la electricidad con Holaluz. “Tan contento estaba que mi madre también lo tenía”, añade. De hecho, su madre tenía la electricidad a un precio que César considera “cojonudo”, y unas facturas de gas que rondaban los 20 euros. Por eso, en su caso, este cambio es “una putada”. Para César, no tanto: él ya había decidido marcharse. “Durante los primeros 6 meses de este año, las facturas del gas eran insostenibles, entre 350 y 480 euros al mes. Es cierto que era invierno y tengo 2 hijas pequeñas, usábamos la calefacción, pero el incremento era inaceptable. Con el mismo consumo en 2021 apenas habíamos pasado de los 120-150 euros”, compara Díaz.
Clientes forzados a firmar con otras compañías
Así, llamó para ver qué estaba ocurriendo, pero la empresa contestó con evasivas. La electricidad seguía yendo bien, reconoce Díaz, pero entonces llegó Endesa y les hizo una oferta por ambos servicios que, como en El Padrino, no pudieron rechazar. Y aceptaron. “Ahora no tenemos sorpresas”, afirma. En cuanto a su madre, esto le ha pillado a contrapié. “Apenas nos dan un mes para realizar el cambio, no te dejan mucha opción de nada. Mi madre tiene 70 años, no está para muchos meneos”, relata.
A Díaz le molesta haberse visto “empujado” a los “grandes mastodontes” que controlan la industria, como son “Iberdrola o Endesa”, y admite que le da “un poco de pena”, pero opta por solucionarlo “y a otra cosa”. Eso sí, en cuanto a los motivos de la deserción, no se muestra tan clemente. “Supongo que su modelo de negocio en el gas no les ha funcionado y que la única manera de ser rentables o no perder era meter estas cuchilladas a sus clientes”, concluye.
“Antes, nadie se preocupaba por la sostenibilidad”
Eduardo Delgado es CEO del comparador de luz y gas Roams y experto en los entresijos de los mercados eléctrico y energético. Él hace una doble lectura del movimiento de Holaluz. Por un lado, admite que un cliente bien podría pensar que la firma sólo quiere estar en el negocio del gas cuando se beneficia. “Cuando el gas costaba muy poco, nadie se preocupaba por el argumento de la sostenibilidad”, concede. Ahora, en cambio, cuando el pastel de la energía es inestable y hasta venenoso, no es tan sabroso. Pero Delgado va más allá y destaca las complejidades de la situación. Cree que Holaluz, “ante la guerra, la incertidumbre legislativa y de precios”, es consciente de que no dispone de un margen suficientemente amplio para operar como desearía, y antes de que un pequeño desajuste con las tarifas cause un boquete, escogen saltar del barco.
Al fin y al cabo, Holaluz no es Endesa, ni Repsol ni Naturgy. “No tienen tanta capacidad para aguantar el sobrecoste que puede tener para ellos vender más barato que otras compañías, a través de tarifas planas, por ejemplo”, argumenta Delgado. Es decir, el problema estaría en cuadrar cuentas en un momento complejísimo, y trasciende a Holaluz. “Se han creado empresas energéticas por encima de nuestras posibilidades”, afirma el experto de Roams. Algunas prometieron cosas que ahora no pueden cumplir. Otras ya han cerrado. Unas cuantas lo harán en el futuro.
La postura de la empresa
“En un momento en el que había bonanza de gas, era posible ganar millones con muy poco sobrecoste. En cambio, ahora, el mercado echará a las empresas que no tengan escalas fuertes, márgenes fijados, y que en definitiva no puedan soportar estos vaivenes”, declara Delgado. Según el CEO de Roams, con los actuales precios, un pequeño desajuste que afecte apenas a un 2 % de los clientes causa una grieta que es un aviso, se va ensanchando y puede acabar quebrando toda la pared. Ante esas ineficiencias, “quizá hayan preferido dejarlo antes de que explote del todo”, considera. Este medio ha preguntado a Holaluz, desde donde indican que la decisión no tiene que ver con el hecho de que haya habido unos cuantos problemas con algunas facturas del gas.
Como argumento, exponen una obviedad: ganaban dinero con el gas. “Lo hicimos en 2020, lo hicimos en 2021 y lo estábamos haciendo en 2022”, resaltan. Sobre lo peculiar del momento, apuntan que siempre han mantenido que cerrarían esta línea de negocio “cuando hubiera una alternativa sostenible”. Así, entre razones por las que se desvinculan del gas citan “el colapso” del sistema energético. “Es probable que las facturas de gas para el próximo invierno supongan un reto importante para las finanzas de los hogares”, detallan. Y no quieren ser responsables. “En Holaluz tenemos una solución estructural para todo el sistema energético: la Revolución de los Tejados”, insisten, un movimiento que pasa por convertir los edificios en “nuevas centrales eléctricas verdes para todo el mundo, no solo para la familia que vive debajo”. Mientras, antes de que se pueda “suministrar energía verde para las próximas décadas a una fracción del precio actual”, los clientes huérfanos hacen cálculos, comparan entre unos y otros y esperan que el invierno no sea muy crudo.
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