Vacas, montañas y casas de piedra. El paisaje que se imagina una persona cuando piensa en la España vaciada no es otro que el descrito. Pueblos diminutos, zonas recónditas donde la vida transcurre a un ritmo mucho más pausado que en las grandes ciudades.
Alejados del ruido, el estrés, el tráfico y toda la vida que marca las rutinas de las urbes, muchos de estos pequeños pueblos se encargan de abastecer a buena parte de España. Estamos hablando de marcas nacionales cuyas fábricas y principales sedes se encuentran en las zonas rurales.
Fábricas locales con impacto nacional
El nombre de Lanjarón, Villarejo de Salvanés, Trujillo, Siero o Tajonar, seguro que ni siquiera le suenan a muchos lectores. Se trata de cinco pueblos repartidos por toda España que tienen más importancia en nuestro día a día de la que se pueda imaginar a priori.
El primero de ellos alberga la principal fábrica de agua Lanjarón (Granada), comercializada por Danone. Villarejo de Salvanés (Madrid) es el pueblo donde se fabrican las míticas galletas de Cuétara. En Trujillo (Cáceres) se encuentra el principal secadero de los jamones Navidul. Tajonar (Navarra) es el responsable de producir Café Mocay. Para terminar, en la parroquia de Granda, ubicada en el municipio de Siero (Asturias), se hace la popular leche de Central Lechera Asturiana. Ninguno de ellos supera los 9.000 habitantes y, casos como el de Tajonar, escasamente acoge algo más de 300 vecinos. Granda se queda en los 258 habitantes. Son tan pequeños que casi nadie puede llegar a imaginar que las marcas más populares de este país partan de estos lugares.
Las ventajas de la España vaciada
El motivo que lleva a estas grandes empresas a establecerse en pequeños lugares son diversos. Víctor Ruiz, profesor de OBS Business School, pone el foco en la tradición familiar. "Otras compañías deciden llevar las fábricas a poblaciones más pequeñas pero bien comunicadas", añade. Se trata de buscar una ubicación estratégica. Otro factor que el experto no pasa por alto son los motivos económicos.
En la mayoría de los casos, el suelo a las afueras de las grandes ciudades es más barato. Así, la construcción sale más rentable desde el primer momento. Por último, está la cuestión de la necesidad. Es el caso, por ejemplo de Central Lechera Asturiana. "Nace como agrupación de muchos ganaderos de la zona con el objetivo de crear un gran productor", concluye el experto.
El efecto llamada
Víctor Ruiz sostiene que el impacto de estas fábricas en los municipios mencionados es notable por dos razones: la creación de puestos de trabajo de forma directa e indirecta. Además de la cantidad de trabajadores que cada día acuden a las instalaciones, hay que añadir los negocios que se abren de forma paralela.
"Hostelería, restauración y comercio", son las tres categorías a las que hace mención el experto. Un fenómeno al que se suma el efecto llamada. "Las empresas exitosas crean un efecto llamada para muchas personas que buscan trabajo y en ampliaciones de las fábricas absorben más fuerza laboral", determina el profesor de OBS.
Los datos
Pongamos cifras exactas al impacto laboral de las marcas recogidas en este artículo. La planta Lanjarón asegura que unas 200 personas trabajan de forma directa e indirecta en la principal planta de la marca. Dicha sucursal produce 305 millones de litros de agua al año.
Una fábrica de 30.000 metros cuadrados y una media de 180 personas son las que trabajan en el secadero de Navidul en Trujillo (Cáceres). El broche de oro se lo lleva Central Lechera Asturiana. La cooperativa láctea alberga 7.000 familias ganaderas produciendo 900 millones de litros de leche al año.
Un valor añadido
Cuantificar el impacto económico de estas empresas es "muy difícil", afirma Víctor Ruiz. El economista argumenta que todo depende de la industria, su tamaño o la población, entre otros motivos. "Pero no cabe duda de que en los ejemplos propuestos y en muchos otros el impacto tanto económico como social es muy importante", reconoce.
Una prueba de ello es que muchos pueblos exploran la vía empresarial para el crecimiento económico de la zona. "Buscan con mucho interés que las empresas se instalen en su territorio como valor añadido para ampliar la oferta del pueblo", insiste el experto. Sea como fuere, lo cierto es que la España vaciada llena la despensa de la mayoría de los consumidores españoles.