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La cerveza artesanal de España es más alemana de lo que crees

Los pequeños cerveceros españoles compran la malta a países de gran tradición como es Alemania

Lidia Vega

Un vaso de cerveza / PEXELS

Con la llegada del buen tiempo, las terrazas de los bares se llenan de gente que disfruta de una buena cerveza. En los últimos años, la cultura por esta bebida dorada se ha incrementado y, con ella, la demanda de cerveza artesanal. Sin embargo, la malta para estas elaboraciones no es española, sino de otros países europeos con más tradición como Alemania.

Según los últimos datos aportados por la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes, la producción de cerveza artesana ha crecido el 79,58 % entre el 2015 y 2019, pasando de los 12,4 millones de litros a los 22,4 millones. La llegada del Covid-19 frenó el ritmo, aunque ahora los cerveceros esperan volver a recuperarlo. Pero ¿es la cerveza artesana que se hace en España más alemana de lo que creemos? 

El viaje de la cebada: desde España hasta Alemania

“Una cosa es la cebada y otra la malta. La cebada es el grano en sí, y la malta es ese mismo grano tostado. La cebada, generalmente, sí es española, pero al no haber malteadoras aquí se la llevan fuera y la maltean en otros países. Esto hace que los cerveceros tengamos que comprar luego sacos a otros países como Alemania, que es donde están las fábricas de mayor calidad”, señala a este medio Alejandro Díaz, maestro cervecero de Cervezas Califa.

Uno de los tipos de cerveza artesanal de Califa /CERVEZASCALIFA

En este sentido, fuentes del sector explican a Consumidor Global que el 85 % o 90 % de la cebada que se produce a nivel internacional va destinada al ganado. Esto significa que sólo entre el 10 % y el 15 % se utiliza para la producción de cerveza.

La calidad de la cerveza depende de la malta

La malta es uno de los ingredientes principales para la elaboración de una cerveza e influye, y mucho, en la calidad de la misma. “La malta que utilizamos procede de Alemania. En España hay buena materia prima, pero el proceso de malteado es delicado y utilizamos maltas especiales que aquí son difíciles de conseguir porque tenemos unos estándares de calidad muy altos”, cuenta a este medio fuentes de la cervecería La Virgen

Dos chicas disfrutando de una cerveza artesanal /PEXELS

Esta realidad también se vive en Cervezas Califa. “Nosotros intentamos que todos los productos sean locales. Es decir, nuestra malta base sí es española, pero cuando necesitamos una malta más especial, como la que se utiliza para elaborar las cervezas negras, sí la importamos de Alemania”, confiesa Díaz.

Diferentes niveles 

Raúl Tejerina, codirector del programa Cervecería de la Universidad de Alicante, explica que “las grandes malterías españolas se han dedicado a maltear la cebada para hacer la Pilsen, que es la que se utiliza para hacer el 99 % de las cervezas del mundo. Pero no es una malta especial, es una vulgar y corriente”. Mientras, los microcerveceros utilizan otras de calidad superior, “que viene de Inglaterra, Bélgica o Alemania. También utilizan estas maltas por obligación, porque sus sistemas de molienda y filtración no son tan buenos como los de las cerveceras industriales”, remarca.

Un maestro cervecero moviendo una cuba de cerveza artesanal /PIXABAY

A pesar de que España es uno de los países de la Unión Europea que más cerveza consume, no es el que más tradición de cuidado de su malta tiene. Fuentes del sector afirman que en el país nunca ha habido una gran red de malterías. “Las escasas fábricas que hay en España siempre se han dedicado a abastecer a las seis grandes compañías cerveceras, que se repartían toda la malta”, señala Tejerina. Esta falta de tradición, unido al poder de las gigantes del sector, hace que las pequeñas cerveceras decidan buscar en Europa para abastecerse. "En España realmente hay poca variedad", destaca José Tort, de Cervezas Abadía. 

¿La situación puede cambiar?

A pesar de que el consumo de cerveza artesanal sube como la espuma, nunca mejor dicho, no es lo suficientemente grande como para que los pequeños artesanos se lancen a montar sus propias malterías.

La producción de malta es muy cara, sobre todo a nivel de energía y agua, y no sale rentable para hacer pequeñas cantidades. “Hoy en día no es una apuesta, ni realidad, lo suficientemente fuerte como para sustituir a las malterías internacionales”, concluye Tejerina.