“Cuando la economía va bien, las tiendas de segunda mano funcionan. Cuando la economía va mal, las tiendas de segunda mano funcionan mejor”. Así explica un trabajador de un establecimiento de compraventa de productos como estos locales han podido sobrevivir a una época en la que el comercio digital y sus facilidades desplazan a las compras físicas.
El éxito de apps como Wallapop o plataformas como Milanuncios parecía pronosticar una pérdida masiva de clientes físicos en las tiendas de segunda mano como Cash Converters. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, ni siquiera la pandemia del Covid-19 ha podido con estos locales que siguen funcionando y abiertos por toda España.
La resistencia de Cash Converters
El inicio del nuevo milenio vino acompañado de la aparición de tiendas con productos usados y de segunda mano en las principales capitales del país. Sus pasillos estrechos y sus vitrinas llenas hasta los topes fueron un lugar de referencia para productos con un coste más bajo y buenas condiciones. El primer establecimiento de Cash Converters apareció en la calle Floridablanca de Barcelona. “Todo lo que se ve en nuestra web está en la tienda física. No hay posibilidad de que sean artículos robados y te garantizamos que al entrar a la tienda para vender saldrás con dinero y, si vienes a comprar, saldrás con el producto en la mano. Eso no puede decirlo ninguna aplicación de venta”, detalla a Consumidor Global Beatriz Escolano, la franquiciada de esta tienda.
De hecho, Escolano admite que Wallapop, Milanuncios o eBay han hecho un favor al sector. Ahora la gente acepta de forma más natural las compras de equipos usados y eso facilita la visita a con tiendas como estas. Además, según explica, cada vez es más común encontrar un cliente joven preocupado por el medioambiente y la cadena de producción que, por eso mismo, opta por darles una segunda vida a determinados artículos.
Venta circular y de barrio
Más o menos justificada, ha costado que la venta de productos usados se normalice en España, donde siempre se asociaron a casas de empeños o espacios donde deshacerse de mercancías de orígenes cuestionables. Pero nada más lejos de la realidad. “Nuestra publicidad es la gente del barrio y el boca a boca. Con esto llevamos siete años seguidos de ganancias, lo que nos ha permitido cambiar el viejo local de 28 metros cuadrados por uno de 130 con dos plantas”, explica Carmen Rico, copropietaria de la tienda de segunda mano Como Nuevo, en pleno centro de Vallecas.
La encargada de este negocio incluso ha probado a utilizar Wallapop como plataforma de venta, pero considera que está demasiado saturada. Está convencida de que las garantías que proporciona su establecimiento y la seguridad de saber dónde acudirá cualquier hora es una tranquilidad que estas webs no pueden imitar. “Hay gente a la que le sobran cosas y con nosotros ganan un dinero. Además, pagamos cuando vendemos el producto. En concreto el 50 % de la venta final. Es un comercio circular que retribuye a todos los implicados”, explica Rico.
La unión hace la fuerza
Las tiendas de segunda mano incluso han utilizado a sus competidores online para vender más. Ahora bien, para ciertos artículos, es difícil navegar en la marabunta de ofertas que llenan las páginas y páginas de estas plataformas. Elena Clapes, propietaria de Merkausado, una tienda de segunda mano en Sevilla especializada en muebles y antigüedades asegura que Wallapop o Todocolección no son competencia ni rivales, sino una forma de expandir el mercado que les beneficia más que lo que les puede quitar.
“Especializarte te permite ser único. Un trabajo bien hecho y los comentarios positivos en las redes son mejor publicidad que el marketing tradicional”, señala esta vendedora. Merkausado lleva casi diez años creciendo sin frenos en clientes y beneficios desde las afueras de la capital andaluza. La irrupción de estas plataformas online no han hecho mella en esta tendencia. La respuesta de Clapes es sencilla: la gente prefiere confiar en otras personas antes que en una pantalla. Al final del día, la confianza puede que sea la clave de uno de los pocos negocios que no se ha visto afectado por la digitalización