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Casas inteligentes desde 2.000 euros: esto es lo que necesitas saber para encender la luz con la voz

El avance en el desarrollo de las inteligencias artificiales, el internet de las cosas y la conexión entre dispositivos ha sacado a los hogares digitalizados de la ciencia ficción y el lujo

Ricard Peña

Teléfono con los controles de una casa inteligente / PIXABAY

Siete de la mañana, el aroma del café llega hasta la cama. Con un simple “buenos días”, las persianas se levantan, dejando entrar la luz del sol. En lo que dura el paseo desde la habitación hasta la cocina, la temperatura ha empezado a cambiar, las luces que iluminan el recorrido se han encendido de forma automática y la radio ha comenzado a contar las primeras noticias del día. Esta es la rutina en una casa inteligente, donde los electrodomésticos, la calefacción y la propia seguridad de la residencia se controlan a través de la voz y una aplicación en el teléfono móvil. No obstante, hay distintos niveles de automatización, y para casi todos los bolsillos.

Aunque la tecnología necesaria para transformar un hogar no sea un descubrimiento reciente,hoy por hoy aún no es habitual encontrar viviendas de este tipo. Es cierto que, hasta hace nada, la opción de manejar dispositivos de la casa desde el teléfono o hablar con la pared para abrir ventanas o cambiar el color de las luces era un privilegio reservado para muy poca gente. Pero, poco a poco, estas innovaciones van penetrando en la sociedad, se abarata su coste y las posibilidades que ofrecen parecen casi infinitas.

Las posibilidades de una casa inteligente 

Existen dos vías para plantear una smart house. Se puede construir desde cero con la integración de un cableado específico que conecte las estancias y objetos de la casa con un sistema centralizado --o bien, introducirlo con una pequeña reforma-- e incluso con un sistema de inteligencia artificial tan básico como Alexa, de Amazon, o Google Asistant. “Es cierto que mucha gente aún no lo concibe como una realidad, pero cuando se planea la adquisición o construcción de una vivienda se puede exigir, sin ningún tipo de problema, unos mínimos de automatización o de dispositivos domóticos para la casa”, explica Francisco Javier Fernández Pastor, doctor en Ingeniería Informática y profesor de Domótica en la Universidad de Alicante. “La tecnología se ha dominado y ni siquiera cuesta demasiado dinero”, añade.

Entre los trabajos que Fernández Pastor ha llevado a cabo, destaca varias mejoras para el hogar que pasan por todos los ámbitos que se pueden ocupar en una casa. Uno de los principales consiste en la seguridad, ya sea gracias al control de cámaras en tiempo real desde el móvil o la automatización de los movimientos de luces y ventanas para aparentar que los residentes siguen en el interior de la vivienda cuando en realidad están de vacaciones. También le puede facilitar la vida a personas mayores o con discapacidad, gente poco familiarizada con la tecnología, que pueden dar órdenes a través de los comandos de voz. Y, cómo no, ayuda a la gestión energética, ya que la temperatura exacta de la residencia, las luces o la cantidad de agua se pueden regular con dos toques de dedo en una pantalla. “Tienes el ahorro y la sostenibilidad de tu casa en el bolsillo”, remarca el profesor. 

Entre precios asequibles y desproporcionados

La clave para que la domótica acceda a todas las casas pasa por su coste total. Las ventajas que ofrece, aunque solo sea por pura comodidad, están fuera de toda duda. Ahora bien, mucha gente no está dispuesta a invertir una suma considerable en pequeñas mejoras o en el simple confort. Sin embargo, hay posibilidades para todos los presupuestos. “Por un estudio de 60 metros cuadrados se puede pagar entre 2.000 y 3.000 euros para convertirlo en una casa inteligente”, comenta el arquitecto Daniel Ruiz, quien ha dedicado su carrera a crear proyectos en los que fusiona la planificación de las viviendas y la tecnología centrada en el hogar. Su trabajo, dice, consiste en “desmitificar que la domótica sea cara”.
 

No obstante, un sistema integrado en la propia casa, con varias habitaciones y que conecte todas las posibilidades actuales que ofrecen los aparatos domóticos, incluidos electrodomésticos, puede ascender hasta los 30.000 euros. Pero Ruiz tiene la clave para abaratar costes: la domótica low cost. “Mediante la conexión de dispositivos inteligentes se puede crear una vivienda inteligente sin hacer ninguna reforma, hecho que abarata el precio”, desvela. “Puedo conectar un dispositivo de Amazon con Alexa a casi cualquier objeto que ofrezca conectividad, creando un entorno controlado tan solo por la voz”, explica. 

¿Quién necesita una ‘smart house’?

Todas las promesas que sugiere una casa inteligente suenan, como mínimo, interesantes. Sin embargo, a primera vista, no parece que ninguna vaya a cambiar la vida a sus usuarios. Encender la luz con la voz puede ser cómodo, pero la alternativa, al final, es pulsar un simple interruptor. O en lugar de manejar la televisión o el aire acondicionado con el smartphone, se puede hacer con el mando a distancia de cada equipo. Ante las dudas sobre la verdadera utilidad de este tipo de casas, responde Ignacio de Ros, profesor y especialista de robótica y domótica. “La evolución tecnológica es suave, pero imparable. Observa el caso de los coches: los sistemas de seguridad o la conexión con el teléfono ya es algo que damos por hecho en casi cualquier vehículo. Y la tecnología es prácticamente la misma que la que se puede usar en una casa, pero se tiene más reparo”, ejemplifica.

Otro ejemplo que plantea De Ros es una de las instalaciones domóticas más viejas de las viviendas: el telefonillo. “Puedes bajar hasta la entrada y abrir tú mismo la puerta, pero vivimos más cómodos ahorrándonos ese trámite, ¿verdad? Pues ocurre lo mismo con las casas inteligentes, pero además del confort, también nos proporciona un control de gastos y una buena seguridad”, matiza el especialista en smart houses. De hecho, los éxitos de dispositivos con inteligencias artificiales en los hogares, el aumento de la conectividad con el internet de las cosas y las grandes ventas de Smart TVs auguran una gran aceptación de esta tecnología por parte del gran público. 

Los ‘hackers’ de casas

En la otra cara de la moneda, abrir los entresijos de un hogar a un sistema centralizado y digital también permite que esos datos puedan ser manipulados o archivados, sea una gran empresa la que utilice la información para generar big data o un agente externo que pretenda acceder a este sistema, lo que se conoce habitualmente como un hacker. “No es tan sencillo como hackear la casa, ya que toda la información se sostiene desde un servidor externo que está en la nube, no se comunica directamente con la vivienda. Además, este servidor está encriptado con una seguridad especial; es como si intentaran robar tu cuenta bancaria”, destaca José Alberto P., fundador del estudio Idarqhome, especializado en la construcción y desarrollo de casas inteligentes. 

De hecho, el arquitecto y experto en domótica incide en que, en el caso de que alguien consiguiera acceder, no sería tan preocupante como si entrara en un teléfono móvil, algo que es incluso más sencillo y accesible que el software que controla la casa. “Las alarmas no se podrían manipular, ya que funcionan gracias a una parte física a la que no se puede acceder desde la red. Por lo demás, cualquiera que sea capaz de romper esa seguridad iría antes a por tus cuentas o información personal que a por tu nevera o tu aire acondicionado”, concluye José Alberto.