“En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad”. Lo escribió J.R.R. Tolkien. Es ficción, pero, si hay un inmueble en el ámbito de lo real que se parezca a esa descripción es la casa cueva. No se trata de una cueva con bisontes pintados ni murciélagos, sino más bien una amueblada y confortable. En las casas cueva, vivir sin aire acondicionado es posible. Se trata de una construcción especialmente popular en Andalucía y La Mancha que, si bien vivió una época de abandono, ahora recupera el interés cuando la factura de la luz ahoga a más de uno y las altas temperaturas también.
Mientras algunos consumidores se olvidan de los destinos de sol y playa y buscan una segunda residencia en Asturias, Galicia o Cantabria, también hay otro tipo de inmuebles que llaman la atención de los españoles en un contexto como el actual, sofocante y a ratos muy oscuro.
Estar a 20 grados todo el año en una casa cueva
Están por muchas partes de España, pero no en las grandes ciudades. A algo hay que renunciar. El pueblo granadino de Baza es una de las localidades donde es posible adquirir una casa cueva. Soraya Hernández, al frente de la inmobiliaria Inmobaza, explica a Consumidor Global que en el municipio la venta de estas cuevas creció a raíz de la pandemia. “La mayoría son inmuebles grandes, tienen su placita, su huerto… La venta estaba en los últimos años muy estancada, se revitalizó entonces y ha continuado ahora. Antes era más el comprador extranjero el que la adquiría, y ahora es el nacional”, detalla.
El calor es uno de los factores que más pesan a la hora de apostar por estos hogares excavados en la roca. Aquí, Hernández define el aire acondicionado como “inexistente”. “Están a unos 18 o 20 grados todo el año”, resalta. Por eso, les augura un futuro de éxito. “Me atrevería a decir que las casas cueva van a vivir un auge importante en los próximos años”, indica. Según Hernández, el precio varía muchísimo en función de las condiciones de cada cueva, pero se pueden encontrar “desde los 25.000 euros hasta los 200.000”, según las comodidades, tamaño y otros extras que se busquen.
Los motivos para comprar este inmueble: mejorar en salud, descanso y ahorro
Cerca de Baza se ubica el municipio de Benamaurel, donde Juan Burgos posee varias casas cueva. Este hombre habla con la experiencia que le dan sus 71 años. “Se nota más interés, la gente pregunta más, y para alquilar están ya todas completas”, cuenta. En el pueblo, quienes las alquilan son trabajadores y personas de clase media, sin pretensiones. Pero este recurso que nace de la humildad de la naturaleza cada vez acapara más atención.
Muchas cuevas de Benamaurel se levantaron en el siglo XIII, y, desde entonces, ofrecen confort. “Vives en un entorno natural que es isotérmico. Aquí hemos tenido 40 grados a la sombra, pero yo estaba a 24 en mi habitación de la cueva. Incluso he dormido tapado con una sábana”, expresa Burgos. Bajo su punto de vista, es una construcción económica que se pondrá en valor, porque cada vez es más fácil instalar el cableado dentro de estos hogares y facilitar la conexión a Internet. “No oyes nada, y la gente ahora valora más el descanso, que es una cuestión de salud. Aquí estás en paz”, afirma.
“No hay ninguna otra casa que sea más económica”
Eduardo Canals es arquitecto de Ecodome, un estudio especializado en inmuebles sostenibles. “Yo creo que es lo más ecológico que existe. No hay ninguna otra casa que sea más económica. El único problema reside en que hay que excavarlas en un terreno correcto, aunque también es posible construir casas semienterradas”, detalla este experto. Ecodome se encarga de construirlas o reformarlas, y han llegado a levantar hasta un hotel cueva en el que todas las habitaciones están horadadas. “Creo que tiene mucho futuro”, cuenta. A su juicio, son espacios saludables, “libres de vibraciones y de ondas electromagnéticas”.
Al sur de Madrid, varios pueblos también poseen estas curiosas estructuras. En Carabaña, un municipio situado a 50 kilómetros de Madrid, es posible hacerse con una casa cueva con salón, baño, cocina, comedor, dos habitaciones, patio y parcela urbana de 700 metros cuadrados por 160.000 euros. En cambio, en Chinchilla de Montearagón, un pueblo situado al lado de la ciudad de Albacete, es posible hacerse con una casa rústica coqueta y atemporal horadada en la roca por 79.000 euros.
Un búnker natural en caso de conflicto
También las hay reconvertidas a espacios turísticos, como la de la Finca Les Coves, en Alicante. Aquí, los dueños han creado una villa con regusto a Mamma Mia a partir de la unión de dos cuevas en las que caben seis personas. Los precios van desde los 165 euros por noche hasta los 235, en función de la temporada.
Eso sí, en estas construcciones hay que ser minimalista a la fuerza. “No se meten demasiados muebles, con los huecos excavados y unas cuantas cosas te apañas”, relata Burgos. De este modo, se impone un detox a todos los niveles. Además, Burgos desliza que la cueva puede ser una solución ante la incertidumbre del futuro, y no sólo por el cambio climático. “La gente poderosa ya tiene su búnker listo por si estalla un conflicto. Parecía que no, pero con la guerra de Ucrania hemos visto que hay cosas dramáticas que pueden suceder. En una cueva, puedes acumular conservas y estar a salvo”, zanja.