Ya se sabe que la comida prefabricada no es la crème de la crème. Ni por su sabor ni por sus ingredientes. En cambio, suele ser el salvavidas para los días en los que no apetece cocinar o falta tiempo para ello. El éxito de las elaboraciones precocinadas queda demostrado con la gran variedad de marcas que existen en el mercado. Algunas con más trayectoria y acierto que otras.
Carretilla es una de esas empresas que comenzó con las conservas en 1875 y que llega a la actualidad con múltiples opciones de platos listos para comer. Una larga andadura en el sector de la alimentación que convierte a la compañía navarra en una de las opciones más elegidas. Sin embargo, en esta ocasión, no se ha librado de las críticas. ¿Por qué?
Lo que pides vs. lo que llega
Hay platos precocinados que no generan grandes expectativas, pero de ahí a que se le tome el pelo al consumidor, hay un trecho. Básicamente es como se siente Javier Pérez, un usuario que ha señalado en redes sociales a la popular compañía.
"Debería ser denunciable un engaño de tal calibre @carretilla_oficial", expresa el internauta junto a una imagen de los canelones precocinados. La foto no deja lugar a dudas: la comida del interior tiene un aspecto muy diferente al que se muestra en el envase.
"Un resultado desagradable"
En declaraciones a Consumidor Global, este usuario confiesa que compró los canelones porque "tenían una pinta espectacular". Evidentemente, ya sabía que la realidad no se iba a corresponder con la foto del embalaje.
Pese a ello, la decepción fue mayúscula. "Lo que no imaginé es que el resultado final, una vez los calenté, fuera tan desagradable", relata.
Comer con la vista
Son muchos los casos en los que los clientes se han sentido defraudados con la comida precocinada. Y lo cierto es que en este sector tiene un papel muy importante el marketing, que es el encargado de jugar con el envase, los colores y, sobre todo, con la fotografía.
"El objetivo es seducir con los sentidos al consumidor", explica el consultor de marketing Paco Lorente en declaraciones a este medio. Unos sentidos que, en el caso de Carretilla, se focalizan en la vista. "Es lo más rápido para que la mente del consumidor se pueda hacer una idea de lo que va a comprar y la experiencia que va a vivir", añade el experto.
¿Publicidad engañosa?
Javier Pérez confiesa a este medio que los canelones de Carretilla le parecieron "una publicidad extremadamente engañosa que atenta a la inteligencia de cualquiera". ¿Realmente es así? A juicio de Lorente, no está claro.
Reconoce que el consumidor compra el producto porque la imagen del envase le atrae. Pero, "en ningún caso te pone que lo que vas a encontrar dentro es lo que muestra la imagen", subraya. Lo que sí deja claro Lorente es que genera "falsas expectativas". "Sí que puede ser un mensaje publicitario que, no sé si engañoso, pero puede llevar a error", recalca.
La callada por respuesta
Saber por qué hay tanta diferencia entre la foto del envase y los canelones reales es imposible. ¿El motivo? Carretilla da la callada por respuesta después de que nos hayamos puesto en contacto con ellos para conocer su versión. De lo que no hay duda es que la diferencia es más que notable. Mientras en la imagen aparecen unos apetecibles canelones, en el interior no hay más que una masa blanca con un aspecto que deja mucho que desear.
"Nuestra parte racional nos hace pensar que el cliente no va a volver a comprar esa marca, pero la experiencia me dice que es muy posible que vuelva a caer", expone Lorente. Lo cierto es que la comida precocinada es un producto de pura conveniencia al que el consumidor recurrirá las veces que considere. Pero, en algunos casos, es una tomadura de pelo. El claro ejemplo de 'lo que te pides vs. lo que te llega'.