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Caleido quiere calentar las Cuatro Torres: un paseo por la nueva zona comercial del norte de Madrid

Mango, Scalpers y Pepe Jeans son algunas de las cadenas que han abierto al abrigo del nuevo edificio del IE, pero no parece sencillo que el espacio brille con personalidad propia en una localización tan particular

Pasillo de Caleido junto a una de las Cuatro Torres de Madrid / CG
Pasillo de Caleido junto a una de las Cuatro Torres de Madrid / CG

Cuando Florentino Pérez vendió por 80.000 millones de pesetas los terrenos de la hasta entonces Ciudad Deportiva del Real Madrid, probablemente pocos miembros del club blanco (y de la propia ciudad) supieran qué era Five Guys; Starbucks acababa de aterrizar en España y aún faltaban cuatro años para la fundación de Bimba y Lola. Hoy, esas tres marcas están presentes en Caleido, el nuevo espacio comercial junto a las Cuatro Torres de Madrid que aspira a dinamizar la zona. Se decía que cada una de las torres estaba dedicada a un galáctico (Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham), pero ahora son el espacio de trabajo (es decir, el segundo hogar) de miles de empleados de grandes consultoras, como Price Waterhouse Coopers y KPMG. Para todos ellos, y para los estudiantes del nuevo IE, Caleido abre sus puertas como un amigo que se muda cerca de tu casa y te hace la vida más fácil.

La zona, no se puede negar, no ha enterrado su antigua condición de páramo: los reflejos de los metros y metros de cristales crean una atmósfera cortante y el viento sopla más fuerte para los centenares de consultores ajetreados que cargan su café y bajan a fumar dos minutos furtivos, o para los clientes del exclusivo hotel Eurostars que llegan en coches con cristales tintados. Caleido quiere caldearlo todo, insuflar vida. Pero no parece una tarea sencilla.

Típicas cadenas y típicas franquicias

“Me parece que es un modelo de centro comercial tradicional, con las típicas cadenas y las típicas franquicias. La novedad es que está al aire libre, y que está muy vinculado tanto a las cuatro torres como al IE”, explica a este medio el geógrafo y urbanista Antonio Giraldo. “Siempre es mejor que haya algo a que no haya nada, pero ahonda en el modelo de los estándares globalizados, que parten de la explotación del ocio. Y hay otro factor: de lunes a viernes habrá mucha actividad, pero, los fines de semana, ¿quién se va a desplazar a propósito a Caleido? El cine quizá tire algo, pero también es un cine exclusivo, con butacas que se anuncian como premium”, arguye. De hecho, los precios de dicho cine son elevados: 9 euros en días laborables y 10 en festivos y vísperas. Para mayores de 65 hay algún descuento.

Un cartel en el nuevo espacio / CG
Un cartel en el nuevo espacio / CG

La inauguración de Caleido quiso ser de película, pero estuvo pasada por agua. Tuvo lugar el jueves 29, cuando el cielo parecía querer afirmar violentamente que ya estamos en otoño. Así, tiendas como Pepe Jeans, Silbon, Intimissimi o Starbucks abren bajo nubarrones. Los promotores celebraron el evento con diversas actividades, incluso contrataron a un DJ y a artistas urbanos (nombres tan famosos como Boa Mistura) para dar color al hormigón lánguido, pero, de momento, la sensación es de artificialidad. De cápsula. De que eso está allí para que los niños bien del IE y los consultores que trabajan mil horas compren un regalito cuando llegue el cumpleaños de algún amigo y no tengan que moverse mucho para encontrarlo.

Futura tienda de Scalpers en Caleido / CG
Futura tienda de Scalpers en Caleido / CG

Aumenta la oferta gastronómica

Nerea Simón trabaja en KPMG, y celebra la apertura. “Pienso que viene bastante bien, porque aquí alrededor no había nada. Si un día te manchabas la camisa con el café te tocaba ir todo el día con la mancha, a no ser que bajases a Nuevos Ministerios. Y la oferta gastronómica aumenta, tampoco había mucho alrededor de las torres. La farmacia viene muy bien, pero sí es verdad que se echa de menos algún bar, porque desde que abrió la torre del IE y vinieron los estudiantes, los bares de la zona se quedan un poco cortos de aforo. Pero en general bien”, argumenta, sonriente, aunque sin lograr entusiasmarse. Lo del bar no es ninguna estupidez, tal y como apunta Javier Brihuega, su compañero en la big four. “Las torres tienen sus propios restaurantes, pero habría estado bien poder bajar a un bar a comerse un menú del día de toda la vida”, apostilla.

Uno de los pasillos del área comercial / CG
Uno de los pasillos del área comercial / CG

Giraldo también pone el foco en la alimentación. “No hay nada de pequeño comercio. Hay grandes cadenas cuya comida no es muy saludable, aunque a todos nos guste para de vez en cuando, pero no sé si es lo más deseable al lado de una universidad”, destaca. La Vaguada, el primer centro comercial que abrió en la capital y que está a unos 15 minutos en transporte público, nació con otra vocación, tal y como explica el urbanista. “Había pequeños comercios, el concepto ha cambiado. No sé qué aportará Caleido que no tengan otros centros comerciales. Y tampoco está a pie de calle, no pasas por ahí para ir a otro lugar”, detalla.

Scalpers, Honest Greens o Starbucks

En la tienda de joyería Singularu Trendy Jewelry hay un 2x1 para las 100 primeras compras. Se ha formado cola, compuesta sobre todo de mujeres jóvenes. En cambio, en Intimissimi no pasa mucha gente. Justo enfrente de Singularu está Pepe Jeans, y más allá estarán (aún no se ha inaugurado) Mango y Scalpers. Tampoco dejan pasar la oportunidad El Ganso y Façonable. Y, para tomar algo, el trillado pero infalible Starbucks, La Desayunería (una amplia oferta de zumos, dulces y pancakes), Honest Greens (que presume de que su comida no está procesada, es sostenible con el medio ambiente y de origen local, lo que quiere decir que sus ensaladas no bajan de 7,90 euros), New York Burger (burgers gourmet desde 12,50) y Five Guys. El hecho de que estén estas dos, y no un McDonald’s o un Burger King, sirve para hacerse una idea del perfil de cliente.

El Starbucks, lleno el día de la inauguración / CG
El Starbucks, lleno el día de la inauguración / CG

Antonio Pomares trabaja de recepcionista en una farmacéutica de las cuatro torres. “Bajé con un amigo después del trabajo a ver qué había, nos habían dicho que había un evento, y habría música y tal. Nos imaginábamos que habría más terrazas, pero bueno. Se ve que la zona tiene mucho potencial, pero aún está empezando. La cerveza en uno de los locales nuevos nos ha costado 3,25 euros a cada uno, y las patatas bravas a compartir, que eran lo más barato, 7. Es un sitio agradable y los árboles son de verdad, que no es poco para ser Madrid”, concluye. A pesar de que su primera impresión ha sido positiva, no han estado mucho rato. Hace fresco y toca volver a casa. Y no está cerca.

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