La primavera es, para muchas personas, la luz al final del túnel y la promesa de un horizonte más feliz, sin cazadoras y con más horas de sol. Sin embargo, no es una estación agradable para todos. Los alérgicos al polen sufren estos días estornudos constantes, escozores, ojos hinchados y malestar. Para remediarlo, hay varios medicamentos que pueden suponer un salvavidas, pero también un buen agujero en el bolsillo.
Aunque en España muchos fármacos son gratuitos o bastante baratos, gracias a la cobertura estatal; si no hay receta, pueden resultar caros. Entonces, ¿cuánto cuesta ser alérgico? Hablamos con varios expertos y afectados para resolver esta duda.
Diferencia entre un medicamento para la alergia con receta y sin receta
La Sanidad española financia muchos medicamentos, de acuerdo. Pero, con todo, algunos precios pueden resultar caros para determinados bolsillos. En Twitter hay varios comentarios al respecto. “Anoche se me cerró la garganta y casi acabo en urgencias. Maldita alergia, toca pasar por la farmacia y dejarme una pasta en pastillitas de varios tipos. Y así hasta junio”, escribe un tuitero bajo el alias Radastan.
En una farmacia del madrileño Paseo del Prado, Daniel G., uno de los responsables, explica que el porcentaje de gente que pide medicamentos para la alergia con receta y el que los pide sin ella es de un 50-50. Y eso se nota en el precio de la caja de pastillas, que puede ir desde cero euros hasta 12. “La mayoría de la gente que la pide sin receta es gente de paso, o turistas”, señala el farmacéutico. Personas que la necesitan, pero que, o bien no están empadronadas en la capital, o bien no han conseguido la receta.
“Cada vez hay menos que cubra la Seguridad Social”
Ángela Díez es auxiliar de enfermería en Sevilla. Ella no es alérgica al polen, sino a los ácaros. “Mi vacuna cuesta 340 euros, pero la seguridad social cubre la mitad, así que a mí me cuesta 170 euros al año”, explica. “Pero además de la vacuna, también me tengo que aplicar los inhaladores y tomarme las pastillas todos los días”, añade.
Con todo, señala que, “siendo honestos”, no le parece que pueda considerarse caro. “Creo que tenemos mucha suerte de tener la seguridad social que tenemos, pero en mi opinión los recortes que está habiendo están afectando mucho. Cada vez hay menos medicamentos que cubra la Seguridad Social, y, por otro lado, los trabajadores nos vemos muchas veces desbordados, sin posibilidad de dar el trato que los pacientes se merecen”, relata.
250 euros por la vacuna contra los ácaros
En cambio, Alysa G. explica a Consumidor Global que su vacuna contra los ácaros costaba “unos 400 euros o así, pero por la Seguridad Social, ellos pagan la mitad y a mí me ha costado unos 250 euros al final”. Tal y como relata esta persona alérgica, las vacunas se hacen de manera individualizada en función de los resultados de un análisis de sangre.
Por esa razón, señala el farmacéutico asistencial Carlos Alonso, hay personas que pagan 120 y otras 200 euros. “¿Eso es caro o es barato?”, cuestiona. “Yo creo que, si con 400 euros de una vacuna te quitan un problema para toda la vida, es barato”, relata. El boticario explica que las diferencias de precio entre los productos financiados por el Estado y los que no lo están puede ser de hasta el triple o el cuádruple. “Si vas a Estados Unidos, a Suiza o a Francia y ves los precios de allí, tu opinión cambia. Igual no que hay que pensar que sean caros, sino que con receta son muy baratos”, explica. Alonso subraya que, bajo su punto de vista, “el medicamento es el recurso de salud más barato que tenemos”.
Reactine: 12 euros por 14 pastillas
Pilar Romero, de la malagueña farmacia Mata, expone que es un tema legislativo. “Hay que diferenciar entre los productos que están financiados por el Estado y los que no, y entre las personas más vagas o que no tengan tiempo de ir al médico de cabecera para que les recete un medicamento que sale gratuito. Por suerte, en España puede ser gratis”, señala.
No obstante, una persona puede escoger las opciones sin receta porque está de viaje o por la lentitud de la Sanidad en algunas comunidades autónomas. Según relata Romero, entre los que no llevan receta, Reactine es uno de los fármacos más populares. “Es un descongestivo con un antihistamínico”, detalla. La caja de 14 comprimidos cuesta 12,45 euros, así que cada una sale a 89 céntimos. En adultos, la dosis recomendada es de dos pastillas al día. Si se sigue esa frecuencia, la caja dura una semana. Al mes, supondría un desembolso de unos 50 euros en pastillas. En el peor de los casos, si son tres meses de alergia, más de 150 euros. Además, a eso se suma, en muchas ocasiones, el colirio para los ojos.
El farmacéutico decide
Gabriel Reyes, de la farmacia Reyes, coincide en que el Reactine es uno de los más vendidos estos días. No obstante, apostilla que “siempre puedes acudir a los medicamentos más baratos, como es el caso del Loratadina, que cuesta 3 euros”, relata. El problema está en que es el farmacéutico el que dispensa uno u otro, y el que, por tanto, decide si ingresa una cantidad u otra.
Fernando Sánchez, por ejemplo, explica a este medio que fue a la farmacia y pidió simplemente algo para la alergia que no le provocase “demasiado sueño”. Le dieron Reactine, y pagó 15 euros por 14 pastillas. “Te recomiendan que tomes dos dosis diarias. Si la alergia me dura hasta junio, ¿qué pastizal hay que desembolsar en antihistamínicos?”, se pregunta. Explica que, a partir de abril, su alergia “se hace insufrible”, pero también añade que nunca le habían cobrado “tanto por unas pastillas”.
Los medicamentos que salen en la tele son los más caros
“El problema no es de los medicamentos para la alergia, el problema es de la legislación española, y extensible a algunos de los que más se venden. Se exige que la gran mayoría de medicamentos tengan receta médica, pero también es cierto que los principales laboratorios han sacado presentaciones con una composición similar a los que no tienen receta, y la única razón por la que son más caros es porque no están financiados por el Gobierno. Es así de sencillo”, señala, tajante, Carlos Alonso.
No obstante, reconoce que los precios en los medicamentos publicitarios (los que se pueden anunciar en televisión, y que nunca llevan receta) son más caros. Pero también pueden figurar entre los más conocidos. Y, una vez que la gente sabe cuáles son, prima la ley de la oferta y la demanda. Con todo, Alonso reconoce que existe una “hipermedicalización de la Sanidad” que señala que se vendan pastillas “para todo”. Y eso, para las farmacias, se traduce en ingresos.