La llegada del Covid paralizó la principal fábrica del mundo: China. La producción se redujo de forma drástica e infinidad de pedidos se cancelaron. La cadena de aprovisionamiento se rompió y se produjo un desabastecimiento global que todavía perdura. Antes, el plazo medio de entrega de una bicicleta era de alrededor de un mes. Actualmente, comprarse un velocípedo es una odisea que puede alargarse más de un año --para pasada la Navidad de 2022-- en la mayoría de las 2.981 tiendas especializadas que hay en España.
“Tenemos un stock totalmente localizado en Asia, que es la productora de nuestro territorio, y en situaciones de crisis tener el fabricante a miles de kilómetros es un serio problema”, expone a Consumidor Global el experto en logística Cristian Castillo, quien explica que ahora se quieren abrir y ampliar fábricas a nivel europeo. Ante la falta de suministros asiáticos, la marca Capri, que desde 2010 diseña y fabrica en Europa, tiene una mayor disponibilidad.
Bicis de proximidad
La crisis de las mascarillas evidenció el riesgo de la deslocalización, “algo que en Capri Bikes y Biciclasica hacía años que advertíamos”, apunta Andrés Maldonado, fundador de ambas empresas. La industria de la bicicleta, al igual que tantos otros sectores, se ha trasladado casi por completo a Asia, pero “nosotros decidimos darle la vuelta y comprar la mayoría de los componentes a pequeñas empresas europeas”, añade Maldonado, quien asegura que en el último año se han hecho grandes inversiones en fábricas alemanas, austríacas, portuguesas y polacas, por lo que los precios pronto serán más competitivos.
Sin embargo, tanto la fabricación de sistemas de transmisión como la de las celdas de litio de las baterías de las bicis eléctricas todavía es inexistente en Europa y se ha de recurrir a China. “Los semiconductores, que afectan al tema de las bicis eléctricas, se fabrican en Taiwán y en Corea, y China se lleva todas las existencias. Aquí llega a cuentagotas”, recuerda Castillo.
Mayor disponibilidad
Mientras en muchas tiendas se muestran “desesperados” al ver que las piezas no llegan y que las bicis no se pueden vender, en ocasiones, durante meses porque les falta un solo componente, Maldonado asegura que en Biciclasica entregan más de la mitad de sus modelos de forma inmediata.
En cuanto a sus bicicletas eléctricas, que tienen ciertas complejidades técnicas y requieren la compra de determinadas piezas a China, los plazos de entrega van de uno a cuatro meses de espera. “Hemos adelantado la compra de esos componentes clave, y ahora estamos cerrando los pedidos de 2022 y 2023 para que no nos afecten tanto los problemas de suministro”, desvela Maldonado.
Mismos precios
Cuatro de los modelos más sencillos y económicos de la marca Capri se venden en Decathlon por entre 275 y 295 euros. Dejando de lado sus modelos más populares y baratos, la Capri Berlín Eléctrica (1.690 euros) es otro de sus modelos más vendidos. Desde la marca aseguran que los costes han subido y el margen de beneficio se ha reducido, pero a costa de no hacer promociones “hemos podido mantener los mismos precios”, apunta Maldonado, algo que no ha sucedido con las empresas que compran la mayoría de sus piezas en Asia y se han visto obligados a subir entre un 15 y un 20% las tarifas de sus bicicletas.
Un sillín estándar en China cuesta 2 dólares. Un sillín italiano está en torno a los 4 euros. “Pero el transporte ha subido tanto de precio que ahora mismo son más competitivos algunos componentes europeos”, explica Maldonado, quien asegura que la gran mayoría de piezas fabricadas en Occidente son de mejor calidad y, en época de pandemia, manejan unos tiempos de fabricación y de transporte mucho más cortos.
Sin intermediarios
¿Cómo pueden fabricar bicis en Europa a precios competitivos sin pasar por Asia? “Hacemos bicicletas y las vendemos directamente online. Nacimos en 2010 y somos nativos en directo al consumidor”, explica Maldonado sobre una de sus estrategias para ahorrar costes.
Este emprendedor hace un llamamiento para que tanto empresas como particulares se conciencien y prioricen en sus compras los productos made in Europe. “El futuro pasa por reinventarse a través de la relocalización”, sentencia Maldonado.