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La avaricia de WiZink y otras entidades: avalancha de reclamaciones por las tarjetas 'revolving'
Otras empresas como Cetelem o Cofidis también están en el punto de mira por la concesión de créditos con intereses abusivos que se consideran usurarios
La avaricia rompe el saco y algunas entidades financieras lo pueden pagar caro. Al igual que ocurrió con las cláusulas suelo, que provocaron oleadas de reclamaciones entre los compradores de vivienda --sólo en 2020 se resolvieron más de 114.000 casos en los juzgados--, ahora es el turno de las tarjetas revolving. Se trata de un producto financiero complejo que se ofrece a los consumidores de forma poco transparente y que, por lo general, esconde intereses muy elevados. Esto produce que el usuario adquiera una deuda de la que es muy difícil librarse y que puede suponer que el pago de intereses supere al de la propia cantidad prestada. De hecho, una sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2020 calificó de abusivos los intereses que pagó una usuaria de una tarjeta revolving de WiZink ha abierto la espita de las reclamaciones sobre este tipo de productos.
“Sólo de WiZink estoy gestionando unas 300 reclamaciones en estos momentos”, asegura a Consumidor Global José Luis Ortiz Miranda, jurista especializado en derecho bancario y titular del bufete Ortiz Abogados. Pero la cuestión va más allá. Sobre su mesa se acumulan más de 1.000 casos protagonizados por entidades como Cetelem, Caixabank Payments o Cofidis. En la misma línea se pronuncia el despacho Durán & Durán, que también ha experimentado un aumento del volumen de este tipo de consultas. Incluso el Banco de España refleja un incremento de este tipo de quejas. Según las últimas cifras del Departamento de Conducta de Mercado y Reclamaciones del órgano, el volumen de denuncias en torno a este asunto aumentó en 2019 un 193,6 % frente al año anterior.
¿Cómo funciona una tarjeta ‘revolving’?
Con una tarjeta de crédito normal un usuario puede afrontar compras para las cuales no dispone de liquidez en ese momento. El banco se lo presta y al mes siguiente tiene que devolver la cantidad utilizada. En caso de no tener dinero suficiente en la cuenta para satisfacer la deuda, se generan intereses. En una tarjeta revolving no es posible cancelar la deuda de golpe y siempre se tiene que hacer a plazos: bien con una cantidad fija o con un porcentaje del crédito utilizado. De este modo, uno de los ganchos y motivo por el que los consumidores suelen caer en las fauces de estos créditos leoninos --abusivos-- es la supuesta ventaja de poder devolver el préstamo en “cómodos plazos”, explica Ortiz. Así, al optar por una cuota muy baja, uno de los riesgos es caer en un bucle de deuda. Esto se produce cuando lo que se paga todos los meses no cubre los intereses generados y la deuda no sólo no disminuye, sino que aumenta.
Otra de las peculiaridades de las tarjetas revolving es que se tratan de una especie de línea de crédito permanente. Esto se debe a que cuando el usuario paga una cuota para reducir lo que debe, la cantidad de crédito a su disposición aumenta en la misma cantidad. “Es un mecanismo perverso. El crédito vuelve a estar disponible al mes siguiente, con el consecuente cobro de intereses”, aseveran a este medio desde la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin). Es decir, si se contrae una deuda de 1.000 euros y se devuelven 100 euros el primer mes, éstos no se restan, sino que se vuelve a disponer de ellos. La cantidad a devolver no pasa a ser de 900 euros, sino que se mantiene en 1.000. “Esto hace que los intereses se recalculen y se genere así una espiral de sobreendeudamiento infinita”, asevera la asociación.
Los intereses superiores al 20 % son usurarios
Desde el despacho Durán & Durán explican que para saber si se está ante un crédito revolving es necesario revisar el contrato que se firmó en su momento. “Si el interés TAE –tasa anual equivalente-- es superior al 20 % se trata de usura y el cliente está en disposición de reclamar lo que se le ha cobrado de forma indebida”, subrayan. En caso de no disponer de ese documento, otra opción es acudir a los extractos bancarios para comprobar si esa es la situación. Por su parte, Ortiz señala que el Tribunal Supremo considera que un porcentaje superior al mencionado es “notablemente superior al interés medio del dinero y manifiestamente desproporcionado”.
De hecho, según el último barómetro de Asufin sobre las tarjetas revolving, el precio medio del mercado de este tipo de plásticos en diciembre de 2020 era del 22,84 %. Esto a pesar de que se han reducido tras la sentencia del Supremo de marzo de 2020. Sin embargo, Ortiz relata que en estos momentos gestiona casos en los que los intereses se disparaban incluso hasta el 41 %. Para hacerse una idea de lo que supone unos intereses tan elevados, el coste medio de una financiación de 1.000 euros a 24 meses con este tipo de tarjetas es de 229 euros. No obstante, con la más cara de las analizadas en el barómetro -- la Visa Diamond Infinite Credit de Openbank-- ese coste se dispara hasta los 473 euros.
Se cuelan en las tarjetas de fidelización
“Son productos de campaña. Se pusieron de moda en los años 90 y desde entonces se ofrecen a los clientes cuando salen de las grandes superficies, por ejemplo. Pero también se pueden ofrecer para sufragar los gastos del dentista. Hay clínicas en las que hasta tienen los formularios en la recepción”, explica el abogado Ortiz. En la misma línea, el despacho Durán & Durán señala que estos productos financieros tan opacos se emplean para financiar todo tipo de compras. Desde neveras hasta caros teléfonos móviles de última generación. “También en las tarjetas de fidelización de algunos supermercados, como la Carrefour Pass, por ejemplo. Se pueden encontrar financiaciones que son una auténtica barbaridad”, aseveran desde el bufete. Asimismo, Asufin añade que los consumidores también se pueden topar con estos productos en las tarjetas de puntos de las gasolineras o en los plásticos que ofrecen los bancos y que, en apariencia, son inocuos. En cambio, no son habituales en las agencias de viajes ni en la compra de vehículos o de viviendas, señalan los expertos consultados.
De este modo, la penetración de estas prácticas calificadas por la justicia como usurarias han perjudicado a miles de personas. Por ello, “para intentar eludir la avalancha de pleitos, muchas de estas empresas han rebajado del 20 % el interés TAE de forma unilateral, como WiZink, Cetelem, Caixabank Payments… lo han hecho y ni siquiera lo han notificado a los clientes”, asegura Ortiz. Sin embargo, el abogado considera que con ello no conseguirán escurrir el bulto, más bien al contrario, dado que da más argumentos a los usuarios para reclamar. Esto se debe a que resulta extraño que una compañía renuncie a “siete u ocho puntos porcentuales” del interés estipulado en un principio sin que nadie se lo pida. “El Supremo ha publicado dos sentencias favorables a los consumidores y con unanimidad del pleno, sin ningún voto particular en contra, por lo que animo a los usuarios afectados a reclamar”, aconseja el experto.
Inclusión en la lista de morosos
Antes de acudir a un abogado, algunos usuarios, hartos de pagar intereses abusivos durante años, deciden cortarle el grifo a la entidad en cuestión. Ante esto, una práctica habitual por parte de las financieras es incluir en el registro de morosos a los afectados que optan por no pagar. Esto supone un perjuicio grave dado que dificulta el acceso a préstamos hipotecarios, entre otras cuestiones. A pesar de lo engorroso de la situación, si se produce puede redundar en una indemnización mayor para el cliente que reclama por un crédito revolving.
Ortiz insiste en que cuando el interés TAE supera el 20 % el caso “está ganado sí o sí”. Eso supone que se declararán nulas las cláusulas abusivas y que al cliente se le reembolsarán los intereses que nunca se le debieron aplicar. A pesar de que en España existe legislación contra la usura desde 1908, este abogado considera que ha habido “mucha manga ancha” ante este tipo de prácticas. Sin embargo, parece que la avalancha de reclamaciones y denuncias en auge en estos momentos puede hacer que algunas empresas se lo piensen dos veces antes de prestar dinero en condiciones de usura.
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