Es una paradoja funesta y vergonzosa: millones de personas sufren problemas de hambre y escasez y, a la vez, cada día se tiran miles de toneladas de alimentos. Casi una quinta parte de toda la comida que producimos en el planeta acaba en la basura de las casas y los restaurantes, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En España, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación estima que cada ciudadano desperdicia 31 kilos de alimentos al año.
Para remediarlo, el Gobierno ha aprobado un proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, que incluye una serie de obligaciones para las cadenas de supermercados. Pero antes de que esta ley entrase en marcha, ya existían algunas alternativas para el consumidor: aplicaciones como Encantado de comerte, Phenix o Too Good To Go consiguen, gracias a la tecnología, indultar del cubo de la basura kilos y kilos de alimentos. De algún modo, la nueva norma del Ejecutivo sigue el surco que habían labrado. Aunque estas apps tampoco son la panacea.
Tecnología para reservar lotes
Geolocalización, engarce eficaz entre establecimientos y usuarios y un compromiso decidido. Estas son las claves de estas plataformas que se adscriben al marco de la economía circular. Quizá la más sobresaliente sea Encantado de Comerte (EdC), que de momento está presente en Zaragoza, Madrid, Logroño, Vitoria y Santiago de Compostela. Esta empresa ataca el desperdicio centrándose en el pequeño comercio, haciéndolo así más competitivo. La ventaja de EdC es que permite al usuario filtrar por tipo de local y de alimento. Así, el cliente está más cerca de escoger lo que realmente quiere. Selecciona “salvar lote” en uno de estos locales, paga con antelación con tarjeta y acude al sitio elegido (por ejemplo, una frutería) en una franja horaria determinada. Allí enseña un código y el frutero o la frutera le entrega su bolsa. Win-win. Por ejemplo, es posible realizar un pedido de 3 kg de fruta por 2 euros. Hay variedad: en EdC se puede encontrar panaderías, fruterías, pizzerías o negocios de comida casera para llevar.
Enrique de Miguel, cofundador de Encantado de Comerte, explica que su diferencia fundamental con otras apps reside en su vertiente social: permite vehicular el esfuerzo de las ONG con las familias sin recursos para que estas puedan acceder a la plataforma y beneficiarse de forma anónima. De este modo, explica, evitan el estigma que puede suponer acudir a centros de ayuda. Este compromiso no ha pasado desapercibido: este verano, la ONU premió a Encantado de comerte como una de las 50 mejores pymes a nivel mundial para mejorar el sistema alimentario.
Comprar excedente un 66% más barato
Otra aplicación similar es Too Good To Go, posiblemente la más popular en nuestro país. Su responsable de prensa en España, Carlos García, explica que el proyecto nació en Dinamarca en 2015, cuando un grupo de amigos que había ido a comer a un bufet fue testigo de cómo los camareros tiraban la comida sobrante. Ante ese derroche, decidieron actuar y buscar soluciones para darle una segunda oportunidad a los excedentes de alimentos. Se non é vero, é ben trovato.
De momento colaboran con unos 12.000 establecimientos y han salvado toneladas de comida. En su app se pueden descubrir pequeños comercios, supermercados e incluso desayunos que los hoteles no han servido y van a acabar en el contenedor. Al igual que EdC, muestra el precio que tendrían los productos en circunstancias normales y el que le costará adquirirlo al cliente. Suele ser tres veces más bajo. Eso sí, Too Good to Go no permite filtrar por tipo de alimentos.
Cuando la sorpresa del pack decepciona
Visto así, suena fenomenal: no se desperdicia comida y el consumidor paga un precio muy razonable. El concepto clave de Too Good To Go es el “pack sorpresa”, una suerte de cesta que el usuario compra sin saber exactamente qué se va a llevar. Por ejemplo, en una panadería puede adquirir el pan que no se ha vendido durante el día (que probablemente estará más bien duro) y quizá dulces o alguna porción de empanada. En Carrefour podrá obtener carne que está cerca de caducar, huevos y bollería. No es un servicio a la carta. Y aquí está el potencial problema: cuando este “pack sorpresa” no es lo que uno espera puede llegar a decepcionar.
Es el caso del cliente que compra en una pescadería en vez de una gran superficie con el objetivo de ayudar a una pequeña empresa y a la causa general contra el despilfarro pero finalmente constata que el plan no ha salido bien. En determinadas ocasiones, el consumidor puede tener la sensación de que el negocio le ha encasquetado comida que no está en buenas condiciones.
Compromiso y concienciación
Carlos García señala que la prioridad para Too Good to Go es que los productos ofertados sean de calidad. Tienen un equipo dedicado a revisar que los alimentos estén en buen estado, para que no haya sustos. “Los establecimientos son conscientes del tipo de productos que tienen que ofertar”, asegura. Por eso, las valoraciones de los usuarios resultan fundamentales, en tanto que ayudan a los responsables de la app a actuar si es necesario. Asimismo, no dudan en desactivar una tienda de su plataforma si comprueban que no está haciendo las cosas bien.
El problema surge cuando los establecimientos perciben que las apps sirven simplemente para convertir en beneficios lo que antes eran pérdidas. De Miguel explica que los negocios “deben tratar igual a un usuario de la app que a un cliente que llega a su establecimiento”. Reconoce que el control de calidad puede ser complejo, pero enfatiza que este tipo de proyectos triunfan gracias al compromiso de ambas partes, establecimientos y usuarios.
“Desaprender lo aprendido”
Los primeros tienen que ser responsables y no guiarse sólo por el beneficio, y los segundos no pueden pretender que todo esté reluciente, precisamente porque combatir el despilfarro de comida implica aceptar que no tiene por qué parecer estéticamente perfecta. Desde luego, sí debe estar en buen estado, pero no para salir en las fotos. Es una cuestión de concienciación: De Miguel habla de “desaprender lo aprendido”, de desterrar de nuestra cabeza los anuncios de platos resplandecientes que la publicidad lleva décadas configurando. Desde Too Good To Go opinan lo mismo: hay productos consumibles que pueden parecer “feos”. Es una tarea, asegura Carlos García, de entender que la comida es siempre comida.
Ambas apps valoran positivamente la regulación contra el despilfarro. “En Francia llevan años con esta ley”, asegura Carlos García. Según él, la legislación no morderá una parte de su negocio porque los supermercados seguirán necesitando distribuir productos con salida urgente ese mismo día. Y ahí estarán ellos. En definitiva, dice, “podemos convivir con la ley”. De Miguel aplaude el decreto, cita los objetivos de desarrollo sostenible y da una nota de optimismo: “vamos en la buena dirección”. Aunque a veces la manzana no esté impecable para Instagram.