Oney es una empresa que ofrece “productos financieros innovadores para hacer más fácil tu día a día”. O eso dice. Esta firma es la que está detrás de la tarjeta del supermercado Alcampo, un producto a priori inofensivo y hasta útil, pero que en realidad esconde enormes intereses: la tarjeta de Alcampo es una revolving. Además, la entidad tiene vínculos con otras empresas de las que es muy difícil desligarse.
Tal y como se explica en la web de Alcampo Oney (en letra pequeña, eso sí), si un consumidor hace una compra en de 1.500 con forma de pago revolving, acabará abonando 47 cuotas de 45,67 euros y una última cuota de 45,65 euros. En total, casi 2.200 euros. Los intereses son altísimos: el TIN asciende al 20,03 % y el TAE al 21,98 %. También hay, es justo decirlo, algunas ventajas: la tarjeta Alcampo de Oney otorga a sus propietarios descuentos en carburante cuando reposten en gasolineras de la marca, y una serie de ofertas exclusivas. Pero la cosa se complica cuando estos clientes contratan un servicio y quieren darse de baja.
Dificultades para dar de baja un seguro
Teresa Peña cuenta a Consumidor Global que, hace unos años, contrató un seguro “mediante la tarjeta de Alcampo que pasó a llamarse Oney”. Era un seguro de Legalitas que daba acceso a una red de abogados para hacer consultas. “Lo dimos de baja porque después de estar pagando durante años necesitamos hacer dos consultas y no nos resolvieron ninguna de ellas. Aparte de esto, subieron el precio del seguro, y nos resultaba caro para el servicio que prestaban”, recuerda.
Pero no fue un proceso sencillo. “En el momento en el que nos indicaron que subía de precio, en abril de 2022, solicitamos la baja a su vencimiento, que era en julio de 2022. Llegó julio y nos lo siguieron cobrando mensualmente. Estuvimos detrás de ellos más de tres meses y al final dejaron de cobrarlo y nos devolvieron las cantidades cobradas de manera irregular”, expresa Peña. Oney se justificaba, recuerda, con el argumento de que la firma de abogados no les había mandado la solicitud de baja, y estos culpaban de lo mismo a Oney. “La pelota de una empresa a otra, y mientras tanto, el cliente pagando. Las llamadas eran interminables, y eso cuando te lo cogían. Aún hoy no sé cómo conseguí darlo de baja”, reconoce.
Cuotas anuales
Luis Miguel Aso también tuvo que pelear para decir adiós. “Todo empezó a raíz de contratar la tarjeta de Alcampo”, cuenta. Al poco tiempo recibió una llamada de una comercial de Oney que le ofrecía un seguro médico dental familiar con Adeslas. Aceptó, pero, pasados los meses, se dio cuenta de que no lo necesitaba y lo intentó cancelar. “Primero me dijeron que tenía que darlo de baja con Adeslas, pero allí me explicaron que, como me lo había contratado Oney, tenía que ser Oney quien lo anulase”. Estuvo más de un año intentando contactar: “Todo era pasarme las llamadas de un departamento a otro”, recuerda.
Cuando finalmente logró hablar con la empresa, le explicaron que los periodos de contratación eran anuales, lo que significaba que el contrato seguiría en vigor hasta julio. En ese momento, Aso se resignó, pero su sorpresa fue mayúscula cuando, en el mes de agosto, le cobraron de nuevo el recibo. No obstante, ya no recibió la factura por correo ordinario, “como me había ido llegando religiosamente”, apunta.
“No había manera de que contestasen a mis llamadas”
Y vuelta a empezar. “Como, de nuevo, no había manera de que contestasen a mis llamadas telefónicas, decidí devolver el recibo. A los 2 o 3 días de hacerlo se pusieron en contacto conmigo por teléfono y tuve que volver a abonar dicho recibo con su consecuente penalización”. Molesto, en octubre publicó en Twitter su malestar con la compañía y sus procedimientos, y entonces Oney le aseguró por mensaje directo que la póliza vencía el 31-12-2022.
Con todo, el 2 de enero la compañía le volvió a pasar un recibo, y Aso no tiene claro si corresponde a diciembre o a enero. Lo segundo significaría que Oney, de nuevo, no ha cumplido los plazos que prometió. Este afectado ha ido pagando por un seguro médico que no desea 18'90 euros cada mes, y ya han pasado 18 meses desde la primera vez que intentó cancelarlo.
Intereses usureros
La única vez que este consumidor utilizó la tarjeta de Alcampo fue para comprar de un electrodoméstico, y en ese punto, reconoce, no tiene queja. “Lo ofrecido en la financiación lo cumplieron a rajatabla, así que por allí ningún problema”. Pero hay consumidores que sí han tenido incidencias. En el foro de valoraciones Trustpilot se recogen experiencias muy malas, de clientes que incluso han acabado en los tribunales por los elevados intereses de la tarjeta del supermercado.
Por ejemplo, la Audiencia Provincial de Asturias consideró usuario el tipo de interés TAE 20,4 % de una tarjeta de crédito de Oney Servicios Financieros, por lo que declaró nulo el contrato entre la entidad y una consumidora, y obligó a Oney a pagar a la demandante 4.400 euros más intereses legales. En la misma línea, el despacho Preico Jurídicos llevó el caso de una mujer que había adquirido una tarjeta de crédito Alcampo Oney en 2007. Le aplican la TAE del 29,69 %, y el fallo de la sentencia indicó que hubo usura. Se la exoneró de una deuda de más de 3.000 euros.
Una práctica “muy habitual”
Borja Sarachaga es el director de Marketing y Comunicación del despacho Reclamapormi, que ha llevado varios casos de tarjetas revolving asociadas a diferentes entidades. Si bien reconoce que no puede señalar a ninguna empresa en particular de forma directa (y que las propias tarjetas, por la modificación de las regulaciones, han ido variando en los últimos años), “es una práctica muy habitual”. A su juicio, en especial “en el sector alimentario e informático”. Por lo general, detalla, estos casos afectan a personas mayores, más habituadas a tener diferentes tarjetas.
Lo más pantanoso, explica Sarachaga, es el modo de contratación: muchas veces son los propios trabajadores quienes, en la caja del supermercado, ofrecen estas tarjetas, y no explican con detalle las condiciones. “A nivel usuario, lo más importante es informarse bien. Que la gente no tenga miedo a preguntar. Si no se entienden bien las cuotas, que prueben a contactar con algún experto”, recomienda Sarachaga.
Casos similares en Eroski y Carrefour
En Reclamapormi pueden presumir de varios casos de éxito, como el de una señora que tenía la tarjeta Eroski red Visa con una TAE que alcanzaba el 25,20 % y del tipo revolving. La justicia dictaminó que el contrato no superaba el control de transparencia y declaró las condiciones del mismo como abusivas, lo que significó la anulación de las condiciones, los intereses y las comisiones aplicados. También hay casos parecidos con la tarjeta de Carrefour.
Este medio ha contactado con Oney para recoger su versión de los hechos, pero, al término de este reportaje, no ha obtenido respuesta.