Basta con echar un vistazo a los lineales de los supermercados. La cantidad de marcas de agua que se le ofrecen al consumidor es abrumadora. Hay tantas que es difícil saber cuál elegir.
Comprar agua embotellada solo se justifica por dos motivos. O bien que la persona sea un poco más delicada o bien que viva en una ciudad donde el agua que sale del grifo es imbebible. Ahora bien, ¿qué diferencia a unas marcas de otras? A fin de cuentas el agua es agua. Nada tiene de especial. Sin embargo, unas cuestan mucho más caras que otras ¿Por qué?
Agua 'premium' vs agua clásica
Vayamos a los ejemplos concretos. Una botella de un litro de Bezoya cuesta 0,67 euros en El Corte Inglés. Un precio similar registra Font Vella y Lanjarón. El formato de un litro cuesta 0,69 euros en ambos casos. A 0,72 céntimos escala la botella de litro de la marca Cabreiroá.
Mismo supermercado, producto y formato trasladado a la marca Numen asciende hasta los 3,19 euros el litro. La etiqueta no deja lugar a confusión: "Agua premium" señalan. Cuesta casi cinco veces más que la de Bezoya. Un ascenso menos agresivo pero igualmente notable es el caso de Font D'Or. El litro cuesta 1,43 euros. Cabe preguntarse qué tienen estas aguas aparte del propio agua.
Los expertos hablan
La base de la que se parte es la siguiente: teniendo en cuenta que el agua se puede obtener de forma natural, pagar más por ella en su versión embotellada ya la convierte en un producto totalmente de márketing. Así lo aclara a Consumidor Global Paco Lorente, consultor de márketing.
Sara Rubio, nutricionista de bluaU de Sanitas, recalca a este medio que el concepto "agua premium" puede variar según la marca y región. "No necesariamente significa que sea más saludable desde el punto de vista nutricional", sostiene. La experta enumera cuáles son las propiedades que debe reunir un agua para llegar a catalogarse como "premium":
-Pureza: se someten a procesos de purificación para eliminar cualquier contaminante.
-Origen: proceden de fuentes naturales como manantiales vírgenes o glaciares.
-Mineralización equilibrada: una cantidad equilibrada de minerales les confiere un sabor suave y agradable.
-Envase de alta calidad: suelen ser de vidrio o plástico de alta calidad que no afecta el sabor del agua.
-Procesos de envasado controlados: se emplean tecnologías de envasado avanzadas para garantizar que el agua conserve su calidad durante el almacenamiento y el transporte.
-Estándares de seguridad: cumplen con los estándares de seguridad alimentaria y están libres de contaminantes perjudiciales.
¿Cómo se justifican los precios?
La diferencia de precios entre el agua Lanjarón, Font Vella o Bezoya frente a Numen o Font D'Or no radica en sus propiedades nutricionales. Lo explica Sara Rubio. La nutricionista pone el foco en factores como la marca, el tipo de envase o el márketing. En la misma línea va la opinión de Paco Lorente.
El consultor de márketing añade un factor más: la gourmetización de los productos. Básicamente, las marcas tratan de potenciar más el deseo que la propia necesidad. "Si yo necesito agua porque mi cuerpo me lo pide, bebo de la que tenga cerca. Del grifo, de una máquina de vending o de donde sea", argumenta el experto.
La estrategia del convencimiento
Lorente desglosa a este medio cuál es la estrategia que hay detrás de las marcas de agua. Se trata de un producto natural que no presenta diferencia ni visual ni de sabor. ¿Qué lleva a una persona a pagar cinco veces más por una determinada marca? Básicamente se trata de convencer al consumidor conceptualizando y vistiendo el envase. Nada más.
"Lo primero que tiene que hacer es encontrar esa ventaja competitiva que la pueda diferenciar del resto de aguas", sostiene el experto. Esto puede venir por algún tipo de atributo que sí que tenga el agua. Podría ser el caso de la mineral, por ejemplo. "El 99% recae en trabajo de marca, elementos visuales y sensoriales", afirma.
Una apuesta segura
Cuando un cliente compra un producto y en la cata queda decepcionado, difícilmente va a volver a comprarlo. En cambio, tener una mala experiencia con un producto como el agua es muy complicado. Así lo indica Paco Lorente. Está claro que cada consumidor puede pagar el litro de agua al precio que quiera. Es libre de hacerlo.
Pero lo que debe tener claro es que no es un producto mejor por el mero hecho de ser más caro. Sara Rubio lo ha apuntado haciendo referencia a las propiedades nutricionales. El agua embotellada no tiene por qué ser más saludable que la de grifo. El cliente que decida pagar por una marca como Numen debe saber que en realidad es una decisión de compra tomada desde un punto de vista totalmente emocional. "El consumidor se quiere sentir especial con pequeños placeres. Estamos alimentando más los sentimientos que las propias necesidades", zanja Paco Lorente.