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Agua envasada en cartón: insostenible para el bolsillo… y para el medioambiente

Los excesos del plástico en la industria alimentaria han llevado a startups y proveedores a buscar alternativas con menor impacto ambiental

Ricard Peña

Un envase de cartón de la marca Agua en caja / AMAZON

El plástico es el enemigo público número uno. Combatir los grandes problemas que provoca en el medioambiente y su presencia en mares, océanos e incluso seres vivos se ha convertido en uno de los retos del siglo XXI. Esto ha promovido toda una ola de investigaciones y legislaciones en torno a este material, tanto para reducir su uso así como para encontrarle sustitutos. De hecho, a principios de julio, la Unión Europea prohibió la venta de pajitas, bastoncillos y platos desechables como una medida contra el uso indiscriminado.

En medio de esta cruzada, en 2017, nació Agua en caja, una pequeña empresa madrileña que introdujo un nuevo concepto: agua del manantial de la sierra de Pela, entre Castilla-La Mancha y Castilla y León, envasada en tetrabriks de cartón. La compañía asegura que su recipiente es uno de los más ecológicos del mercado, dado que cuenta con un 94% de recursos renovables en su composición. También destaca que la fibra usada proviene de bosques sostenibles, donde se planta un árbol cada vez que se tala otro, como un aliciente de un negocio ecológico. Sin embargo, hay mucho más detrás de estas buenas intenciones, que acaban incidiendo en los bolsillos de la gente… y hasta en la naturaleza.

Donde acaban las buenas intenciones, empieza el márketing 

Si bien algunos reclamos son ciertos, como que el transporte de cartones doblados permite un mayor cargamento de envases en cada viaje y, en consecuencia, se reducen las emisiones de CO₂, no es oro todo lo que reluce. Estos tetrabricks, además de fibra de cartón, contienen un porcentaje de plástico y aluminio, que se encarga de evitar que este material entre en contacto con el líquido y aporta resistencia al recipiente.

Consumidor Global ha intentado ponerse en contacto con la empresa sin recibir respuesta alguna sobre los detalles de la composición, ya que tampoco se indican en su web. Sin embargo, José Ygnacio Pastor, catedrático de ingeniería de los materiales en la Universidad Complutense de Madrid, sí facilita algunas claves: “Reciclar estos envases es muy complicado. Separar las láminas de cada componente requiere mucha energía y es un proceso caro. En España, solo hay una planta que pueda hacerlo y no alcanza a trabajar con todos los bricks que ya hay en el mercado”, señala.

El reclamo perfecto

El profesor insiste en que la fase previa le parece perfecta, aunque se podría utilizar cartón ya reciclado en lugar de acudir a estos bosques sostenibles. El problema, afirma, viene en el tratamiento posterior, y es lo que menos se conoce.

El precio ambiental del transporte de madera, del multilaminado de plástico y aluminio y el coste de reciclarlo son incógnitas que no interesa responder por parte de compañías que utilizan el rechazo al plástico como reclamo. “Más que nada, porque casi el 100% de los plásticos PET de uso habitual son reciclables, requieren muy poca energía para reconvertirlos en plástico útil y, además, son más económicos”, matiza Pastor. 

El factor precio

Otro de los motivos que hacen sospechar de esta alternativa a las botellas convencionales es el precio. La mayoría de aguas envasadas rondan los 45 céntimos por litro cuando están embotelladas en recipientes de este volumen. En cambio, los tetrabriks de agua solo se ofrecen en medidas de 33 centilitros o medio litro, un tamaño que suele encarecer el precio de los botellines, aunque nunca hasta el nivel de los envases de Agua en caja: el coste del litro sale por 1,80 euros en Amazon. Un salto considerable por un agua que no ofrece ninguna diferencia con sus competidoras más allá del material del receptáculo. “La trampa de esto es que están poniendo la solución de un problema que crean ellos, no nosotros”, indica el catedrático madrileño.  

Como se puede comprobar en esta tabla, las diferencias entre marcas blancas o más convencionales no llegan ni por asomo al cambio de precio entre el agua empaquetada en tetrabrik. Y, de hecho, es difícil de justificar, dado que en otros negocios --como en la leche o los zumos-- la introducción de cartón, aunque este sea de calidad o reciclado, no refleja un aumento similar. 

El agua más sostenible del mundo

Es cierto que, en el caso de un producto manufacturado o difícil de encontrar, el debate podría ser distinto. Pero tratándose de agua apta para el consumo, existen alternativas mejores tanto a los paquetes de cartón como a las botellas de plástico. “Para el ciudadano medio, el agua del grifo es un agua saludable, barata y no requiere gastar ningún envase más allá de un vaso o una botella de silicona”, comenta Raúl Herrero, ingeniero de caminos especializado en recursos hídricos. 

Este especialista hace especial hincapié en cómo, desde hace años, las empresas relacionadas con la venta de agua envasada han utilizado argumentos sobre su calidad o beneficios para convencer a la gente de que esta bebida es mejor que la que encuentran en el grifo, pero nada más lejos de la realidad. Herrero destaca los exhaustivos controles que esta agua pasa hasta llegar a los hogares y que más allá del sabor en ciertas zonas del país, no existe ninguna evidencia de que beber agua del grifo sea perjudicial o peor que su alternativa embotellada, ya sea en plástico o en cartón.