Se dice que la información es poder y que el tiempo es oro. En un mundo digitalizado, en el que cualquiera puede acceder a miles de datos a través de Google, parecería que la información es más accesible que nunca, pero cuando hay una inundación también se acaba el agua potable. Es decir, que el exceso anega. En verano, uno de los sitios por excelencia a los que los consumidores acuden a buscar información son las agencias de viajes tradicionales. Resisten a Booking, Airbnb y a TripAdvisor, pero su modelo de negocio está a punto de cambiar. Y es que pedir información de forma gratuita en las agencias de viaje tiene fecha de caducidad.
Estos negocios se han hartado de la picaresca de los viajeros que acuden a solicitar precios y otros datos, se empapan de todo lo que necesitan (qué hotel es realmente recomendable, qué atracciones turísticas merecen más la pena, cuánto cuesta el taxi desde el aeropuerto) y a después, con todo aprendido, marchan a casa a sacar el viaje por Internet. Al fin y al cabo, no son oficinas de turismo, sino negocios.
“Cuando recaban toda la información, se van y sacan el viaje por Internet”
“No es que esté siendo un verano maravilloso”, dice a este medio Pilar Collado, de la agencia de viajes Viajaén, ubicada en esa ciudad andaluza. A pesar de que algunos hoteles registran cifras muy positivas, la euforia no llega a esta pequeña agencia del sur. Pero resisten. A juicio de Collado, “la profesionalidad y los consejos que puedes darle al cliente” son las dos armas que marcan la diferencia respecto al enorme abanico de lo online, pero tampoco cree que salgan mal parados en precios. “Se puede encontrar un viaje más barato por agencia que por Internet, lo que pasa es que la gente no pregunta. Encuentran una oferta de un resort o de unas excursiones, pero no se molestan en ir a una agencia a comparar”, relata.
Tal y como narra Collado, hay algunos viajeros que se aprovechan de los conocimientos de la agencia sin reportar a la misma beneficio alguno. “Cuando la gente quiere asesoramiento, viene aquí, y cuando han recabado toda la información, se van y lo sacan por Internet. Al cliente le importa el precio. Por 5 euros de diferencia es capaz de cancelar una reserva”, relata, con cierto tono de molestia. Sobre el futuro de las agencias como industria, Collado espera equivocarse, pero lo ve “crudo”. Añade que este año los propios hoteles han entrado en la “guerra de rebajar el precio” en su propia web. “Regalan parking, regalan el desayuno, regalan una noche…. Así es complicado”, enumera.
Las agencias de viajes, rumbo a cobrar por ofrecer datos
Justi Cuesta es uno de los responsables de Zoco Viajes, un establecimiento de Toledo, y tiene una opinión similar a la de Collado. “Este año tenemos un nivel de reservas normal, nada extraordinario”, describe. Cuesta admite que las agencias de viaje están analizando, a nivel sectorial, cobrar “una cantidad mínima” a sus clientes en concepto de asesoramiento, porque, al fin y al cabo, es “tiempo de su trabajo” que invierten en aportarle valor al cliente. “Si el cliente al final reserva, ese pequeño importe se le descontaría”, detalla este experto, que prefiere no aventurar a cuánto ascendería esa tasa.
“No somos más caros que Internet, en ningún sentido. Es posible encontrar viajes al mismo precio, e incluso algunos más baratos”, indica Cuesta, para reconocer a continuación que “este año no hay nada barato”. Y no lo hay porque, tras dos malos años, los hoteles tienen tarifas altas y mucha demanda. “Quizá en septiembre se pueda encontrar algo barato, pero de momento nada”, resalta.
Información que aporte valor
Cobrar por informar no es descabellado ni novedoso, tal y como explica Christophe de Bruyn, experto en el sector turístico que actualmente desempeña el cargo de CEO en THR Tourism Industry Advisors. Para él, que las agencias de viaje tomasen esta decisión sería un acierto, pero con matices. “Siempre y cuando den información que realmente aporte valor, no se puede cobrar por contar algo que puedes encontrar en Internet”, apunta. A su juicio, “es algo que tiene sentido. Si tienes una fuga de agua en casa y acude un técnico a revisarla, quizá no la repare en el momento, pero ya te ha dicho algo y ha acudido a realizar su trabajo”, compara.
Así, la dificultad estribaría en determinar un precio y sus diferentes variables. “Si la persona que acude a la agencia es un cliente habitual, no tendría mucho sentido que le cobrasen. En otros casos, se debería explicar al cliente que se le cobra por algo que quizá él también podría hacer, pero tardaría muchísimo más tiempo”, expone de Bruyn.
“Una agencia tiene un componente de asesoría”
Para Ginés Lucas, de la murciana Viajes Diana, sí “está siendo un buen verano en cuanto a reservas”. Sin embargo, Lucas es contundente sobre los precios: “El cliente que quiere viajar barato no acude a una agencia de viajes. Una agencia tiene un componente de asesoría, y creo que las cosas en el futuro se inclinarán en ese sentido: se cobrará un importe para dar presupuestos u otro tipo de información, igual se cobra en otros ámbitos”, indica.
Además, Lucas se muestra crítico con Internet. Si bien admite que ha permitido democratizar los viajes y que ahora sean muchas más las personas que pueden visitar lugares lejanos, considera que el problema reside en que “no siempre sabes qué o quién hay detrás de determinadas plataformas, y en ocasiones pueden producirse engaños”.
El viajero de fin de semana
Viajes Mueve-T es una empresa de Salamanca que lleva doce años en el negocio. “La verdad es que este verano está yendo bien”, reconoce uno de sus responsables, Alberto Prados. Este experto opina que sus ventajas sobre a Internet son “la cercanía, la confianza y el trato que damos. Nos puedes llamar a la una de la mañana si hay alguna incidencia y respondemos”, argumenta. Ante la pregunta de si es posible encontrar un viaje barato en una agencia, Prados ríe. “Barato a día de hoy no hay nada. El verano está un poco carillo, hay que reconocerlo, y además hay mucha demanda. Pero siempre hay alguna cosa barata, como Benidorm”, dice. No obstante, eso no significa que a la agencia acudan todos los perfiles. “Quien busca un hotel de fin de semana no es nuestro público objetivo", recalca.
Entre los destinos de moda, Prados cita Egipto y Turquía. En el primer país, las tarifas varían mucho en función de las excursiones y del tipo de alojamiento, pero un viaje de una semana “bien organizado” puede costar desde 1.200 euros. Resta por ver si habría que añadir un plus informativo.