Utilizar toallas sedosas recién limpiadas al salir de la ducha es uno de esos placeres asequibles que hacen que una persona se sienta mejor. Quizá los beneficios no sean tan palpables como los que proporcionan las sábanas limpias cuando se acaban de poner en la cama (con una textura lisa y suavizada, que permite un descanso de mayor calidad), pero la sensación es muy gratificante. No obstante, no todo el mundo conoce los trucos para mantenerlas esponjosas y evitar que resulten ásperas.
Para lograrlo, un gran aliado es el vinagre blanco, un compuesto que se puede utilizar como sustituto del suavizante, ya que es un limpiador multiusos natural y libre de tóxicos. Además, puede actuar como acondicionador natural para las fibras de la toalla, ayudando a suavizarlas sin dejar residuos más densos o pegajosos.
Más suavidad y más absorción
De hecho, en términos de química, el vinagre contiene ácido acético, que puede ayudar a suavizar las telas al romper los residuos minerales y alcalinos que quedan atrapados en las fibras. De ese modo, se restaura la suavidad y la capacidad absorbente de las toallas, lo que las hace más agradables al tacto y más efectivas.
Con todo, hay que ser precavido con la cantidad de vinagre que se utiliza. Los expertos suelen recomendar añadir media taza de vinagre de limpieza en las lavadoras. Si lo que se busca es eliminar malos olores, las toallas se pueden sumergir en agua caliente con una taza de vinagre blanco durante una hora antes de lavarlas normalmente.
Cómo secar las toallas
Al secar las toallas, lo mejor es evitar el exceso de calor para preservar su suavidad. De lo contrario, pueden terminar estropeándose.
En general, los suavizantes contienen fragancias y otros aditivos que pueden irritar la piel sensible de algunas personas o provocarles reacciones alérgicas. Por eso, cada vez son más las personas que optan por alternativas más naturales, como el vinagre.
Cada cuánto hay que lavar las toallas
Lo más aconsejable es lavar las toallas como mínimo una vez a la semana, y más concretamente después de tres a cuatro usos. Las toallas de cocina, especialmente las que se emplean para secar las manos mientras se preparan alimentos, deben lavarse con más frecuencia.
Es importante tener en cuenta que las toallas húmedas generan, además de malos olores, un ambiente propicio para que crezcan microorganismos y bacterias, así que lo mejor para evitarlos es lavarlas con frecuencia.
Cada cuánto hay que cambiar las toallas
Si se cuidan debidamente, las toallas de calidad pueden durar muchos años en buenas condiciones.
No obstante, hay que cambiarlas siempre que el tejido esté debilitado, cuando tengan mal olor persistente, manchas de moho o cuando estén descoloridas.