Hace unos meses abría en el madrileño barrio de Malasaña la primera tienda de ropa de segunda mano La Recuperadora, un establecimiento operado por la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (Aeress) que ofrece oportunidades laborales a personas vulnerables.
Ahora, esta marca que aglutina a numerosas entidades sociales en su apuesta por la reutilización llega a Cataluña con dos nuevos locales en Barcelona y Girona. Una expansión que busca hacer la competencia a Humana, la cadena de ropa de segunda mano que hace negocio con las donaciones de la gente.
La Recuperadora, de Madrid a Cataluña
Las tiendas de Solidança Roba Amiga de Barcelona, en la calle Galileo número 117 (muy cerca de la estación de Sants), y de Girona, en la calle Ferran Agulló 10, son los dos primeros establecimientos en Cataluña que se adhieren a La Recuperadora, la marca global lanzada en 2023 por Aeress.
En concreto, la Aeress identifica la ropa procedente de la gestión de reutilización desarrollada por las distintas entidades asociadas a su red, que recogen y gestionan más de 21.000 toneladas de prendas que se desechan al año, 7.000 de ellas en Cataluña.
Las prendas de segunda mano
En la tienda La Recuperadora de Malasaña se pueden encontrar desde una zapatillas Nike Blazer por 18 euros hasta una chaqueta vaquera Levi's por alrededor de 20 euros.
"Estamos en un momento clave para impulsar como sociedad un consumo más sostenible, reduciendo el consumo de la conocida como fast fashion y pasar a adquirir prendas usadas a las que dar una nueva oportunidad", señala la subdirectora de Aeress y coordinadora de La Recuperadora Natalia Castellanos.
Economía circular
Anualmente se producen 100.000 millones de prendas en todo el mundo y alrededor de 92 millones de toneladas textiles abarrotan los vertederos, según un informe de la Global Fashion Agenda.
Por eso, la circularidad es una de las claves de la hoja de ruta de un sector que ha de repensar todos los elementos que intervienen en la cadena, promover un uso racional
de los recursos, un consumo consciente, la extensión de la vida útil de las prendas y, en su caso, la transformación del residuo textil no apto para la reutilización en nuevo material útil.