La escalada ha vivido un verdadero boom en España durante la última década. Cada vez es más común encontrar grupos de escaladores en la montaña y los rocódromos han crecido de forma exponencial por toda la península. Además, muchos aficionados al gimnasio han decidido cambiar las máquinas de pesas y las cintas de entrenamiento por amarres, cuerdas y seguros.
Con la pandemia, se ha pasado de una rutina solitaria al ambiente grupal de los rocódromos, que se han convertido en lugares donde conocer gente y entrenar en compañía con un tono más desenfadado sin perder la rigurosidad de una rutina de ejercicios completa.
El doble de escaladores
En España había un total de 671 rocódromos en 2005, incluyendo los naturales, al aire libre y los centros de entrenamiento. Es el último dato registrado por el Ministerio de Cultura y Deporte. Sin datos nuevos, otros países que también han vivido el renacer de la escalada indoor, muestran una tendencia clara: entre 2007 y 2017, los rocódromos de más de 500 metros cuadrados crecieron el 86,9 % en Francia, un 180 % en Estados Unidos y un 420 % en Alemania.
Este aumento, sin embargo, no es ajeno a España, donde estos centros han comenzado a ganar terreno en las afueras de diferentes ciudades. La publicación Desnivel asegura que existen 103 grandes rocódromos en España a día de hoy. De hecho, algunos centros como Gravetat Zero en Terrassa o Climbat-X en Madrid han tenido que ampliar sus instalaciones o trasladarse a otros espacios más grandes dada la alta demanda que tienen. “Desde que abrimos en 2016, cada año se han duplicado los asistentes hasta que llegó la pandemia. A día de hoy, estamos al 50 % de la capacidad total, pero ya hemos recuperado el nivel de facturación del año pasado”, comenta a Consumidor Global Dani Castillo, director y fundador del rocódromo Sputnik de Madrid.
Una nueva forma de entrenar
La escalada es un deporte que potencia gran parte de la musculatura gracias a la tensión, la fuerza de las extremidades y el trabajo con el propio peso corporal. Sin embargo, el tipo de trabajo realizado no es el mismo, ni en intensidad ni en concreción, que los entrenamientos realizados en un gimnasio convencional. “Transforma el cuerpo a un ritmo más lento que la tonificación en gimnasio, pero es muy eficaz, sobre todo la fuerza en las manos y los músculos de la espalda, aunque se pierden cosas como el trabajo de piernas”, explica Enric Grau, fisioterapeuta y readaptador deportivo en el centro de entrenamiento Next Terrassa (Barcelona).
También es importante tener claras las diferencias entre una rutina y otra. Pese a que ambas se pueden centrar en ganar musculatura o perder peso, las costumbres que se deben corregir no son las mismas y en ambos casos es fundamental seguir las directrices de un profesional. “Lo importante es hacer un ejercicio que se disfrute, que libere endorfinas y se convierta en algo divertido para mantenerse sano y en forma. Si se consigue eso, la disciplina puede ser secundaria”, añade Grau.
¿Cuestión de precio?
El gasto que implica una disciplina u otra también es relevante. El concepto de escalada clásica supone buscar una localización en la naturaleza, llegar hasta ella e invertir horas y horas sobre la pared de roca, algo que no todo el mundo puede permitirse. No sólo por el tiempo que requiere, sino por los materiales y las protecciones necesarias para cada modalidad. Sin embargo, en un rocódromo, por un precio similar se puede practicar la escalada muchas más veces. “También ofrecemos zonas de entrenamiento más convencional para complementar la escalada, por lo que al final se convierte en un espacio adaptado a las necesidades de los usuarios”, comenta Gimena Alarcón, directora operativa de Sharma Climbing Barcelona, uno de los rocódromos de referencia en la ciudad.
Por otro lado, una suscripción a un gimnasio low cost puede costar entre los 20 y los 40 euros mensuales, aunque algunos gimnasios especializados o de mayor caché se mueven sobre los 80 euros al mes. En cambio, si se opta por hacer escalada en un rocódromo, los precios varían mucho según el horario o el tipo de abono que se prefiera, pero rondan los 50 euros al mes. Y un método que ha funcionado muy bien entre amateurs y profesionales son los tickets, entradas únicas que suelen salir más caras --cerca de un 20% más-- que un pase mensual pero que permite una gran flexibilidad para asistir o compartir el espacio con alguien.
Un deporte para hacer comunidad
“La escalada ahora es el surf de los años 80, es decir, un deporte con mucha gente joven que quiere salir al exterior y socializar como una parte importante del entrenamiento”, describe Jaime de la Puente, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y entrenador de escalada. Además, este ejercicio tiene un factor colaborativo que muchas rutinas basadas en las repeticiones no suelen ofrecer, lo que acerca a mucha gente a probar aunque sólo sea una vez.
Por otro lado, Pau G. cambió el gimnasio por el rocódromo hace ya seis años, lugar al que todavía es asiduo. “Antes hacía rutinas como un robot, con el objetivo de ponerme fuerte. Llegar al rocódromo me ayudó a ponerme objetivos tangibles y conocer un sistema con muchos niveles con el que nunca te aburres. Mi entrenamiento ahora es mucho más completo y disfruto cada minuto sobre la pared”, concluye.