Septiembre es un mes de nuevos propósitos para muchas personas y el arranque del curso lleva aparejados retos, planes y proyectos. Entre estos suele estar la pérdida de peso tras los kilos de más cogidos durante las vacaciones veraniegas que ya terminan.
Según el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), cada persona gana una media de 5 kilos entre julio y agosto. Es lo que se conoce como efecto rebote pues, según esta institución, "el 75 % de la población que acude a un nutricionista para perder peso ha probado antes una dieta milagro".
No tratar la salud como algo banal
Desde el colegio recuerdan que el peso es una cuestión de salud y que debe ser un profesional sanitario --como es el dietista-nutricionista-- quien realice un plan nutricional personalizado adaptado a cada necesidad. “La alimentación es algo que hay que tomar muy en serio porque la falta o carencia de ciertos alimentos, incluso en un periodo corto de tiempo, trae acarreados problemas de salud", señala Paula Crespo, presidenta del CODiNuCoVa.
“La alimentación es algo que hay que tomar muy en serio porque la falta o carencia de ciertos alimentos, incluso en un periodo corto de tiempo, trae acarreados problemas de salud. Lo mismo sucede con las pérdidas rápidas de peso, más de cuatro kilos al mes supone un riesgo", resalta la dietista-nutricionista.
¿Por qué la gente confía en las dietas milagro?
Se trata de pautas de alimentación a las que la gente se suma por “moda” y que suelen ser patrones sustitutivos (por ejemplo, aquellos donde ciertas comidas se reemplazan por batidos), dietas con una alta restricción calórica que se complementa con diuréticos y laxantes o las llamadas disociadas o monodietas, que eliminan algún nutriente esencial (grasas, carbohidratos o proteínas).
Desde el CODiNuCoVa recuerdan, además que esta forma de adelgazar rápidamente “incentiva el efecto rebote. Tan rápido como pierdes el peso lo vuelves a ganar una vez dejas de hacerla si no has incorporado nuevos hábitos de alimentación saludable y un cambio en el estilo de vida y en tus rutinas”, apunta Crespo.
Los riesgos de una dieta milagro
El déficit de vitaminas y minerales, la falta de fibra dietética y de una correcta hidratación, la generación de situaciones de ansiedad o estrés que provocan "atracones" posteriores y el sentimiento de culpabilidad o la creación de malos hábitos y patrones de alimentación erróneos, son solo algunas de las consecuencias que no son tenidas en cuenta cuando se comienza a seguir una dieta milagro.
Por ello, el colectivo reivindica una vez más la incorporación inmediata de estos profesionales sanitarios tanto en centros hospitalarios de la red pública como en centros de atención primaria. “Los nutricionistas podemos mejorar la salud de la población desde un enfoque de prevención y Salud Pública y Comunitaria, de Educación Alimentaria, de investigación y de tratamiento, control y reducción de patologías crónicas. Estamos formados y preparados para ello, solo hace falta voluntad política”, concluye Crespo.