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¿Vale la pena para la salud pagar más por el pan integral que por el blanco?
La diferencia de precios entre ambos alimentos se nota en las marcas blancas pero aún es más amplia en las marcas propias
Los lineales de los supermercados cada vez tienen más tipos de pan. Desde los más tradicionales a los más innovadores que incorporan todo tipo de semillas, sin olvidar a los aptos para intolerantes al gluten.
Hoy, el consumidor tiene acceso a una gran variedad de panes con precios muy distintos. Todo aquello que no sea el pan blanco clásico, se paga más caro. Por ello, la pregunta no puede ser otra que cuestionarse si realmente esa diferencia de precios la agradece (o no) la salud.
Pan blanco vs. Integral
Un vistazo por las grandes cadenas de supermercados basta para comprobar la diferencia de costes entre los panes blancos e integrales. En Mercadona, el paquete de 11 unidades de panecillos blancos cuesta 1,10 euros. Diez céntimos por unidad.
En cambio, seis panecillos integrales cuestan 1,05 euros. 17 céntimos por ejemplar. En el supermercado Dia, una barra de pan blanco (250 gramos) se paga a 1,92 euros el kilo, 0,48 céntimos la unidad. La versión 100% integral (220 gramos) sube a los 2,68 euros el kilo, 0,59 céntimos la barra.
El caso de Bimbo
La diferencia de precios no se limita a las marcas blancas. También está presente en el pan de molde de Bimbo. La opción 100% integral en Carrefour sube hasta los 7,44 euros el kilo (3,35 euros por un pack de 450 gramos).
Sin embargo, la versión clásica de Bimbo cae a los 5,67 euros por kilo (2,55 euros el pack de 450 gramos). Es cierto que en la mayoría de los casos la diferencia de precios entre ambos panes no llega a ser el doble. Pero, las opciones más sanas siguen siendo más caras para el consumidor.
¿Por qué el pan integral es más caro?
La clave para entender la diferencia de precios entre un pan blanco y pan integral está en la producción. "Es más barato fabricar harina refinada que integral", explica a Consumidor Global Marina Diana, doctora en Nutrición de la Universidad Ramon Llull-Blanquerna.
Para trabajar el cereal integral, primero hay que limpiar y descascarillar muy bien el grano. "Luego, se debe poner el salvado dentro de la harina", matiza Diana. Así, las masas integrales requieren más tiempo de reposo o más levadura para que cojan volumen. "Al final el proceso es más complejo y se nota en el precio final", concluye la experta.
¿Nos dan gato por liebre con el pan integral?
El Real Decreto 308/2019 deja claro que solo se puede denominar pan integral a aquellos productos que se elaboren con "harina exclusivamente integral", tal y como indica el texto. Diana añade que los derivados integrales que mezclen diferentes tipos de harina deberán dejar constancia de ello en el etiquetado, incluyendo porcentaje y renunciando al término "100% integral".
Aunque pueda parecer algo muy obvio, la nutricionista recuerda que hasta el 2019 había mucho intrusismo en esta gama de productos. "Podían haber panes que se hubieran elaborado con un 10% de harina integral y ya se le llamaba pan integral", recalca. Gracias a esta regulación, al consumidor no le dan gato por liebre en lo que a panes integrales se refiere.
Un producto más caro pero mejor para la salud
La diferencia de precios entre un pan blanco y uno integral queda justificada por el proceso de fabricación. Pero, ¿merece la pena comprar este producto? La respuesta es un sí rotundo siempre que se trata de una opción 100% integral, nada de mezclas de harinas. Desde el punto de vista nutricional, se trata de un alimento mucho más saludable que el pan blanco.
Diana detalla que el usuario no alcanza un pico de glucosa tan elevado como el que provocan las harinas refinadas. Además, este pan es rico en nutrientes, vitaminas y fibras. "Hay un consenso en el que hay que hacer mucho hincapié en recomendar el consumo de cereal integral bien sea en pan o pasta", insiste la experta. El pan integral es un producto más caro pero sin trampa ni cartón que, en estos tiempos, se agradece.
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