“No sé si comerme una sandía o irme una semana a Punta Cana con todo incluido”, comenta en Twitter una usuaria bajo el pseudónimo de Lady. Y es que las frutas más típicas del verano, como la sandía y el melón, se han convertido en productos de lujo tras triplicar el precio en origen los primeros días de junio, con respecto al mismo periodo del año anterior.
Según el precio consultado en las principales cadenas de supermercados en España, como Carrefour o Mercadona, resulta complicado hacerse con una sandía o un melón sin pagar menos de dos euros el kilo. Esto pone la pieza de 5 kilos en más de 10 euros. Asimismo, en algunos de los supermercados se han encontrado con problemas de stock y se han visto obligados a colgar en sus páginas web el cartel de “agotado temporalmente” en algunas variedades de estas frutas como el melón Galia o la sandía negra.
Una mala cosecha de sandía y melón
Hay varias razones que, combinadas, explican estos incrementos. “La primera es la caída de la oferta por los problemas que han tenido las cosechas en Almería, Murcia y Castilla-La Mancha --las principales huertas que suministran al mercado nacional–. Las condiciones meteorológicas han sido un gran problema, con la calima y las fuertes lluvias entre marzo y abril”, explica a Consumidor Global Andrés Góngora, responsable del sector de frutas y hortalizas de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag).
“Ha habido una mala cosecha. Muy mala. El inicio de la campaña debería haber empezado a principios de abril, pero finalmente se ha comenzado entre finales de abril y principios de mayo, con un rendimiento inferior a la campaña precedente”, añade Góngora que destaca que el volumen de producción se ha reducido un 50 % con la sandía e incluso hasta un 55 % con el melón.
Se triplica el precio de estas frutas de verano
El otro factor que dispara el precio de la sandía, así como del melón, son las altas temperaturas. “La ola de calor es una buena noticia para nosotros, ya que cuánto más alta sea la temperatura, más demanda hay”, argumenta el responsable del sector de frutas y hortalizas de la Coag. Sin embargo, el recorte de la oferta ha encarecido estos manjares. Pese a ello, Góngora castiga la subida de los precios y considera "un disparate" que en los supermercados se venda la sandía a más de dos euros el kilo cuando el precio origen se sitúa en los 0,70 céntimos.
Según las últimas cifras del Ministerio de Agricultura, de la primera semana de junio, la cotización media en origen de la sandía era de 68,37 euros por 100 kilos. Es casi el triple que en el mismo periodo de 2021. Sin embargo, una semana antes, la última de mayo, el precio fue aún mayor: 84,79 euros, frente a los 26,9 euros de un año antes. Por su parte, el precio en origen del melón se sitúa en los 92 euros por 100 kilos con respecto a los 80 que alcanzó la semana anterior.
Tiempos de inflación disparada
El encarecimiento de la sandía y el melón coincide, parcialmente, con una inflación en España disparada, debido al precio de la electricidad, al conflicto bélico en Ucrania, a la escalada del gas, y al encarecimiento de los combustibles.
“La guerra en Ucrania no repercute directamente en los precios de la sandía y el melón, pero el coste del transporte sí, la luz y el gas, también. Todos estos factores incrementan la factura final y la población lo sufre”, explica Felipe Medina, el secretario general técnico de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) a Consumidor Global.
Los supermercados piden medidas urgentes
“Desde Asedas hemos pedido al Gobierno medidas urgentes para frenar la espiral inflacionista”, señala Medina. En concreto, la patronal solicita rebajar de impuestos como el IVA para minimizar las subidas. También, las cadenas de supermercados asociadas defienden la modificación de la ley de ordenación del Comercio Minorista “para reconocer a las empresas del sector su carácter esencial, lo que implicaría el derecho de los empresarios a adoptar en situaciones de riesgo de abastecimiento medidas especiales para garantizar el servicio público”.
Las empresas de distribución reclaman un “tratamiento especial en términos de tarifa energética”. De esta manera, la patronal propone desagregar el efecto del gas en la fijación del precio de la electricidad que proviene de otras fuentes. Porque, como bien confiesa Medina, los supermercados también son conscientes del elevado precio que deben asumir los consumidores cuando añaden estos productos a la cesta de la compra, en comparación con su coste en origen.