Los avicultores españoles están que trinan. Las restricciones a la hostelería por la pandemia han asestado un duro golpe al sector y muchos granjeros están al borde del abismo. “Ya no podemos ganar menos. Hay algunas explotaciones casi cerradas”, asegura a Consumidor Global Eloy Ureña, responsable del sector avícola de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Y si la situación ya es complicada, la guerra de precios que se atisba entre las grandes cadenas de supermercados se ha convertido en una amenaza añadida.
El Covid ha golpeado con dureza la economía de muchas familias, los hábitos de consumo se han modificado y los supermercados buscan mejorar su cuota de clientes con precios de derribo. Dos ejemplos de ello y que han escamado al sector avícola español tienen como protagonistas a Lidl y a Family Cash. Ambas cadenas han utilizado como reclamo comercial la reducción del precio del kilo de pollo por debajo de los dos euros. Por ello, COAG ha denunciado a las dos empresas ante la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA). “Es lamentable y desolador encontrar en los lineales ofertas abusivas que tiran por tierra el esfuerzo que estamos haciendo para superar esta crítica coyuntura sin echar el cierre. Este tipo de cosas sirven para darnos la puntilla”, se queja.
Sólo 10 céntimos por kilo
Según relata el responsable del sector avícola del COAG, muchas explotaciones trabajan en régimen de integración. Esto quiere decir que una empresa alimentaria se encarga de surtir de pollos a las granjas para que en ellas se críe y se engorde a los animales antes de ser vendidos. La compañía en cuestión se encarga de suministrar el pienso y de los servicios veterinarios, entre otros aspectos. Mientras, el dueño de la explotación corre con el resto de los gastos. Entre estos figuran los costes de la cuota de autónomos, el gas, los seguros, la luz, sueldos, etc. “En mi caso, recibo 10 céntimos por cada kilo de pollo”, asevera Ureña. En cambio, los costes de producción --que corren a cargo de la integración-- rondan los 92 céntimos el kilo.
En este contexto, desde el COAG consideran que las prácticas desarrolladas por Lidl y Family Cash incumplen lo establecido en la ley de mejora de la cadena alimentaria. En concreto, en lo relativo a la destrucción de su valor. Sin embargo, desde la cadena germana se defienden. “La política de compras de Lidl consiste en establecer relaciones a largo plazo con los proveedores, con los que trabajamos bajo estrictos criterios éticos para contribuir a la viabilidad de sus negocios y acercar cada vez más sus productos al consumidor español”, explican a Consumidor Global. Además, la cadena señala que su política de precios se centra en la optimización de su surtido y en la simplificación de la oferta, lo cual les permite reducir costes y trasladarlos al precio final de venta. Pero sobre la denuncia realizada por el COAG, la firma no ha querido entrar a valorarla en profundidad.
¿Cuánto cuesta el pollo en otros supermercados?
Para hacerse a la idea de cuánta rebaja suponen las ofertas realizadas por Lidl y Family Cash --que dejaron el precio del pollo en torno a 1,9 euros el kilo-- lo mejor es comparar los precios a los que se ofrecen en otros grandes supermercados. En las webs de Mercadona, Día y Alcampo, el kilo de pollo entero le cuesta sobre los 2,75 euros, mientras que en Carrefour el precio se eleva hasta los 3,45 euros. Es decir, la diferencia entre estas cadenas y las dos denunciadas ante el COAG es de entre el 45 % y el 82 %. Por otro lado, la horquilla de precios en la que se mueve el kilo de los pollos camperos o rurales se sitúa entre los 3,85 euros y los 5,5 euros.
Con estas cifras y con la inminente guerra de precios entre las cadenas en el horizonte, resulta comprensible que los avicultores estén preocupados y quieran evitar un efecto llamada que pueda tumbar su rentabilidad. “Antes una familia podía vivir tranquila de una granja en la que hubiese 20.000 pollos. Ahora, para eso se necesita que haya 60.000”, asegura Ureña.
Un aviso a navegantes
Por ello, la intención de COAG no es que se imponga una sanción económica a los dos supermercados denunciados. “Lo que no queremos es que otras cadenas también tiren los precios. Buscamos que se regulen y que todos ganemos”, asevera el avicultor. En ese sentido, argumenta que la idea de la cadena germana con su oferta de pollo por debajo de los dos euros el kilo realizada en enero era bajar los precios unos días y, después, hacer presión a los proveedores para que lo rebajasen de forma definitiva.
Además, en el caso de que ambas cadenas tuviesen algún tipo de sanción económica, la cuantía de ésta sería muy baja en relación a su volumen de negocio. La Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) realiza labores de inspección en todos los sectores y agentes que intervienen en las relaciones comerciales de la cadena de valor alimentaria. En el primer semestre del año pasado impuso un total de 257 sanciones por un valor total cercano a los 323.000 euros. Es decir, la cuantía promedio por sanción fue de 1.257 euros. La mayoría de estas multas fueron a parar al sector hortofrutícola --64 %--, mientras que el del aceite de oliva --19,5 %-- y el cárnico --9,3 %-- fueron los otros que más recibieron.