Consumidor Global ha conversado con José Luis Vega de Seoane, director de Kilimanjaria, un restaurante con varios tipos de gastronomía y marcas – Oh My Ribs!, Hakuna Patata, Ravioluzione y la recién lanzada Helzi– pensado para el delivery y basado en el concepto de las cloud kitchen.
-- ¿Qué es Kilimanjaria?
“Es un concepto nuevo que hemos traído al mercado del delivery al ver que la gente, sobre todo en grandes ciudades, se preocupa cada vez más de lo que come. La alimentación consciente es una tendencia de consumo que cada vez importa más. Al ver esto y que el mercado de comida a domicilio ha crecido muchísimo en los últimos años, nos planteamos por qué comer en casa tenía que ser un sinónimo de comer basura o comer mal. Somos víctimas de tretas de marketing de determinados conglomerados que nos dicen que el sushi o el poke son sanos, cuando es veneno puro porque es arroz refinado que hacen con azúcar, y aunque el consumidor cree estar cenando sano está consumiendo una bomba hipercalórica de hidratos refinados. Kilimanjaria es el compromiso de que el consumidor puede pedir lo que quiere y de calidad. Es una marca que no es un restaurante mono producto, sino que ofrece variedad. Porque parece que comer sano y estar a dieta es comer un tomate y una lechuga, pero a través de nuestra marca Helzi ofrecemos una comida muy baja en carbohidratos, sin ultraprocesados ni refinados muy rica”.
– ¿Dónde compráis la materia prima?
“La materia prima es casi toda de comercio local para todas las marcas. Las costillas vienen de Huelva y las patatas de Segovia. Solo hay algún producto que sólo se fabrica en Japón, como el konjac, una pasta disponible en Helzi cuyo consumo de 100 gramos apenas supone 7 kilocalorías”.
-- ¿En qué se diferencia su empresa de otras de ‘delivery’?
“Nuestro modelo de producción se basa en un obrador, una cocina central, en la que producimos toda la comida. En nuestros puntos de preparado o cloud kitchens el producto siempre es el mismo, y lo será cuando abramos en otros sitios como Valencia. Eso es una ventaja competitiva frente a otras marcas de delivery que necesitan cocina y cocineros. Además, al tener concepción de catering pasamos muchísimos más controles de seguridad que los que pasa un restaurante normal”.
-- ¿Cómo ha aumentado la demanda de comida a domicilio los últimos años?
“Ha crecido mucho. En nuestro caso, empezamos el año facturando 30.000 euros al mes y ahora estamos facturando 120.000 euros”.
-- ¿Por qué apostar por un proyecto de ‘delivery’ en lugar de abrir un restaurante físico?
“Son negocios diferentes, pero nosotros detectamos esta oportunidad porque hay una tendencia de consumo a domicilio creciente. De hecho, los millennials cada vez cocinan menos, pero quieren comer sano, y ahora mismo no hay tantas alternativas”.
-- ¿En qué consiste el #realFoodPorn de Helzi?
“Se basa en quitar tantos ultraprocesados, químicos y conservantes. Somos bastante estrictos con los ingredientes que usamos para preparar los productos. Por ejemplo, las costillas llevan salsa barbacoa, que se hace con azúcar, pero nosotros usamos azúcares integrales y mucha menos cantidad de la que lleva una salsa de bote, en la que también hay químicos, conservantes y edulcorantes. Si para hacer salsa barbacoa se necesita usar azúcar, se intenta usarla menor cantidad posible. En el caso de Helzi, un plato de boloñesa no tiene más de 300 kilocalorías”.
-- ¿Qué es un producto sano para usted??
“Un poke, por ejemplo, no lo es. Es arroz blanco refinado con vinagre de arroz, que se hace con azúcar. Ahora mismo el consumidor considera al poke un producto sano y en realidad es casi peor que una hamburguesa de McDonald’s”.
-- ¿Realmente somos tan sanos en España o es puro postureo?
“Creo que en España tendemos a comer bastante bien. Por mi experiencia, en Alemania, por ejemplo, el mercado delivery es una basura: hamburguesa, pizza y kebab. No hay tortillas de patata, por ejemplo. Nosotros queremos llevarlas a Alemania y a Seúl. Esa es una de nuestras aspiraciones como marca. De las pocas cosas que se nos reconoce a los españoles a nivel internacional es la gastronomía. La tortilla de patata es un producto que no se ha sabido exportar y creo que nosotros vamos a poder hacerlo”.
-- ¿Cómo funciona vuestra ‘cloud kitchen’?
“Todo se pide desde la web de Kilimanjaría y el cliente puede ir a las cloud kitchen a recoger su pedido. En la cocina central se produce la comida, que se lleva a las cocinas satélite, y desde allí la distribuimos. Es a estos locales a donde puede acudir el consumidor a recoger su pedido, pero no hay mesas ni nada, recoge la bolsa y se va”.
-- ¿Qué precios tenéis?
“El ticket medio por persona es de, aproximadamente, entre 12 y 15 euros”
-- ¿Cuál es vuestro punto fuerte?
“Yo he tenido problemas con el servicio delivery, he llamado y han pasado de mí. Por eso, cuando tenemos problemas de ese estilo mandamos directamente un rider al cliente, que a nosotros nos cuesta ocho euros, y eso creo que no lo hace ningún restaurante. Creo que la atención al cliente que tenemos es muy buena. Creo que el hecho de que haya gente detrás del teléfono que se preocupa, que entiende los problemas del consumidor y le presta atención, es fundamental”.
-- ¿Qué opina de la Ley Rider que ha causado tanto revuelo?
“En mi opinión, la Ley Rider perjudica al cliente, al sector y a los riders a los que antes les venía bien trabajar un fin de semana y ahora no pueden. Yo creo que esta ley no es buena y que la calidad del servicio es peor. Ahora mismo la red está saturada y en Madrid no hay riders para cubrir tanta demanda. Pocos restaurantes tienen riders propios. Las empresas que los contratan no tienen la capacidad para adaptarse a los picos de demanda. Ellos antes tenían sus flotas fijas y llegaban fechas festivas contrataban a 1000 autónomos para ese momento puntual, pero eso ya no lo pueden hacer y ya no dan abasto. Para dos días de pico de demanda no van a contratar a un rider y hacerle un contrato laboral”.