La obesidad infantil es uno de los problemas de salud más graves del siglo XXI, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para remediar esta “epidemia” de sobrepeso en los niños y garantizar un desarrollo idóneo, una nutrición adecuada durante la primera etapa de la infancia resulta clave. En los primeros seis meses de vida de un recién nacido no hay posibilidad de error: lactancia materna o leche de fórmula infantil. Las dudas surgen a partir del sexto mes, cuando se debe añadir una alimentación complementaria.
Llegados a este punto, el primer paso suele ser la introducción de cereales, y el formato más utilizado por madres y padres es el de las papillas envasadas que se pueden encontrar en cualquier supermercado o farmacia. “El problema es que están muy procesadas”, advierte Gemma Tendero, vicesecretaria del Colegio de nutricionistas de Valencia, una realidad que cada vez preocupa a más expertos y padres.
Potitos ricos en azúcar
La mayoría de las principales empresas dedicadas a la alimentación de bebés presumen en sus envases de que sus papillas de cereales no contienen azúcares añadidos. Sin embargo, al echar un vistazo a la información nutricional se aprecia la presencia de importantes cantidades de azúcares y derivados como la maltodextrina: los Sanutri Multicereales tienen 23 gramos de azúcar por cada 100; los Nutriben Innova 5 Cereales 20 gramos; los Nestlé 5 Cereales 18 gramos; y los Blevit Plus 5 Cereales 14 gramos.
Esta cantidad es excesiva, tal y como ha alertado la OMS en repetidas ocasiones. “Las marcas deberían anunciarlo en el frontal, porque cuando un alimento se procesa suelta azúcar”, apunta Tendero.
Cereales hidrolizados
¿Cómo se consigue tal cantidad de azúcar sin añadirlo? La respuesta está en cómo trata el fabricante los cereales. “No es lo mismo hidrolizar o dextrinar un cereal y predigerirlo para que la cadena de los carbohidratos se acorte y suelte un sabor más dulce que utilizar directamente el cereal entero”, expone a Consumidor Global la dietista y nutricionista gallega Susana Rodríguez Costa, de Nutriciona Group.
“Los azúcares naturales de frutas y verduras sí son apropiados para bebés”, recuerda Rodríguez.
Riesgos de las papillas industriales
Ingerir muchos azúcares a edades tan tempranas “hace que los bebés sean más propensos a tener caries, sobrepeso y obesidad infantil, que está relacionada con enfermedades metabólicas como la diabetes”, coinciden ambas nutricionistas. Defienden, en consecuencia, evitar las papillas industriales en la medida de lo posible y buscar opciones integrales con más fibra y menos azúcar.
“El peque se acostumbra a ese sabor más dulce, su paladar se hiperestimula y después rechaza otros alimentos”, apunta Rodríguez, quien añade que el contenido calórico de las papillas procesadas también suele aportar más calorías de las que el niño necesita. “Por suerte cada vez hay más padres que están preocupados y pediatras que aconsejan alternativas a la típica papilla en el biberón”, celebra Rodríguez.
Alternativas reales
En realidad, existen numerosas alternativas a los potitos de cereales a la hora de introducir una alimentación complementaria a los seis meses de edad. “Si le quiero dar una papilla a mi hija, se la hago en casa con alimentos de verdad”, apunta Tendero.
Es tan fácil como comprar avena u otro de los numerosos cereales que se venden en los supermercados, cocerlo durante dos o tres minutos, y mezclarlo con leche o agua --también conocido como porridge o papilla casera--. Algo que incluso puede resultar más económico que los potitos.
El 'Baby Led Weaning'
Otra de las tendencias que cada vez respaldan más pediatras a la hora de introducir la alimentación complementaria es el Baby Led Weaning (BLW), que consiste en una alimentación parecida a la de un adulto en la que se trocean los alimentos para que el bebé los coja con las manos y se los lleve a la boca. “Hay que adaptar la comida a una textura y forma que sea adecuada para el bebé, que deberá ser capaz de sentarse”, apunta Tendero, partidaria del BLW.
Sin embargo, advierte que para ciertos alimentos es mejor esperar al año. “Algunas papillas procesadas se quedarán porque tienen su público, pero variarán hacia productos con avena que se disuelven mejor. El pasado, el presente y el futuro pasa por una alimentación mucho más natural”, sentencia Rodríguez.