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El baby-led weaning (que el bebé coma solo) conquista a los médicos y hace temblar a Hero y Nestlé
El destete guiado por la criatura es una tendencia al alza basada en productos frescos que empodera a los consumidores y “amenaza” el negocio de la industria, según los expertos
“Todo se rompe, todo se recompone de nuevo, eternamente se construye a sí misma la casa del ser”, escribió Friedrich Nietzsche sobre el eterno retorno, una concepción filosófica de la que podría formar parte, también, el baby-led weaning (BLW). Ahora le han puesto un nombre en inglés de lo más cool y se ha puesto de moda, pero no deja de ser la forma de comer que tenían nuestros mayores cuando eran bebés y no existían las papillas procesadas. Una tendencia al alza que supone una “amenaza” para la poderosa industria de los alimentos infantiles (Hero, Nestlé, Nutribén…), apunta la doctora en Ciencia y tecnología de los alimentos especializada en seguridad alimentaria, Beatriz Robles.
La alimentación es la primera causa de muerte evitable en el mundo, “y la gente se ha dado cuenta de que habíamos tocado fondo”, expone a Consumidor Global el pediatra del Centro de Salud la Fábrica de Alcoi, Héctor Climent, para explicar el auge del BLW, que consiste en que el niño, a partir de los seis meses, empiece a comer los mismos alimentos (blanditos y troceados) que los padres, y el cambio de paradigma que ha provocado esta tendencia en los últimos años.
Ya conquista a los médicos
Salvadas las reticencias iniciales, “casi ningún médico desaconseja el baby-led weaning y cada vez son más los profesionales de la salud que apuestan por esta alimentación complementaria que se basa en la comida saludable”, recalca Climent, quien confiesa que él mismo se decantó por esta opción con sus dos hijos y fue una experiencia “maravillosa”. Los especialistas aseguran que el ser humano no está acostumbrado ni preparado para comer papillas. En cambio, “comer troceado sí es algo natural”, recuerdan.
Toda tendencia que apueste por una alimentación basada en productos frescos o poco procesados “juega en contra de la industria de los alimentos infantiles, a la que le interesa que prevalezca la idea de que sus productos específicos para niños son los mejores y son los que tienen que consumir”, apunta Robles.
Una amenaza para Nestlé y Hero
En el momento en que el baby-led weaning rompe este paradigma, “supone una amenaza para este tipo de empresas porque es todo un segmento de mercado que se les puede venir abajo. Ya no necesitas esa especificidad infantil, y eso empodera a los consumidores”, explica la experta sobre cómo pueden verse afectados Hero, Nestlé y compañía.
Nestlé y Hero “no hacen manzanas, sino productos ultraprocesados. Seguro que el destete guiado por el bebé, que es una de las mejores opciones a la hora de introducir la alimentación complementaria, les afectará para mal. Pero, al fin y al cabo, son multinacionales muy poderosas”, matiza el profesor de nutrición de la Universidad San Jorge de Zaragoza, Juan Revenga.
El silencio de las multinacionales
Al trasladar a Nestlé y Hero la posible caída de ventas provocada por el auge del BLW que anuncian los expertos, Consumidor Global no ha recibido respuesta alguna. Del mismo modo, preguntados por este medio, desde el Colegio General de Nutricionistas de Valencia prefieren no hacer declaraciones al tratarse de un tema comercial.
En cambio, Alberto Jiménez, cofundador de Smileat --startup española que apuesta por las papillas eco sin aditivos, azúcares, conservantes, ni sal--, expone que durante 2021 su empresa “ha crecido un 49 % arañando muchos puntos de cuota de mercado a la competencia”. Además, Jiménez opina que el baby-led weaning es una tendencia positiva y complementaria con purés o semitriturados saludables.
Las “trampas” de las marcas
Los tiempos cambian, y, ante esta situación, las grandes empresas “se intentan subir al carro saludable adaptando un poco sus potitos, pero no juegan limpio”, apunta Susana Rodríguez Costa, dietista de Nutriciona Group, quien recuerda que “siempre buscan la trampa” para hacerlo pasar por saludable.
Sin azúcares añadidos, pero con cereales transformados en azúcar blanco. “Si tú me quieres poner azúcar, pónmelo, pero no te inventes 20 sinónimos para colármelo”, critica Climent sobre las artimañas de la industria alimentaria que tanto pediatras como nutricionistas ven “deleznables”. Para que estas prácticas no tengan éxito, los profesionales de la salud insisten en la importancia de leer la tabla nutricional de los productos, pues ella “no engaña”.
El primer ‘fake’
Es importante explicar que todos esos productos de mi primera galleta y mi primer yogur de Nestlé y otras empresas “son alimentos que tienen un mal perfil nutricional casi por definición”, advierte Robles, quien sugiere que si se le quiere dar un yogur a un niño, la mejor opción es darle un yogur entero natural en pequeñas cantidades a partir de los nueve meses. “No tenemos que darle un yogur específicamente formulado para ellos en el que vamos a encontrar ingredientes añadidos y azúcares. Son productos que no aportan nada positivo”, añade.
“Hero, por ejemplo, tiene Mi primera galleta, que es un producto pensado para bebés y es muy malo nutricionalmente hablando”, apunta Rodríguez sobre estas galletas que tienen 12 gramos de azúcar (más que la Coca-Cola). Que se venda un alimento “teóricamente para bebés y te engañen así…”, critica Climent.
El baby-led weaning (BLW) es más barato
El baby-led weaning “tiene ventajas extra médicas: es más sostenible que los procesados, más social, más agradable y más barato”, recuerda Climent. La alimentación saludable tiene un gran hándicap: “ir al mercado y no al supermercado, y comprar materias primas, es barato”. El baby-led weaning no genera dinero ni publicidad, y “esto afecta muchísimo a las marcas. Los alimentos saludables están cero o mínimamente procesados y no tienen marcas”, añade este experto.
En el otro lado de la moneda, a la industria muchas veces “no le interesa hacer productos más saludables porque los alimentos integrales son más caros y suelen tener peor aceptación”, apunta Rodríguez, quien opina que falta mucho camino por recorrer y por educar. A pesar de esto, sin duda la cantidad de azúcar “disminuirá de los productos en el corto-medio plazo. La industria no tendrá otro remedio. Hemos llegado a un nivel de insostenibilidad que ha tocado techo”, sentencia Climent.
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