Verter agua caliente sobre un poco de esta hierba en un recipiente con una pajita de metal, denominada bombilla. Este acto se conoce como “cebar el mate” y forma parte de toda una cultura creada en torno a esta bebida. El té de mate, muy popular en Argentina, Brasil y Uruguay, se toma en grandes cantidades, desde uno a siete litros diarios, según la zona o el país. Este elevado consumo, sumado a la cafeína que contiene y los edulcorantes que se le suelen echar para rebajar su sabor, ha generado dudas sobre sus beneficios para la salud.
El mate ha cosechado un gran éxito en Europa y Norteamérica a raíz de la migración, que no sólo han introducido esta planta y su consumo, sino la cultura que esconde tras de sí. De hecho, España es el quinto país importador de las plantaciones argentinas de esta infusión y segundo de las de Uruguay.
Falsos mitos y un sabor que no convence a todos
El mate ha recibido críticas por parte de algunos estudios que lo califican como una sustancia potencialmente cancerígena para el esófago y los riñones. Sin embargo, estos argumentos han sido desmentidos con investigaciones posteriores. ”Se ha demostrado que la ingesta de líquidos a más de 65 grados puede favorecer el cáncer de esófago, ya sea té de mate, café o agua”, explica a este medio Guillermo Schinella, químico experto en plantas medicinales por la Universidad de La Plata (Argentina). De hecho, el mate se suele beber a una temperatura media que oscila entre los 37º y los 55ºC.
Asimismo, algunos consumidores no aguantan el sabor amargo de esta infusión. Y esto, en muchos casos, supone agregar edulcorantes, como el azúcar o la stevia. “La planta como tal no tiene ninguna relación con un aumento del azúcar en sangre, pero sí que hay que intentar, en el caso de que se quiera endulzar, utilizar muy poca cantidad de edulcorante y que su origen sea lo más natural posible”, subraya Schinella.
¿Es mejor que el café?
La cafeína que contienen las hojas de mate también lo han convertido en un recurso alternativo al café o al té para mantener energía durante el día. En las tres bebidas, el efecto activo proviene de la cafeína aunque con concentraciones muy diferentes. En concreto, una taza de café contiene entre 100 y 160 miligramos (mg) de este compuesto, mientras un vaso de té negro puede alcanzar los 110 mg como máximo y el verde apenas llega a los 36 mg. En cuanto a la infusión de mate, una dosis de 200 mililitros se mueve entre los 54 y los 100 mg.
Estas cifras implican que, en pequeñas dosis, el mate puede ser un muy buen sustituto del café, al aumentar la cantidad de líquido tomado sin incrementar la cafeína. Ahora bien, también se debe tener en cuenta que su consumo suele ser de un volumen superior a la media de café ingerido al día, lo que puede disparar la cantidad de este estimulante en el cuerpo. “El exceso de cafeína puede presentar efectos secundarios como molestias gastrointestinales, ansiedad, cefalea, insomnio e hipertensión. Las dosis únicas de cafeína de hasta 200 mg y las ingestas diarias de hasta 400 mg son el límite para los adultos sanos”, señalan los nutricionistas Fernando Carrasco y Carlos Rodríguez, de la clínica Nutrygente, en Sevilla.
Infusión para perder peso
Por el contrario, las propiedades de esta planta también han demostrado tener beneficios únicos que no están presentes en el café ni en otras infusiones. “El mate es una buena herramienta para perder peso, ya que contiene una molécula conocida como saponina que captura la grasa en el intestino e impide que sea absorbida por el organismo”, explica a Consumidor Global Rafael Pérez, bioquímico en la Universidad de Mendoza (Argentina).
Según este experto, sustituir la ingesta de dos litros de agua diarios por dos litros de té de mate supone una reducción de entre un 10 % y un 15 % del colesterol y los triglicéridos. Esta consecuencia no sólo viene de la saponina, sino que, además, el consumo de esta bebida tiene un efecto saciante. “Pero para conseguir estos resultados no se debe ignorar la dieta. El mate ayuda a perder peso y regular la alimentación, pero se debe tomar amargo y con la menor cantidad de aditivos posible”, concluye el doctor Pérez.