A veces, entre los lineales del supermercado, distinguir si uno está en la sección de pastelería, hierbas aromáticas, bebidas alcohólicas o patatas fritas de bolsa es más difícil que resolver el enigma y salir de un escape room nivel experto. Hay turrones de crema catalana, curry, cerveza y hasta de patatas Lay’s, pero ningún turrón se elabora con estos ingredientes. Son sucedáneos en cantidades ínfimas que actúan como reclamos publicitarios. Y lo mismo sucede con el turrón Lacasa de nata y fresa, que poco o nada tiene que ver con lo que parece.
“Ningún turrón se elabora con nata y fresas, eso lo sabemos”, expone a Consumidor Global el coordinador de Veraliment Seguridad alimentaria y divulgador científico, Miguel Mateo Ceballos, quien explica que el citado turrón de Lacasa tiene “un 2 % de lo que pone delante y un 98 % de otras cosas” --básicamente azúcar (46 %) y grasas (37 %)--. ¿Qué falla cuando un producto alimentario presume de lo que carece? ¿Es legal? ¿De qué armas dispone el consumidor para no caer en la trampa?
Cuando nada es lo que parece
Al ver una fotografía a todo color en el frontal de nata y fresa, el consumidor piensa que se trata de los ingredientes principales, pero, por lo general, “no es así”, apunta la doctora en Ciencia y tecnología de los alimentos, Beatriz Robles, en referencia a este peculiar turrón de la empresa chocolatera española Lacasa que se puede comprar en Dia, El Corte Inglés y Amazon por unos 5 euros.
El frontal del envase “sirve para llamar tu atención y distraerte. Cuando se destaque un ingrediente en concreto, quieren que te fijes en eso y olvides la composición general”, advierte la experta. Estos reclamos “se utilizan puramente como una estrategia de márketing para diferenciar el producto”, expone a Consumidor Global la profesora de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Neus Soler, quien opina que este tipo de artimañas “llevan a engaño al consumidor”.
Ingredientes caros en cantidades ínfimas
Patatas fritas de trufa negra con un leve aroma de trufa; tortitas de jamón ibérico sin jamón ibérico; palomitas de mantequilla sin rastro de manteca; un turrón de fresa y nata con un 1 % de fresa en polvo y un 1 % de nata en polvo; u otro de mazapán de yema y guindas al licor en el que las guindas son difíciles de encontrar, tal y como se queja un usuario en Twitter (imagen a continuación).
“Suelen destacar ingredientes de valor que, precisamente porque son caros, están en baja cantidad”, explica Robles. Sobre el turrón de Lacasa, Mateo apunta que “utiliza golosinas que se alejan de lo que se ha entendido por turrón de toda la vida porque el consumidor demanda este tipo de productos extravagantes, aunque no sean saludables”.
Una normativa demasiado laxa
¿Es legal en 2022 que el turrón de Lacasa, que se vende en cientos de supermercados, pueda anunciar que su producto es de nata y fresa cuando contiene dichos ingredientes en cantidades ínfimas? El etiquetado del producto “es correcto, aunque la cara frontal destaque ingredientes minoritarios, lo hace cumpliendo la legislación vigente”, asegura Mateo.
Según la normativa del Reglamento (UE) Nº 1169/2011, en el momento en que se especifique la cantidad de un ingrediente en un lugar visible (suele ir en el dorso), la marca ya lo puede destacar. “El problema es que no hay una cantidad mínima estipulada”, matiza Robles, quien opina que la legislación es demasiado laxa y que habría que estrechar el marco para que la industria no pueda “jugar” con ella hasta el límite. Lo que falla, sin duda, son “el sistema y el legislador”, resume el profesor de nutrición de la Universidad San Jorge de Zaragoza, Juan Revenga.
Culpas compartidas
Desde luego, existen prácticas poco éticas por parte de la industria alimentaria en numerosos casos, coinciden los expertos, “pero a los consumidores también nos falta cultura sobre alimentos: comemos a diario y, sin embargo, tenemos lagunas en estos temas”, apunta Mateo sobre la desinformación e infoxicación imperante.
“La información está ahí detrás”, recuerda Revenga, quien explica que el productor hace lo posible para llevar a engaño al consumidor y que precisamente por eso es tan importante fijarse en la información nutricional e interpretarla, “aunque a veces sea complicado”.
Un turrón es un turrón
El turrón de nata y fresa de Lacasa, cuyo ingrediente principal es el azúcar, “puede compararse con otros turrones en los que el primer ingrediente es la almendra, pero su perfil nutricional es peor”, apunta Robles.
“Estamos hablando de una golosina, de un producto de consumo ocasional”, explica Mateo. Fijarse “en un detalle visual como la fresa es caer en la trampa de la industria alimentaria”, apunta Robles, quien recomienda poner más énfasis en los alimentos, no en los nutrientes. “Un turrón es un turrón, no hace falta ir al detalle”, sentencia la especialista.