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Los españoles se relamen con los insectos: ofrecen proteínas y nutrientes comparables a la carne

Aunque aún se saborea cierta reticencia al consumo de estos pequeños animales, cada vez son más los atrevidos para hincarle el diente a grillos o gusanos

Ana Carrasco González

Los españoles se relamen con los insectos / PEXELS

Los insectos son uno de esos alimentos que no todo el mundo se atreve a probar y que causan recelo en las culturas más occidentales, a pesar de considerarse un manjar en los países asiáticos. Mientras que su consumo en China se remonta 2.000 años atrás, en España se comercializan desde 2018, aunque en los últimos años ha ganado adeptos. Al fin y al cabo, tal y como dice Marta Ros, dietista y tecnóloga de los alimentos, no hay tanta diferencia entre comerse un grillo y una gamba, o un caracol. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) apunta que en todo el mundo se consumen más de 1.900 especies de insectos porque “tienen un importante valor nutricional” y por ello “pueden ser un elemento saludable para incorporar a nuestra dieta”. Las tiendas de venta de estos bichos para alimentación humana aprovechan esta oportunidad económica para ofrecerlos bañados en chocolate, en salsa de tomate, en polvo o con forma de barrita energética. 

El valor nutricional 

Entre estos puntos de venta, esta Insectum, una empresa de Valencia que cuenta con una tienda física en la capital y sorprende con sus productos elaborados con bichos, como la “pasta hecha a base de insectos”, las “barritas de proteína con harina de grillo”, las “cucarachas comestibles” o los “grillos bañados en chocolate”, elaborados en Bélgica. Entre los más vendidos se encuentran los grillos y los gusanos. 

Garbanzos con insectos / BcnInsectum

En el ámbito nutricional, cien gramos de grillos poseen 12,9 gramos de proteína, 5,1 de carbohidratos, 5,5 de grasas, 75,8 miligramos de calcio y 9,5 de hierro, a eso le sumamos vitamina B12 y magnesio. Asimismo, las proteínas de grillo contienen 9 aminoácidos. Por otro lado, el gusano de la harina tiene un alto contenido de proteínas (entre 13,68 y 22,32 g por 100 g de porción comestible) y grasa (entre 8,90 y 19,94 g por 100 g de porción comestible). Proporciona cantidades considerables de ácidos grasos poliinsaturados y se clasifica como una fuente de zinc con un alto contenido de magnesio.

Proteínas y nutrientes de alta calidad

“El insecto es una fuente importante de aminoácidos, y tienen un valor biológico. Es proteína pura”, resalta a Consumidor Global Elena Sánchez, nutricionista y técnica superior en dietética. Son comparables a un animal de ganadería de consumo habitual, como pueden ser la ternera o el cerdo. Además, cuentan con un valor proteico de gran calidad. Por ejemplo, la harina de insecto contiene hasta un 60 % de proteína. 

Asimismo, es importante destacar su nivel lipídico (de grasas). Los insectos acumulan muy pocas grasas saturadas, aunque son muy ricos en poliinsaturadas, como el omega-3, con lo que podrían ser una buena alternativa al pescado. Por si fuera poco, también son ricos en micronutrientes, en hierro, cobre, magnesio y vitaminas del grupo B, además de fibra, lo que redunda en importantes beneficios para la salud. 

Precauciones al comer insectos

Los insectos comestibles son limpios en sí mismos, pero pueden contener productos nocivos como insecticidas, pesticidas y herbicidas al posarse en el césped o visitar ciertos campos de cultivo que están siendo tratados contra las plagas. Desde la tienda especializada en insectos Next Food subrayan que nunca es aconsejable capturar insectos para el consumo en la naturaleza, los jardines o los campos. 

Una cuchara de madera con insectos asados / FREEPIK

“Es mejor comprar insectos comestibles en tiendas especializadas, ya que estos insectos se crían específicamente para el consumo humano en centros de cría/granjas o se recogen en zonas tropicales donde el consumo de insectos es una práctica habitual”, explican. La venta de insectos se realiza bajo el cumplimiento de una normativa muy rigurosa de seguridad e higiene, que abarca desde el proceso de cría en las granjas hasta su tratamiento y envasado final. De hecho, las evaluaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sirven, precisamente, para clarificar y minimizar todos los riesgos de estos nuevos alimentos y garantizar un mercado regulado y seguro.

Los cuatro insectos autorizados en Europa

Ante la creciente tendencia de consumo de insectos en España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) recuerda la importancia de que el consumidor tome decisiones informadas respecto a la ingesta de esta fuente alternativa de proteínas que facilita el cambio hacia dietas saludables y más sostenibles con el medioambiente.

Actualmente hay cuatro insectos autorizados en el mercado: las larvas del gusano de la harina, la langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas de escarabajo del estiércol. Además, la Comisión Europea ha autorizado por primera vez la comercialización de polvo parcialmente desgrasado, obtenido de Acheta domesticus (grillo doméstico), como “nuevo alimento”. De momento hay ocho solicitudes pendientes para insectos destinados a ser comercializados en diferentes formas, que actualmente están siendo objeto de una evaluación de seguridad por parte de la EFSA.

Más adeptos españoles

Lo cierto es que a pesar del rechazo que aún se saborea en el país, cada vez son más los atrevidos para hincarle el diente a grillos o gusanos. Según datos del VIII Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales y Estilo de Vida de las Familias (2021), un 19 % de los españoles se atrevería a comer insectos para tener una dieta más sostenible; de ellos, un 35,9 % lo haría siempre que estuvieran camuflados como ingrediente y sin que se note, y un 16,4 % transformados en harina. 

Los más abiertos son los jóvenes, precisamente el colectivo más concienciado contra el cambio climático. No obstante, pese a que el Ministerio de Agricultura ni el de Consumo tienen datos sobre cuántos insectos se consumen en estos momentos en España, las empresas dedicadas a la venta de insectos tienen agotados ya algunos de sus productos, como las "tarántulas" por 12 euros. Señal de que se venden.